viernes, 28 de mayo de 2010

Los hijos asalariados

Vamos a suponer por un momento que el desarrollo intelectual es algo que beneficia a nuestra especie.

No lo planteo como una certeza porque realmente no la tengo. Sólo sé que a mí me parece bueno hacerlo, pero reconozco que es un gusto personal compartido por muchos, pero no necesariamente debe ser el objetivo de todos.

El desarrollo intelectual incluye el acceso al pensamiento abstracto (entender ideas como libertad, amor, belleza) y contar con la función simbólica (sobre todo en el uso experto de por lo menos un idioma).

Como una consecuencia de ese desarrollo, el individuo puede hacer uso de la sublimación que consiste en que ciertos deseos pueden satisfacerse indirectamente.

El ejemplo más notorio refiere a la prohibición del incesto: quien puede sublimar se sentirá satisfecho formando una familia con una persona ajena a la familia.

No todos los que respetan la prohibición del incesto lo hacen porque subliman. Muchos lo hacen por temor a la sanción legal y social.

Otro beneficio de sublimar es canalizar la sexualidad reproductiva sin necesidad de tener muchos hijos. Por ejemplo generando riqueza para ayudar a los niños en situación de pobreza, o con un emprendimiento que le dé trabajo a otros (como si sus empleados fueran hijos), o a realizar obras de arte, máquinas, soluciones de diferente orden (político, social, técnico).

En suma: con el desarrollo intelectual que permite sublimar es posible satisfacer el deseo sexual re-productivo mediante una actividad productiva. Por el contrario, quien no puede sublimar necesita tener muchos hijos que quizá no pueda mantener.

●●●

miércoles, 19 de mayo de 2010

Ciudadanos con cadena y bozal

En un artículo de reciente publicación con el título Los profesionales no desean decía que la sociedad nos prefiere sumisos, obedientes, previsibles.

Les contaba ahí que la palabra deseo proviene de la astrología, en tanto se pensaba que eran las estrellas (con su influencia gravitacional o con alguna otra energía de constatación menos científica) las que imponían las normas de buen comportamiento.

Un ciudadano es considerado en dos sentidos:

1) Cuando respeta las normas («Fulano es muy considerado porque tiene en cuenta los intereses ajenos»); y también

2) Cuando es respetado por los demás («Fulano es considerado un ciudadano ejemplar»).

Copio y pego un párrafo del artículo mencionado, porque explica todo esto:

«La palabra sidus en latín significa estrella. La palabra con-siderar originariamente significaba «ser guiado por las estrellas» y de-siderare luego se convirtió en desear y significaba «NO ser guiado por la estrellas».»

Como todos deseamos que los demás no nos molesten, preferimos y hacemos lo posible para que todos (excepto uno mismo) cumplan el deseo colectivo (las leyes, normas, costumbres, prejuicios, creencias, reglamentos) en desmedro de su propio deseo.

Dicho de forma más cruda: «Quiero ser el único que satisface sus deseos y que los demás no me molesten cuando satisfacen sus deseos».

La sumatoria de estos deseos personales (individuales, mezquinos, egoístas), conduce a que cada uno quiere que los demás sean considerados, que cumplan (ellos, los demás, la gente) las normas... que ya estaban, que otros pusieron, que las estrellas indican.

En suma: los severos defensores de la ley y el orden (del sistema, del stablishment, de la tradición) desean no ser molestados, quieren a todo el mundo obediente, que renuncien (repriman) a sus desagradables deseos personales, para gozar la libertad de hacer lo que quieran.

●●●

domingo, 16 de mayo de 2010

Esta “cosa” me provoca “cosa”

El hijo que pierde a sus padres, es huérfano y el padre que pierde a su hijo, es ... ¡No tenemos un vocablo para designar a quien padece uno de las peores tragedias que nos pueden ocurrir, cual es soportar el fallecimiento de un hijo!

En un terreno menos doloroso, tenemos muchos vocablos para hablar de sexo pero, mayoritariamente, las personas hablamos muy poco de esa función esencial, natural e imprescindible (para la conservación de la especie).

La función del habla tiene más de un objetivo. El más evidente, es el de comunicarnos. También lo usamos para ordenar nuestro pensamiento con la estructura gramatical que poseen los lenguajes.

Existe una utilidad menos conocida aún. Me refiero a representar las ausencias angustiantes.

Por ejemplo, si ahora evoco el nombre de una persona amada, aliviaré la angustia que me causa su ausencia.

Tan importante es esta función del lenguaje, que en algunas épocas y culturas llegó a prohibirse darle nombre a ciertas divinidades.

Los innombrables son aquellos personajes ideales que merecen tanta veneración, que ni siquiera se les puede dar un nombre, ya que dárselo, equivaldría a una forma de disponer de ellos, permitiría evocarlos sin el debido respeto, personas de cualquier rango social, podrían vincularse con él inmerecidamente (un no religioso, por ejemplo).

No faltan quienes llegan a decir que «la palabra mata a la cosa nombrada», exagerando de esta forma su valor representativo (por ejemplo, la palabra «vaso», representa al recipiente de vidrio) y lo que dicen estos extremistas es que, en la mente de algunos, la palabra es idéntica al objeto (persona o idea) que representa.

Como usted ve, hay varias ideas sobre las palabras y su utilidad.

Por alguno de estos motivos, quienes más veneran, idolatran, temen y admiran el dinero, se avergüenzan cuando hablan de él.

●●●

lunes, 10 de mayo de 2010

Los profesionales del enema

Con algo de sentido del humor, alguno ya dijo que los humanos no hablamos sino que somos hablados.

El psicoanálisis es una arte-científico antipático, entre quienes necesitan tener la sensación de que controlan sus vidas como quien conduce un vehículo: avanza, se detiene, gira a la derecha, acelera, empuja, embiste.

El psicoanálisis es simpático, entre quienes creemos que somos una hoja en el viento, incapaces de controlar lo que nos sucede porque estamos determinados (gobernados, dirigidos) por causas que no podemos manejar.

Cuando algún simpatizante del psicoanálisis dijo que «somos hablados», estaba dejando en evidencia que esa acción —casi automática— (hablar) expresa ideas diferentes a las que creemos tener.

Veamos algunas palabras que usamos sin pensar en lo que significan:

Vilindigno, despreciable, poco confiable.
Servil – humilde, rastrero, que sirve con descuido.
Ser vil – ser indigno, ser despreciable, ser poco confiable
Servicial – que sirve con cuidado, (y también significa) enema (lavativa).

Con estos ingredientes, armaré una idea que puede ser interesante.

En el sistema en el que vivimos casi todos los hispanos-parlantes, se dice que para ganar el dinero suficiente, tenemos que ser serviciales pero no serviles.

Dicho de otro modo: el capitalismo requiere trabajadores (empleados o empleadores) que NO sean serviles (ser-viles) porque estos, si bien son humildes, adolecen de ser rastreros, indignos, despreciables y poco confiables.

Por el contrario, el sistema requiere trabajadores (empleados o empleadores) que sean serviciales, es decir que sirvan con cuidado.

Y termino con lo más curioso (llamativo, extraño).

El psicoanálisis sabe (cree, supone, asegura que) el dinero simboliza las heces (el excremento fecal, la caca).

El vocablo «servicial» significa «enema» (lavativa, líquido que se introduce por el ano para descargar el intestino).

En suma: el lenguaje «confirma» que alguien «servicial» obtiene (cobra, recibe) dinero (heces, caca).

●●●

domingo, 9 de mayo de 2010

El lenguaje del Tercer Mundo

Si «la unión hace la fuerza», entonces podemos afirmar que «la desunión hace la debilidad».

Nuestra madre patria es un país enemistado consigo mismo.

Durante siglos ha tenido peleas internas que generaron desconfianza entre los españoles, a diferencia de otros países igualmente imperialistas, pero que lucharon contra extranjeros, reforzando la solidaridad entre los ciudadanos.

Los hispano-parlantes tenemos una mamá muy complicada, que no se entiende con ella misma y aún hoy (año 2010) tiene poblaciones enteras que desearían formar un país independiente —apelando inclusive al terrorismo—, porque no se sienten españoles.

En la eterna duda sobre qué fue primero —si el huevo o la gallina—, no descartaría la hipótesis de que la estructura gramatical de nuestro idioma fuera una causa de esa desconfianza que nos desune.

Somos amistosos, cálidos, divertidos, buenos amantes, pero cuando tenemos que ponernos a trabajar, arriesgar, estudiar, crear, nos cuesta hacerlo en grupos.

Nuestras familias son muy unidas, nuestras madres son protectoras, pero nos cuesta confiar en los que no son de la familia.

Casi todos los hispanos somos del Tercer Mundo y si la misma España no lo es, quizá sea porque está en un continente donde la Unión Europea, cobija a países tan eficientes como son Alemania, Francia y el Reino Unido y a países tan ineficientes como son Portugal, España y Grecia.

En suma: el tercermundismo (escaso desarrollo económico, social, tecnológico) puede ser una condición vinculada a la estructura gramatical (y por lo tanto, psicológica) de los hispanos.

Como simple anécdota, les comento que la histórica residencia de la Familia Real Española, se llama El Escorial (imagen).

Desde principios del siglo 17, fue considerado la octava maravilla del mundo y sin embargo, en nuestro idioma, el vocablo «escorial» significa «basural».


●●●

jueves, 6 de mayo de 2010

Nuestra vida g(d)ramática

Hace años hice un curso para mejorar la memoria.

Sin pensarlo, pagué la matrícula cuando vi la demostración del vendedor.

De espaldas a un pizarrón, nos pidió a los concurrentes que dictáramos palabras.

En pocos minutos logramos una larga lista: mono, veladora, helado, ligero, fútbol, etc., etc.

Una vez escrita la lista de 100 vocablos, el vendedor nos dijo que estaba en condiciones de recordarlos en cualquier orden.

Para sorpresa de todos, así lo hizo: de adelante hacia atrás, de atrás hacia adelante, comenzando por la vigésima palabra, etc.

Usted comprenderá ahora por qué no dudé en pagar lo que hiciera falta para adquirir esa increíble destreza.

Claro que cuando la explicaron, sufrimos una cierta desilusión: no había nada de magia sino un método muy simple.

El memorioso no hizo otra cosa que construir un relato en el que «un mono» encendía una «veladora» con una mano y sostenía un «helado» con la otra. Un niño travieso se le acercó muy «ligero», intentó robárselo cuando se distrajo mirando en la televisión un partido de «fútbol», etc.

Muchos años después me enteré que nuestra memoria funciona de esta manera.

Creemos que esta función es como una grabadora que acumula sensaciones (imágenes, sonidos, olores) para luego reproducirlas: evoco mi primer día de escuela, cuando llegamos a Disney Word, la cara de mi abuelo cuando le festejamos los 70 años, ...

Según los expertos en memoria, ésta no funciona así: permanentemente está construyendo relatos coherentes en los que se insertan imágenes, sonidos, olores, sentimientos, escenas de algún sueño.

Ese relato es como una larga novela en la que participan varios personajes, tiene un argumento y un cierto clima (triste, agitado, optimista, próspero, decadente, mágico, esperanzador) que depende de nuestro ánimo.

Esta novela organiza nuestra vida mental, aportándole la coherencia propia de la gramática.

●●●

martes, 4 de mayo de 2010

«¡Por supuesto, mister!»

«Querida mía, quiero casarme contigo aunque tendría que hacerte un pedido especial:

»Tu te llevas de maravilla con tus padres y hermanos, adoras el tenis, eres una buena militante política y tus ingresos económicos son muy importantes.

»En todo, eso somos iguales.

»Pues bien: Para mí sería imprescindible que tu y yo apliquemos nuestro mayor esfuerzo, afecto y recursos a la familia que fundaremos, y que sólo apliquemos al resto, la energía, afecto y recursos excedentes.»

Sin importar su sexo, usted puede opinar sobre este planteo porque podría ser formulado por cualquiera.

Es inteligente dedicarle el esfuerzo, afecto y recursos a la vocación que más nos guste: economía, baile, jardinería, comercio, etc., etc..

En el mejor de los casos, hasta podemos obtener de ella los ingresos económicos necesarios.

Sin embargo, no parece inteligente que dediquemos esfuerzo, afecto y recursos a realizar lo que otros querrían que nosotros hiciéramos.

Los que estudian inglés suelen hacerlo por un prejuicio que padecemos los hispano-parlantes.

En varios artículos (1) les he comentado que el lenguaje es una herramienta esencial para nuestro desarrollo intelectual y social.

Conclusión : Con excepción de quienes tienen la vocación y el suficiente talento, quienes estudian inglés, llegan a la paradójica situación de que no tienen ningún idioma, pues desatienden el castellano y balbucean precariamente el extranjero.

●●●

Las marionetas soberanas

Las buenas intenciones desplegadas hasta ahora por toda la humanidad y durante milenios, no han logrado que la brecha entre pobres y ricos se reduzca o desaparezca.

Por tanto me siento autorizado a pensar que casi todo lo que se hizo hasta ahora, son soluciones ineficaces o contraproducentes.

Por eso, si hasta ahora hemos sostenido que el ser humano cuenta con libre albedrío (1), es oportuno quitar esta suposición del medio.

En el artículo titulado Mi amo me ama , sostengo que el concepto «rectitud», nos anula la inteligencia, y nos obliga a desplazarnos en un único sentido (derecho).

Entonces, todos los que viven en «el camino recto», carecen de libre albedrío. Estar dentro de la ley, ser honestos, someterse a la moral, implica estar determinados (obligados, condicionados, sometidos).

El código de mayor jerarquía, no proviene precisamente de las leyes que votan los parlamentos, sino que es el diccionario.

Nadie sabe quién inventa los vocablos, pero es imposible vivir sin cumplir con las reglas gramaticales.

Por lo tanto, el lenguaje es otra limitante al supuesto libre albedrío.

La Real Academia Española, sólo se encarga de publicar las normas lingüísticas que nos someten a todos.

Por lo tanto, para recibir el imprescindible amor (sin el cual pereceríamos), tenemos que seguir «el camino recto» que nos imponen nuestros cuidadores (madre, padre, maestros, etc.) y además tenemos que pensar y hablar como nos indica el despótico código gramatical.

Un presidiario que habita las veinticuatro horas en su celda de tres metros cuadrados, pueden sentirse libre de rascarse la nuca, de recordar a su novia, de hacer gimnasia o quedarse quieto.

Si con estas posibilidades se siente soberano, también puede creer en el libre albedrío.

(1) Blog Libre albedrío y determinismo

●●●

La herencia lingüística

Estoy convencido (y no soy el único), de que muchas características hereditarias, no viajan a través de los genes sino a través del lenguaje.

Esto permitiría suponer, que el lenguaje ejerce una influencia determinante de nuestra conducta y que forma parte de los rasgos predisponentes, que luego se activarán con los acontecimientos desencadenantes que nos ocurran.

Pondré un ejemplo:

En una familia predominan las historias en las que los antepasados fueron internados, operados de la vesícula biliar, tuvieron cierto período de convalecencia, hicieron algunos regímenes alimenticios estrictos.

Las nuevas generaciones, que crecen escuchando esas historias que identifican a su linaje (estirpe, casta, raza), intentarán (inconscientemente), repetir esas peripecias porque necesitan conocer y consolidar sus raíces, sus orígenes, sus rasgos típicos.

No exagero cuando digo que la identidad es la columna vertebral de nuestra psiquis.

Si tenemos certezas sobre quiénes somos, de dónde provenimos, qué lugar ocupamos en una genealogía, nuestra salud mental se apoyará sobre una base firme y sus ocasionales dificultades tendrán un mejor pronóstico.

Es tan importante formar parte de una familia, que algunas personas dedican grandes esfuerzos y recursos para construir su árbol genealógico.

Esta búsqueda minuciosa de los orígenes, podría ser un intento de solucionar problemas del presente.

Efectivamente, los que intuimos que algo de nuestra historia no-genética está influyéndonos hoy, podemos pensar que trayendo a la conciencia las características predisponentes negativas, podríamos neutralizar la causa de problemas actuales.

Un paciente muy fóbico y altamente perturbado por el afeamiento facial provocado por su acné, estuvo en análisis durante un tiempo.

Su vida cambió cuando salió a luz que su abuelo, se enriqueció haciendo pozos para la extracción de agua.

La palabra «fobia» deriva de hoya, que en latín significa «pozo».

La disminución de sus fobias y la mejoría del acné, podrían obedecer a estas interpretaciones.

●●●

El televisor fabrica mudos solitarios

Al nacer, sólo percibimos imágenes. Uno o dos años después, podemos representarnos esas imágenes tan sólo con sentir o pensar el sonido de las palabras que las representan.

Me explicaré mejor.

El recién nacido, necesita el contacto visual, auditivo y olfativo (imágenes) de su mamá. Si no tiene ese contacto, se sentirá abandonado.

Cuando el sistema nervioso evoluciona lo suficiente, tolera la soledad evocando palabras que la recuerden (mamá, Sofía, comida, caricias, te quiero, bésame).

Dicho de otra forma: primero dependemos de los estímulos sensoriales (ver, oír, oler, palpar, degustar) y luego podemos independizarnos de esos estímulos, evocando las palabras que representan aquellas imágenes (cabello rubio, voz melodiosa, perfume dulzón, suavidad aterciopelada de la piel, gusto salado del sudor).

El registro imaginario de la realidad, es la percepción lograda por medio de los sentidos. Esta forma de captar lo que nos rodea, es física, tangible, concreta.

El registro simbólico de la realidad, es el mismo proceso anterior pero prescindiendo de los sentidos. Es una forma de vincularnos mentalmente con el entorno físico, tangible y concreto. Es una forma de vincularnos verbal, intangible y abstracta.

Lo importante en esta evolución, es que sólo podemos vincularnos con otras personas usando palabras. Si no desarrollamos el registro simbólico, quedamos aislados de nuestros semejantes.

Los enanos padecen una deficiencia glandular que interrumpe el desarrollo de la estatura y el analfabetismo, es una deficiencia lingüística que interrumpe el desarrollo del registro simbólico.

La calidad de vida depende —casi exclusivamente—, de nuestra habilidad para comunicarnos y esta habilidad depende del desarrollo logrado en nuestro registro simbólico.

La inteligencia es muy poco lo que puede hacer con los datos de los sentidos, si no pueden describirse eficazmente para ser intercambiados con otras personas.

●●●

El diagnóstico perfecciona la enfermedad

En un artículo publicado con el título La codiciada cárcel lingüística les decía que el lenguaje es una cárcel de la que no tenemos escapatoria.

Por eso decimos que somos sujetos: porque estamos sujetados, presos, cautivos.

Esta condición nos permite interactuar con los demás (comunicarnos), pero de cierta forma.

Me detengo en la palabra depresión.

Todos sabemos que es una deficiencia anímica que nos pone tristes, desganados, pesimistas.

Sin embargo, desde el momento que tenemos que usar el vocablo depresión, quedamos supeditados a tener ideas provocadas por la palabra y que generalmente nos alejan de la realidad.

El vocablo significa baja presión y —por lo tanto— también significa desinflado.

Podemos interpretar que se trata de baja presión arterial y que por eso pueden ocurrir desmayos o mareos.

La palabra desinflado sugiere falta de aire (apnea, disnea, asfixia, asma).

Podemos pensar que alguien que está desinflado, está físicamente más pequeño, imaginando que el cuerpo del paciente es como un globo de goma.

Recuerde que lo que estoy mencionando son posibles interpretaciones de lo que significa en idioma castellano la palabra depresión.

Cuando alguien está muy triste, sin un motivo conocido (sin haber padecido una pérdida significativa, por ejemplo) y durante cierto tiempo, es probable que piense que padece una depresión.

Al ser consultado, el médico quizá utilice la palabra depresión, e intente una cura con algún medicamento que por algún lado tendrá escrita la palabra antidepresivo.

Cuando se siente diagnosticado, el sujeto entra en otra zona de la cárcel lingüística, donde deberá cumplir con todo lo que la palabra depresión significa para él y para los demás, independientemente del problema orgánico o anímico que lo afecte.

En suma: el diagnóstico es un conjunto de palabras que forman parte del síntoma en tanto ellas determinan cómo debe sentirse y comportarse.

●●●

La codiciada cárcel lingüística

Es ampliamente conocida una frase que suena inteligente, sabia e ideal para los que abusan de la comunicación:

“Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”.

Seguramente usted conoce gente que no la deja hablar, que quiere atrapar su atención y que se desinteresa por lo que usted quiera decir.

Si bien este fenómeno es observable en todas las edades, prevalece en la ancianidad y si bien es observable en ambos sexos, prevalece en las mujeres.

Al considerar que la frase inteligente es verdadera, podríamos pensar: «¿Esta persona habla tanto porque desea ser esclava?»

Y la respuesta es afirmativa: Quiere ser esclava.

No me canso de recordar que el sentido común tiene más errores que aciertos.

En este caso, el sentido común dice que las personas sólo estamos bien si disponemos de libertad, sin embargo tenemos motivos para asegurar que las personas también queremos ser esclavos.

El psicoanálisis afirma con mucha convicción que las personas estamos presas del lenguaje. Por esto existe la palabra sujeto (3).

Usted y yo somos sujetos porque somos hablantes, nadamos en un mar de palabras, que además ya están hechas (no se sabe por quién) y que son de curso forzoso (como esos papelitos tan caprichosamente valiosos que llamamos dinero).

En un artículo reciente (1), exageraba con una metáfora según la cual, nos cuesta entender la realidad porque sólo logramos captarla de a pequeños bocados.

Con una exageración del mismo estilo, hoy le digo que hablamos mucho (que queremos ser esclavos) porque necesitamos que nos abracen, que nos prefieran, que nos amen, que nos necesiten, que seamos imprescindibles al menos para alguien.

El abrazo es como una prisión, pero es cálida, deseable, amorosa.

Y si no podemos escuchar al otro, es porque el estado de carencia afectiva nos impide prestar atención. (2)



(1) Comer la verdad

(2) Cállate que estoy hablando

(3) Tenemos libertad condicionada

●●●

Sin permiso para crecer

Hay quienes afirman que el ser humano usa una pequeña parte de su cerebro y que la parte que no usa, termina atrofiándose.

No sé si esto es así pero le propongo una idea similar.

La capacidad para usar el lenguaje parece responder a esa lógica porque los niños aprenden a hablar lentamente.

Quizá sea innecesario explicar por qué es importante aprender a hablar (1).

El desarrollo de esta función depende de los estímulos que reciba el niño.

Parecería ser que alguien aprende por repetición como las urracas, papagayos o cacatúas y esto es así porque los niños sordos no aprenden a hablar, pero hay algo más.

Los humanos usamos el lenguaje para representarnos mentalmente personas, cosas, ideas, conceptos, sentimientos.

Cada sonido conocido está asociado a algo. Cuando oímos «mesa», «Sofía» o «alegría», nuestro cerebro reacciona con los respectivos recuerdos. Sabemos del mueble para apoyar cosas, de nuestra amiga o del sentimiento satisfactorio.

Además de la repetición de lo que oímos, la función se desarrolla porque la usamos para calmar la angustia que nos provocan situaciones dramáticas por las que pasamos tempranamente.

El llanto inespecífico, ese grito que todos tratamos de acallar ofreciéndole al niño comida, cariño, abrigo o simple presencia, se va transformando en palabras, frases y oraciones a medida que el desarrollo cerebral lo permite.

Pero estos nuevos mensajes siguen siendo estimulados por necesidades y deseos que procuran ser satisfechos.

La función lingüística es imprescindible para convertirnos en adultos aptos para trabajar, fundar una familia, realizarnos como personas.

Las madres sobreprotectoras atrofian a sus hijos, frenan su evolución e impiden su desarrollo porque ese amor equivocado, priva al hijo de la dosis de angustia que necesita para desarrollar las funciones cerebrales superiores, especialmente la lingüística.

Una madre amorosamente frustradora, ni abandona ni atrofia.


(1) Nuestros dos lenguajes

●●●

Los cerebros están en red

En nuestro idioma, cuando queremos transformar un adjetivo en cualidad abstracta, podemos hacer lo siguiente:

El adjetivo simple lo transformamos en simplicidad (condición de simple).

El adjetivo riguroso lo transformamos en rigurosidad (condición de riguroso).

El adjetivo público lo transformamos en publicidad (¿condición de público?).

Pero sin embargo, cuando consultamos el diccionario de la Real Academia Española, nos encontramos con que esta última acepción no la confirma aunque sí confirma las dos primeras (simple y riguroso).

Por el contrario, nuestro diccionario nos dice que por publicidad debemos entender lo que todos sabemos: divulgación de anuncios para atraer compradores, etc.

Y ahora cambio de tema para aportar otro ingrediente de lo que será una conclusión final:

Nuestras computadoras pueden estar aisladas o en red. Si están aisladas, cada una tiene sus sistema operativo (Windows ó Linux por ejemplo) y opera sola.

Cuando nuestra computadora está en red, puede utilizar un sistema operativo central, junto con otras computadoras.

Usted y yo somos individuos (independientes, aislados) pero desde el momento que utilizamos el mismo lenguaje, funcionamos como si estuviéramos en red. Estamos unidos por el idioma, pensamos de manera similar en tanto usamos la gramática española.

El invento de la cadena de montaje de Henry Ford (1863-1947) utilizó ingeniosamente esta condición humana de guiarse por una misma gramática (como si todos usáramos un cerebro humano central), como si todos compartieran el mismo sistema operativo, como si tuvieran el mismo oficio. Por esta destreza básica, todos podían entender y ejecutar las instrucciones de la misma forma.

Conclusión: el vocablo publicidad no alude a público (es decir: que comparte el mismo sistema operativo-gramática) para que nos imaginemos libres de aceptar o no las recomendaciones de los anuncios.

Está demostrado que imaginándonos libres, nos sentimos mejor y somos más obedientes (buenos ciudadanos y consumidores).

Artículos vinculados:

Blog Libre albedrío y determinismo


●●●

Trámite para no ser un idiota

Todos tenemos claro lo que significa la palabra «idiota», pero no muchos saben lo que significó.

Actualmente se usa hasta como insulto muy agresivo.

En medicina se denomina de esta forma a la carencia profunda de las facultades mentales (comprensión, memoria, razonamiento).

Popularmente lo usamos para calificar a quien cree poseer más virtudes de las que demuestra.

La acepción más usada es la equivalente a tonto.

Existen motivos para pensar que los significados originales de las palabras (etimología), conservan cierta vigencia, aunque no figure en los diccionarios.

En este caso, el vocablo idiota era usado para designar a los ignorantes, a los que no tenían oficio ni profesión.

La palabra idioma deriva de idiotez y aún en la época en que Cervantes escribió El Quijote (comienzos del siglo 17), designaba al lenguaje del vulgo.

En suma: Si fuera válida la suposición de que los vocablos conservan su significado original en nuestro inconsciente, podríamos pensar que actualmente seguimos pensando que las personas sin oficio, con una pobre competencia lingüística, son idiotas, es decir, ineptos para trabajar.

Conclusión: quienes decidan ganar dinero como empleados, deben tener en cuenta que una falta de oficio o título habilitante, puede estimular un prejuicio (significado original del vocablo idiota) que le quite la chance de ser aceptado.

Por el contrario, aquellas personas que decidan ser empleadoras, deben tener en cuenta que quizá posean el prejuicio mencionado y que por esa causa se pierdan de contar con la colaboración de alguien valioso pero que simplemente no acepta las ofertas educativas que le ofrece el mercado.

●●●

Palabra de honor

Las diversas corrientes religiosas occidentales pensaron que el lenguaje fue una obra de Dios.

De alguna manera Él nos castigó creando varios idiomas cuando a unos cuantos ambiciosos se les ocurrió construir un edificio para llegar al Cielo (me refiero a la Torre de Babel).

Con esas creencias, los pueblos se consideraron usuarios del lenguaje y la mentira tuvo el estatus de pecado.

Los mentirosos ofendían a Dios (por ser irresponsables usuarios del instrumento divino) y eso Lo predisponía para castigar al pueblo que albergara al pecador.

Este era el criterio prevaleciente hasta finales de la Edad Media (siglo 15). El Renacimiento (del siglo 15 en adelante) se caracterizó por otra forma de entender la relación con Dios, otra forma de valorar el lenguaje y otra forma de interpretar la mentira.

Si bien siguió considerándose un pecado (de hecho el 8vo. mandamiento dice: No dirás falso testimonio ni mentiras.), la nobleza y los caballeros de ese entonces encontraron en “la palabra de honor” un rasgo que los diferenciaba de las clases populares (plebe).

Por lo tanto, la sinceridad era un rasgo de distinción que atesoraron las clases privilegiadas, mientras que —por el contrario— no era una característica esperable del resto del pueblo.

Para decir la verdad es preciso ser valiente, tener principios morales muy elevados, ser disciplinado.

Las clases menos favorecidas (cultural y económicamente) carecían de esas virtudes y no tenían más remedio que mentir para poder sobrevivir.

En el Renacimiento surgió la creencia en que las clases superiores poseían naturalmente honor, sinceridad, autocontrol emocional y disciplina corporal.

El honor era un atributo que debía ser mostrado y defendido, inclusive arriesgando la vida, batiéndose a duelo en caso de ofensa (infamia o calumnia).

La modernidad le ha quitado dramatismo a la mentira.

Nota: ver también

Hay mentiras de patas largas
Dudo si soy lo que creo ser
El nacimiento de las mentiras
Aspirina con Coca-Cola
Es una verdadera mentira

●●●

La risa: remedio divertido

Hablemos de verbos.

Son palabras que entre otras cosas indican una acción, pero aprender todo lo que significan en nuestro idioma puede tomarnos años de estudio.

Cuando alguien nos habla podemos adoptar varios estados de ánimo. El más frecuente es el de «atención», usado por ejemplo cuando estamos perdidos en una ciudad y alguien nos indica cómo orientarnos.

Otra forma de escuchar es la «distracción defensiva», usado por ejemplo cuando intuimos que alguien no nos habla a nosotros sino que lo que desea es escucharse. Es el parloteo vacío, carente de interés, errático.

En psicoanálisis se utiliza la «atención flotante», que consiste en tratar de oír qué nos dice el paciente además de lo que quiere decirnos deliberadamente.

Existe la convicción de que los seres humanos no hablamos sino que «somos hablados».

Por eso el modo condicional de conjugar un verbo significa varias cosas, pero una de ellas es bastante divertida.

Observemos la conjugación en modo condicional de algunos verbos:

— yo hablaría;
— tú terminarías;
— él saludaría;
— nosotros podríamos;
— vosotros querríais;
— ellos saldrían.

La fórmula consiste en tomar el verbo en infinitivo (hablar, terminar, etc.), y agregarle ciertas terminaciones. (1)

Hay personas que le tienen alergia a este modo de conjugar los verbos. Les cambia el humor cuando alguien les habla usándolo.

Esta forma de hablar puede denotar una actitud irresponsable. Hablan así quienes no están seguros de lo que dicen, o no se comprometen con sus dichos, quizá quieran «lavarse las manos», no involucrarse.

Es un estilo poco serio.

Y sutilmente lo dicen porque como habrá observado, la terminación en rojo no es otra que el verbo reír.


(1) Con los verbos irregulares (poder, querer, salir, etc.), la fórmula se cumple pero con una pequeña modificación.

●●●

Ya no eres la misma persona

Reiteradas veces recurro a señalar la similitud que tenemos con el resto de la fauna porque la soberbia que padecemos (creernos la especie superior) puede ser una causa más de la pobreza patológica.

Por un lado, todo desconocimiento del entorno opera como un obstáculo para nuestra mejor adaptación a él. Es decir, si tenemos ideas erróneas sobre los demás seres vivos, los fenómenos climáticos, las características del suelo en que vivimos, es probable que nos agreguemos riesgos vitales.

De modo similar, la soberbia es un sentimiento que nos distorsiona la autopercepción. Nos vemos más fuertes, más independientes y en algún caso, invulnerables. Con esta actitud también agregamos riesgos vitales.

En el artículo titulado Yo sé por qué no me entiendes digo que nuestro lenguaje (escrito y hablado) equivale a los mensajes olorosos que se envían ciertas especies, particularmente cuando la hembra está en celo y utiliza ese medio para convocar a todos los machos de una vasta región.

Esa sustancia química (el olor) activa terminales nerviosas especializadas de la nariz de los machos que los pone en movimiento hacia la hembra emisora.

Dicho de otra forma: un agente excitante (olor), altera un sistema nervioso, a partir de lo cual se producen ciertas acciones concretas (ir al encuentro de la hembra en celo).

Es razonable postular que el libre albedrío (1) no existe porque todas nuestras acciones están determinadas por situaciones predisponentes (conformación del cerebro de cada ser humano) que reaccionan cuando son excitadas por estímulos desencadenantes de acciones concretas.

En los humanos esos estímulos desencadenantes pueden ser una señal de alarma (un cartel, una tormenta, un grito), o las palabras que oímos o leemos y que cambian la conformación de nuestro cerebro tanto como el olor cambia la de otros animales.

Si leyó hasta acá, su cerebro cambió.

(1) Libre albedrío y determinismo

●●●

Pensantes y pensados

Describiré una escena familiar clásica.

Alicia y Bartolomé son los padres de tres niños de 3, 7 y 9 años.

Son las 8 de la noche de un día invernal. Afuera hace mucho frío y circula poca gente.

Ellos cenarán dentro de un rato pero ahora los niños se entretienen jugando, algunas veces en equipo y otras sin interactuar entre sí.

Los cónyuges dialogan sobre cómo mejorar los ingresos económicos de la familia, qué hacer con los padres de él que ya no pueden seguir viviendo solos y conjeturando sobre las futuras decisiones del gobierno.

En el hogar hay cinco personas, dos adultos y tres niños, que por momentos se comunican entre sí y por momentos se aíslan en sus mundos interiores.

Se trata de una familia normal.

Los grandes colectivos poseen esta misma estructura aunque con integrantes adultos.

Unos pocos adultos (los dirigentes-padres) piensan cómo resolver los problemas cotidianos que se les presentan a todos y una mayoría (los gobernados-hijos) esperan las decisiones de los mayores.

Así como entendemos que la familia formada por Alicia y Bartolomé es normal, aceptamos como normal que en una sociedad haya personas que piensan y otras que actúan según lo que otros pensaron.

La clave de esta situación está en el significado del vocablo «normal», que según el Diccionario de la Real Academia significa:

1 — Dicho de una cosa que se halla en su estado natural.

2 — Que sirve de norma o regla.

3 — Dicho de una cosa que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.

En suma: los humanos asumimos en un nivel muy profundo de nuestro pensamiento (donde radica el lenguaje que usamos automáticamente), que es normal que unos pocos piensen y una mayoría no piense.

●●●

Nadie es mejor que mi perro

Estamos acostumbrados a hablar genéricamente de seres humanos (especie) para referirnos al conjunto de hombres y mujeres.

Dentro de la naturaleza, lo único que tenemos que hacer es conservar lo que llamamos «genéricamente seres humanos».

En el proceso de reproducción, los varones tenemos una participación escasa si la comparamos con la que tienen las mujeres.

El varón satisface su deseo sexual y continúa con sus asuntos personales. La mujer, en caso de quedar embarazada, comienza un largo proceso que puede terminar 20 años después, con el casamiento de su hijo.

Siendo que la conservación de la especie es nuestra tarea más importante y teniendo en cuenta que participamos de forma tan diferente, correspondería pensar que hombres y mujeres pertenecemos a categorías tan distintas que hasta podría decir que somos dos especies diferentes.

Por lo tanto —y volviendo al primer párrafo—, podría decirse que los hombres pertenecemos a una especie y las mujeres a otra especie.

Aunque continuemos llamándonos «genéricamente seres humanos», la semejanza que hay entre unos y otros se menor a la que imaginamos.

Cuando hablamos de mamíferos, podemos pensar en vacas, tigres, ratones, seres humanos, caballos.

Algo muy importante que los mantiene en categorías distintas es que una vaca no puede ser fecundada por un caballo y así en cualquier otra combinación imaginable.

Por lo tanto pensamos que una hembra y un macho pertenecen a la misma especie sólo si pueden fecundarse entre sí. Éste es el dato decisivo (1).

Este único dato ¿no estará recibiendo excesiva relevancia en nuestra interpretación de la realidad?

Observemos que hombres y mujeres nos llevamos bien —muy bien y hasta mejor—, con los perros y otras mascotas.

Decir que somos de la misma especie, ¿nos ayuda o nos impide comprendernos?

(1) El lenguaje ¿formará parte de la complementariedad reproductiva?

●●●

Ya sé por qué no me entiendes

En un artículo publicado recientemente (1) digo que todo lo que tenemos que hacer es producir (para alimentarnos y re-producir nos).

En otro publicado hace más tiempo (2) decía que aquellas personas que logran un buen desarrollo en los lenguajes verbal y matemático, acceden a las categorías socio-económicas que disfrutan de una mejor calidad de vida.

En otro artículo publicado hoy Nadie es mejor que mi perro sugiero la hipótesis según la cual el lenguaje es una función asociada al instinto sexual.

De hecho, si podemos suponer que lo que determina que un macho y una hembra se consideren como pertenecientes a la misma especie es que puedan ser complementarios en la reproducción, no estamos lejos de aceptar que la forma de comunicarse entre ellos es esencial.

En otras especies diferente a la nuestra, la atracción de los machos que producen las hembras cuando entran en celo, es una forma de comunicación (en este caso no acústica o gráfica, como la humana, sino olfativa).

En síntesis:

— Puesto que estar alineados con la naturaleza significa en última instancia producir para conservarnos como individuos y re- producirnos para conservarnos como especie;

— Si constatamos que un buen desarrollo lingüístico (lenguaje verbal y matemático) son determinantes para acceder a los mejores niveles de calidad de vida;

— Estamos reconociendo que estar alineados con la naturaleza (en última instancia con la realidad), es la condición más favorable para no padecer la pobreza patológica.

… y además:

1) La función lingüística podría estar asociada al instinto de conservación a través del instinto sexual;

2) Podríamos entender mejor el fenómeno humano si no estuviéramos tan apegados a la noción de que hombres y mujeres somos tan parecidos entre nosotros como un gato y una gata o un toro y una vaca.

(1) Menos orgasmos y menos salario

(2) Nuestros dos lenguajes

●●●

Ya somos muchos

Con la palabra «perversión» definimos muchas cosas. Todas negativas.

En su origen «pervertir» significó trastornar.

Una perversión sexual es toda aquella práctica diferente al coito genital heterosexual.

Para mí que lo que se quiso decir es que si la sexualidad no está al servicio de la procreación, entonces es perversa.

Creo que el motivo por el que esta palabra no goza de buena fama obedece a que en otras épocas (diría de 1950 hacia atrás) había que estimular de cualquier manera la natalidad porque los seres humanos morían en cantidades preocupantes por causa de las enfermedades y las guerras.

Los humanos generadores de opinión (científicos, religiosos, políticos) temieron que se extinguiera nuestra especie y por eso demonizaron la sexualidad no reproductiva.

Tengo la sensación de que la preocupación actual es que ya somos muchos.

Cada vez hay menos guerras genocidas, la medicina está arrebatándole ejemplares a la muerte y los recursos informáticos están eliminando fuentes de trabajo.

Por eso aplaudimos el casamiento entre personas homosexuales (que no traerán más gente al planeta), luchamos para despenalizar el aborto y estamos muy liberales para aceptar las prácticas que cuando éramos pocos, se definían como perversas, tales como:

Masturbación, sexo oral, sexo anal, aparatos estimulantes, pornografía y todas las inofensivas parafilias (voyeurismo, animalismo, fetichismo, etc.).

En otras palabras: una vez superado el temor a desaparecer como especie, nos sentimos autorizados a disfrutar de los placeres sexuales sin tener que preocuparnos como antes por el destino final del semen.

Como el lenguaje es muy resistente a los cambios, seguimos pensando que las perversiones son siempre negativas, pero me animo a reconocer que muchas veces son divertidas, estimulantes, aeróbicas.

●●●

Los castigos pedagógicos

En el artículo titulado «¡Cállate o te golpeo!» comentaba con usted que la violencia del hombre hacia la mujer puede estar causada porque ellas suelen tener más desarrollada la función simbolizante.

Dicho de otra manera, las mujeres son más diestras en el uso del lenguaje, tienen un talento natural para expresarse en forma oral o escrita.

Esto les permite disponer de una herramienta que contribuye a la convivencia pacífica porque ésta depende de saber negociar, dialogar, debatir.

¿Por qué las mujeres son más idóneas que los hombres en el uso del lenguaje? La explicación podría ser que ellas no disponen de fuerza física para defender sus derechos (como sí la tienen los varones) y además no pueden ser buenas combatientes porque suelen estar acompañadas de sus hijos.

Y esta observación me lleva a lo que es el tema central de este artículo.

A partir de la suposición de que los hombres golpeadores se defienden de un ataque verbal porque son torpes usuarios de la herramienta lingüística, podríamos pensar que la agresividad física contra los niños tiene una causa similar.

Cuando los adultos le hablan al pequeño para que modifique su conducta, éste no responde adecuadamente porque no tiene aún desarrollada la función simbolizante.

Los niños no obedecen porque no entienden. Los adultos nos irritamos porque erróneamente pensamos que entienden y caprichosamente cometen transgresiones que merecen ser castigadas.

En un intento de resumir las ideas de ambos artículos referidos a la violencia familiar, podríamos pensar que:

1) Las personas golpeadoras (generalmente varones) disponen de una destreza verbal inferior a la de su víctima y la respuesta agresiva aparece cuando se sienten atacados;

2) Las personas que castigan a los niños tienen una reacción similar porque, aunque tengan habilidad verbal, se irritan porque ésta no les da resultado.

●●●

«¡Cállate o te golpeo!»

Un golpe de puño equivale a un insulto, pero suele ser menos grave un insulto que un golpe.

En términos más académicos, es posible simbolizar muchas acciones mediante el uso del lenguaje.

El aspecto negativo de esta destreza que tienen ciertas personas (normalmente muy educadas) es que a veces sólo hablan y no ejecutan nada.

Por ejemplo, la parte positiva de poseer un buen desarrollo de la función simbolizante es que se pueden resolver muchos conflictos mediante la negociación, el diálogo, el debate, la discusión.

Ese mismo conflicto planteado entre personas con escaso desarrollo de la función simbolizante, se resuelve suponiendo que la razón la tiene quien logró desmayar al otro a golpes.

La parte negativa de poseer un buen desarrollo de la función simbolizante, es que puede quedar inhibida o atrofiada la capacidad de acción, porque la eficacia del discurso es tal que da lo mismo prometer que cumplir.

Muchas personas tienen incorporada la costumbre de prometer sin ton ni son y no se dan cuenta de que el receptor de esas promesas puede creer ingenuamente que serán cumplidas («después seguimos hablando de esto»; «termina tu tarea que te haré un lindo regalo»; «nunca más haré lo que hice»).

En suma: La violencia tiene como una de sus causas el escaso desarrollo de la función simbolizante (conocimiento del lenguaje, aptitud para usarlo con eficacia).

Parece obvio que los hombres somos más golpeadores que las mujeres porque somos más agresivos, sin embargo las mujeres suelen tener mayor destreza en el uso del lenguaje y algunos varones, cuando se ven «acorralados» por la inteligencia verbal femenina, se «defienden» a golpes.

Conclusión: La solución para la violencia doméstica está en la enseñanza del idioma; sobre todo a los varones ... «aunque usted no lo crea».

Artículos relacionados:

La violencia invisible
La discusión deportiva
«Hay que COMBATIR la violencia»

●●●

¿Qué quieres decir?

Cuanta un relato humorístico que un mudo integraba una multitud de personas donde se realizó el sorteo de un gran premio.

Quiso la suerte que él fuera el ganador pero mientras comenzó la cuenta regresiva para que apareciera el afortunado o se resolviera extraer otro número del bolillero, su discapacidad le impedía pedirle a la gente que le dejara pasar al escenario.

Desesperado por su impotencia y faltando escasos segundos, se le ocurrió abrirse el pantalón y mostrar su pene.

Algunas damas horrorizadas comenzaron a gritar «¡El mudo lo sacó! ¡El mudo lo sacó!» logrando de esta manera detener la cuenta regresiva del organizador.

Aunque todos pensamos que los niños siempre son felices porque pasan mucho tiempo jugando, sufren tanto como el mudo del relato porque es desesperante para ellos la dificultad que tienen para hacerse entender por los adultos.

Es muy probable que nuestro cuerpo sufra como quienes se desesperan pidiendo ayuda sin hacerse entender por quienes podrían ser los salvadores.

Quien recibe las señales más significativas del cuerpo es el propio enfermo, pero éste tiene que hacer una traducción a un lenguaje (el que hablamos) muy pobre porque las sensaciones (señales) no siempre son tan claras como para decir «me duele este diente».

Por este motivo (la dificultad en describir adecuadamente), nuestro principal proveedor de curación (la medicina clásica), suele no tomar en cuenta los dichos del paciente y prefiere guiarse por la información que brindan sus aparatos.

La mayoría de las veces esto funciona. Pero en algunos casos desoímos indebidamente esos mensajes creyendo que son simples creencias, sentimientos, miedos, supersticiones, ocurrencia ... como las del niño cuyos pedidos de ayuda desatendemos porque no entendemos qué nos pide.

●●●

¿Qué versión de inconsciente posee usted?

Nadie comprende el significado de la oración «Me violín de dormir estudiante deja el no», pero si aplico las normas gramaticales de la sintaxis, entonces puedo comunicar algo diciendo «El estudiante de violín no me deja dormir».

Uno de los ejes de la teoría psicoanalítica es el concepto de «inconsciente». Es esa parte de nuestra psiquis de la que sólo sabemos algo por deducción pero nunca por contacto directo.

Lo imaginamos como un depósito de instintos, de ideas o experiencias olvidadas y con esta creencia realizamos algunos procedimientos terapéuticos que mejoran realmente la calidad de vida de los pacientes.

Una de las definiciones del inconsciente es la de Jacques Lacan: «El inconsciente está estructurado como un lenguaje».

En el primer párrafo escribí una oración que no cumple aspectos gramaticales (sintaxis) al lado de otra que sí los cumple.

Pondré un ejemplo para explicarme: El cerebro es como una computadora y el lenguaje es su sistema operativo (Windows, Ubuntu).

Este «lenguaje-sistema operativo» nos mantiene integrados a la naturaleza en la medida que cumpla con la sintaxis, esto es, que funcione bien para que nos permita interactuar armoniosamente con el entorno (sociedad, ecosistema).

Nuestra salud depende de no estar en conflicto con las leyes naturales y para ello necesitamos un inconsciente (un pensamiento básico, una filosofía, un «sistema operativo») que cumpla con las leyes naturales.

El psicoanálisis —como procedimiento terapéutico— equivale a un «corrector gramatical» de nuestra forma de pensar más íntima, profunda, determinante (el inconsciente).

Se puede constatar que la calidad de vida de quienes han cursado un tratamiento psicoanalítico mejora significativamente.

Dicho en otros términos, este tratamiento logra mejorar nuestro vínculo con la naturaleza, lo cual evita enfermedades, malestares, accidentes, fracasos, pérdidas, frustraciones, miedos, angustia.

●●●

Hay caridades que matan

El 10 de setiembre de este año publiqué un artículo titulado El sentimiento que falta, donde comentaba que la «envidia» no tiene la palabra opuesta (antónimo) como sí la tienen amor (odio), tristeza (alegría) o furia (serenidad).

Un amable lector me señaló ayer que el Diccionario de la Real Academia Española dice —en la definición del vocablo «caridad»—: 2. Virtud cristiana opuesta a la envidia y a la animadversión.

A veces parece un poco exagerada la pretensión que tenemos algunos por encontrar el significado más sentido (emocional, profundo, inconsciente) de las palabras que usamos cotidianamente.

Una posible justificación de este interés proviene de la idea de que el lenguaje (y por lo tanto el diccionario) es el código jerárquicamente más importante entre los humanos.

Las leyes del idioma son cumplidas hasta por los más rebeldes transgresores.

Pero retomando el tema original, la palabra «caridad» deriva del latín caritas que significa amor, cariño. En su origen, esta palabra quedó asociada a la idea «amor al prójimo como virtud cristiana».

Si bien es innegable que nuestro código más importante (el diccionario) dice expresamente que la caridad es el sentimiento opuesto a la envidia, sigo sin poder convencerme.

Al deseo de comernos al personaje admirado (envidiado) para in-corporar (meter dentro de nuestro cuerpo) las cualidades que desearíamos poseer, no lo encuentro en las antípodas del «amor al prójimo» que significa «caridad».

Por el contrario, la envida y el deseo de comernos al personaje envidiado son sentimientos amorosos, que fundamentan —eso sí— aquel refrán que dice «hay amores que matan».

●●●

Huyamos del es3

Por la red informática que nos interconecta van y vienen miles de presentaciones en las que predominan las imágenes de paz, amor, sabiduría, calma, tranquilidad, con textos donde se pregonan las claves infalibles para lograr ternura, comprensión, serenidad.

Suelen estar musicalizadas con temas lentos ideales para la meditación.

La consigna de estas pequeñas obras de arte es: «bajemos el estrés».

El estrés parece ser uno de los principales enemigos a los que tenemos que enfrentarnos en la actualidad. Se le atribuyen gravísimas repercusiones orgánicas además de disminuir por sí mismo la calidad de vida que todos merecemos.

Ya a principio del siglo 20 Freud opinaba que la homofonía (la semejanza en los sonidos de las palabras) favorecía una segunda interpretación.

Es decir que en el lenguaje no solamente se producen las diversas interpretaciones de mismo texto porque el idioma lo permite (polisemia) sino que además la semejanza en los sonidos tiene valor significativo.

En el artículo titulado El matrimonio cardiológico les decía por ejemplo que la frase «con razón» puede sugerir la palabra «corazón» con tan solo omitir la letra «n».

El principal problema psicológico que tenemos (según el psicoanálisis) se origina en el complejo de Edipo (por el cual nos enamoramos del progenitor del género opuesto al nuestro).

La prohibición del incesto es el hecho agravante de esa primera frustración amorosa y que deja huellas cuando se resuelve exitosamente pero que deja dificultades de diversa entidad la mayoría de las veces porque suele no resolverse.

Por homofonía la palabra «estrés» puede oírse como «es tres», remitiendo al llamado «triángulo edípico», es decir a los problemas psicológicos (y estresantes) provocados por el enamoramiento y conflicto que padecemos con mamá y papá.

paz amor sabiduría ternura comprensión serenidad estrés homofonía Freud complejo de Edipo prohibición del incesto frustración amorosa triángulo edípico problemas psicológicos mamá papá

●●●

«Alcánzame el coso ese»

En otro artículo titulado La llave de nuestra casa les comentó que conocer nuestro idioma es una forma de sentirnos dueños del lugar donde vivimos.

Observe que las personas que tienen buenos ingresos saben expresarse eficazmente.

La explicación parece accesible: para ganar dinero necesitamos comunicarnos con otras personas y el lenguaje es la única manera de la que disponemos en nuestra especie.

En niveles muy superiores, las personas de mejores ingresos también llaman la atención por su capacidad para comunicarse con una gran audiencia por medio de la radiotelefonía, televisión, cine, teatro, conferencia.

Existe entonces una relación directa entre la destreza para usar nuestra capacidad de comunicarnos, el poder y los ingresos que podamos obtener.

A medida que ascendemos en la cantidad de poder, la competencia con otros se vuelve más intensa y se ponen en juego nuestras fortalezas física y psicológica.

Para acceder y conservar ese poder es necesaria una tarea continua para evitar que los competidores nos hagan perder ese preciado lugar.

Una de las maneras que los poderosos tienen para defenderse consiste en evitar que los ciudadanos logren un buen desempeño verbal, para lo cual se valen de dos estrategias complementarias:

1) Promocionan el estudio de otra lengua (está de moda el inglés), para que de esa manera los ciudadanos no logren hablar bien ninguna de las dos; y

2) Desestiman la incapacidad lingüística de los estudiantes, tolerando la pobreza verbal y las aberraciones ortográficas.

De más está decir que esta estrategia les viene dando buenos resultados.

●●●

Comprar dinero

El psicoanálisis nos ha enseñado que el lenguaje tiene una importancia central en nuestra forma de pensar.

La filosofía nos ha enseñado que la forma de pensar tiene una importancia central en nuestra calidad de vida.

Las neurociencias están confirmando que el pensamiento es un fenómeno que se produce en el cerebro e inclusive ya hay quienes aventuran hipótesis sobre dónde podría estar ubicado el inconsciente.

La colectividad a la que pertenecemos tiene una cierta forma de hablar y eso es causa y efecto de que la mayoría (por no decir todos) de sus integrantes piensan, razonan y poseen una escala de valores similar.

Para que haya evolución tienen que producirse cambios. Cuando hacemos lo mismo, sucede lo mismo, pero cuando hacemos algo diferente, las circunstancias cambian.

Por lo tanto, si logramos cambiar nuestros puntos de vista, probablemente cambiemos nuestra forma de hablar y la realidad que entre todos construimos, también sea diferente.

Como el dinero es una mercancía más (aunque con la particularidad de que puede cambiarse por cualquier otra), es posible decir que cuando vamos a trabajar, lo que en realidad hacemos es «salir de compras» sólo que en este caso lo que «compramos» es dinero.

¿Usted está conforme, le gusta, le parece bien «comprar» dinero?

●●●

Hablar o ladrar

Para ganarnos el sustento, para conseguir los bienes materiales que nos permitan vivir satisfactoriamente, tenemos que interactuar con otras personas.

El ser humano solitario que se autoabastece es una ficción muy bien lograda por el escritor inglés Daniel Defoe (1660-1731) en su novela titulada Robinson Crusoe.

Esta ficción se convirtió en un clásico de la literatura porque describe el frustrado anhelo que todos tenemos de ser autosuficientes.

Para apegarnos a la realidad y hacer lo único que podemos hacer (vincularnos con otras personas, negociar, vender nuestro trabajo, nuestro arte, nuestro ingenio), necesitamos desarrollar habilidades que nos permitan la interacción con los demás.

Las personas que no lo logran quedan apartadas de nuestra especie, pasan a ocupar roles que se aproximan a los otros animales, los que en el mejor de los casos viven como mascotas y en el peor de los casos como esclavos.

Por lo tanto, para vivir dignamente necesitamos poder interactuar con los demás seres humanos.

Para ello precisamos desarrollar nuestras habilidades sociales, especialmente la capacidad para comunicarnos.

Esto requiere conocer el lenguaje (léxico, gramática, sintaxis, ortografía), expresarnos con claridad (en forma oral y escrita) y ser usuarios de los medios disponibles para esa comunicación (papel, teléfono, computador).

Repito: toda carencia en nuestra habilidad para comunicarnos, nos aleja de la gente y nos aproxima al estatus de los demás animales.

●●●

Veo+un+árbol+grande

Hay animales con ambos ojos al frente y animales con ambos ojos a los costados.

Los primeros son depredadores mientras que los segundos son depredados y sirven de alimento de los primeros.

El campo visual de los animales que sirven de alimento a los que tenemos los ojos ubicados en un plano frontal es mucho mayor. Ellos pueden ver prácticamente todo lo que sucede a su alrededor. Los atacantes sólo podemos ver hacia adelante.

Dicen además que el ser humano se diferencia del resto de los animales porque es el único que habla. Si bien algunos se comunican por sonidos o señales visuales u olfativas, el lenguaje humano es particularmente complejo.

Cuando pensamos y cuando nos comunicamos usamos palabras: «Voy a levantarme ahora porque de lo contrario llegaré tarde a la cita», tanto puede ser un pensamiento como una comunicación.

Pensar usando palabras equivale a mirar un gran paisaje a través del caño de una escopeta. Sólo podemos ver fragmentos muy pequeños de algo muy grande.

Si mirar un gran paisaje de a pequeños pedacitos nos hace perder toda noción del paisaje completo, pensar hablando nos hace perder toda noción de las ideas generales, de los conceptos importantes, de los contextos.

Solemos criticarnos cuando decimos que «no vemos el bosque por mirar un sólo árbol».

En suma: pensamos juntando pequeños conceptos y es muy difícil saber cómo es el todo. Somos animales hablantes que sólo podemos pensar de a poco y tenemos los ojos al frente así que no podemos ver hacia atrás.

Resumo: tenemos un campo visual restringido y pensamos de forma fragmentaria, por lo tanto nuestra noción de realidad tiene motivos para ser menor que la deseada.

●●●

Fea o linda, ¡te amo!

Algunas personas me hacen saber por los diferentes medios que tienen para comunicarse conmigo, que mis propuestas son deprimentes, que las entristecen, que las desilusiona.

En los artículos donde sugiero que el libre albedrío no existe (1), no puedo ocultar que pienso y escribo de esta forma porque mi organismo reacciona así ante los estímulos que recibe.

Pero también digo que las palabras (el lenguaje, el habla, la escritura) forman parte de ese conjunto de fenómenos físicos, anatómicos, químicos y con estos artículos usted puede mejorar su calidad de vida ... si casualmente es lo que estaba precisando para cambiar su forma y filosofía de vida.

Me explico mejor: Imaginemos por un momento que la vida es para mí una mujer que amo. Es normal que a ella le diga por ejemplo, «¡Qué lindos zapatos te has comprado mi vida!».

Si yo siento amor por esta mujer solamente cuando ella está recién bañada, perfumada, peinada, maquillada, producida y no siento el mismo amor cuando está transpirada, maloliente, despeinada, medio dormida y malhumorada, entonces no la amo tanto.

Como habíamos quedado que en este artículo ella representa a mi vida y si a la vida solamente la amo cuando estoy bajo los efectos de una ilusión y no admito los aspectos más impresentables de la vida, entonces no amo tanto a la vida.

Conclusión: Mis artículo buscan que usted pueda amar a la vida tal cual es y no solamente cuando ella (la vida) está vestida para una fiesta.

(1) Soy libre de hacer lo que deba
Lexotán con papas fritas
Cállate que estoy hablando

●●●

Homosexualidad laboral

En algunos artículos recientemente publicados les comento la importancia que tiene el lenguaje en nuestra psiquis (1).

Argentina y Uruguay casi poseen la misma cultura e idéntica forma de hablar. Conformamos la cultura del Río de la Plata (que como curiosidad le cuento que es el río más ancho del planeta).

En ambas márgenes del Plata se usa la expresión popular «romperse el culo» para significar un trabajo grande, importante, esforzado.

Por otro lado, nuestra cultura no escapa a la homofobia (rechazo enfermizo a la homosexualidad).

Aunque cada vez son más toleradas estas opciones, en el fondo (inconscientemente) la seguimos rechazando, quizá porque la naturaleza nos obliga a conservar la especie y estas relaciones sexuales son estériles.

Otra hipótesis razonable que explique y sea causa de la pobreza patológica puede ser la homofobia que reacciona ante la expresión popular.

En suma: Como para ganarse el sustento es necesario trabajar con ahínco, haciendo un gran esfuerzo, es decir que hace falta «romperse el culo», entonces es posible que en muchas personas esto sea asociado literalmente y que el trabajo esforzado sea evitado por la mencionada homofobia.


(1) Cállate que estoy hablando
El que calla tiene que otorgar

lunes, 3 de mayo de 2010

El que calla tiene que otorgar

En algunos países se usa la expresión «los sin voz» para describir a quienes no tienen posibilidades de hacer oír sus opiniones, críticas y reclamos.

Hace pocos días publiqué un artículo titulado Cállate que estoy hablando donde comento con ustedes qué necesario es poder hablar y ser escuchados.

El poder que tienen algunas clases sociales (ricos, religiosos, militares, políticos, intelectuales, medios de comunicación) se manifiesta porque sus puntos de vista parecen ser los únicos válidos.

En otro artículo titulado Un negro zurdo y un blanco diestro les decía que el lenguaje incluye ideas prejuiciosas que pueden ser condenatorias.

Se llama Estado de responsabilidad patrimonial al listado de bienes y deudas que tiene una persona. La diferencia entre lo que tiene y lo que debe es su Capital.

Observen esto: La expresión responsabilidad patrimonial nos está indicando que el Capital que ahí se muestre determina cuanta autoridad (como un padre [patrimonial]) tiene alguien según sea su riqueza económica.

Esta condición patrimonial determina en qué medida esa persona será oída y por lo tanto cuánto podrán influir sus opiniones. En definitiva y tratando de ser categórico en esto, los de mayor capital actuarán como padres que determinan qué está bien y qué está mal.

Exagero otro poco: Manejarán el país como si fuera su propia casa.

Además, los parlamentarios también tienen derecho a hablar y cuando redactan las leyes no podrán evitar priorizar sus propios intereses.

Así queda determinada la condición actual: los pobres deberán obedecer a los ricos como los hijos deben obedecer a los padres. O sea que el subdesarrollo de las clases sociales menos favorecidas está determinada por los hechos y por el propio lenguaje que usamos a diario.

●●●

Un negro zurdo y un blanco diestro

El lenguaje genera sentimientos. No es una herramienta neutra. Contiene ideología, tendencias, predilecciones, prejuicios.

Si me permite decirlo: el lenguaje puede ser condenatorio. No lo perciben quienes no lo padecen o quienes padeciéndolo, no han pensado en ello.

Algunos teólogos piensan que en Jesús de Nazaret había una mezcla de pueblos oscuros, como egipcios, etíopes o babilonios, pero que hace unos siglos —y para que fuera aceptado por los pueblos occidentales—, se lo convirtió en un hombre blanco de ojos azules.

Ese lenguaje condenatorio del que les hablaba al principio sugiere que lo negro tiene directa relación con lo oscuro, lo miserable, lo sucio, la muerte, mientras que lo blanco se lo asocia con lo puro, lo bueno, lo limpio, la vida.

Por ejemplo, el vestido de novia es blanco y el de la viuda es negro.

De modo similar, la izquierda se asocia con lo tramposo, corrupto, delictivo, amoral, mientras que la derecha se vincula con la honestidad, legalidad, sinceridad, ética. Por ejemplo, «ir por derecha» significa ser frontal, tener coraje, decir las cosas como son. Un personaje siniestro (donde la palabra «siniestro» significa «lo que está del lado izquierdo») es un personaje malintencionado.

En suma: El lenguaje no es neutro, contiene una ideología, incluye prejuicios, es parcialmente responsable de los malentendidos.

●●●

¿Y a esto cómo lo podemos llamar?

Me sucedió algo fantástico y conste que no soy exagerado.

En uno de mis frecuentes viajes en ómnibus (colectivo, micro), el tránsito estaba muy crispado (nervioso, excitado, irritado) y nuestro conductor reaccionaba haciendo maniobras rápidas, quizá olvidando que venía con cerca de ochenta pasajeros, veinte de los cuales estábamos de pie.

En cierto momento alguien se puso de pie para descender y la jovencita (veinte años quizá) que podría haber utilizado el asiento libre me preguntó si no quería aprovecharlo.

Es la primera vez que me pasa y sentí una agradable emoción.

Luego me llamé a la realidad y me dije: «Quizá ella también descenderá en unos minutos y por eso me cedió el asiento».

Me quedé atento a confirmar mi hipótesis, pero felizmente no la confirmé. Ella me cedió el asiento en un gesto de amabilidad, como una cortesía, por el simple deseo de gratificar a un desconocido.

Tengo que explicarle por qué esta anécdota mínima es tan trascendente.

Cuando un hombre le cede el asiento a una mujer, se dice que él tuvo un gesto de «caballerosidad», pero para describir la cualidad de este gesto de la jovencita NO TENEMOS VOCABLO.

Por lo tanto, ella tuvo un gesto «incalificable» (por omisión de nuestro lenguaje, por simple pobreza lingüística).

Aunque parezca insólito, nuestras mentes funcionan organizadas por el lenguaje. Ese instrumento social determina qué se puede hacer y qué no se puede hacer, pero lo hace de una manera implícita (no explícita).

Lo más importante de esto es que nuestra conducta está influida por nuestro inconsciente y éste por el lenguaje. «¡Aunque usted no lo crea!» como diría Ripley.

●●●

La discusión deportiva

Dos personas tienen un conflicto de intereses y pueden sentarse a buscar una solución o pueden delegar esta tarea en sus abogados.

Casi seguro que si participan los abogados es porque ellos dos no pudieron llegar a un acuerdo. Más aún, quizá no pudieron mirarse a la cara y mucho menos hablarse.

Pero ese conflicto de intereses entre dos personas puede ser llevado al terreno deportivo y ser utilizado como un juego.

Los deportes competitivos plantean e intentan resolver el conflicto entre dos o más jugadores (o equipos) que «dicen ser los mejores».

El tenis parece una discusión cuidadosa. Sus propias reglas incluyen la instalación de una red que impide el contacto físico. Algo similar sucede con el voleibol.

Pero cuando los participantes (jugadores y espectadores) prefieren un poco más de violencia, de contacto físico, de riesgo, resuelven su conflicto de interés (determinar quién es el mejor) utilizando juegos sin red (fútbol, basquetbol, rugby, hockey).

De estos ejemplos podríamos extraer cuatro ideas por lo menos:

1) Que el uso del lenguaje puede ser suficiente para resolver los conflictos de intereses que podamos tener (ya sea usado por los interesados o por quienes los representen);

2) Que uno de los conflictos que nos enfrentan tienen que ver con determinar «quién es mejor o superior a quién»;

3) Que los humanos disfrutamos prescindiendo del lenguaje para resolver nuestros conflictos y por eso usamos los juegos para que la inevitable violencia del lenguaje corporal «no pase a mayores»;

4) Que la violencia condenable (contra niños, mujeres, ancianos) se produce porque de alguna manera disfrutamos con ella.

Dejo constancia que a propósito no menciono el boxeo masculino y femenino.

Artículo relacionado:

La violencia invisible

●●●

¿Qué libertad?

En el artículo reciéntemente publicado con el título ¿Ai que aser los deveres? comentaba que la libertad de pensamiento es muy relativa porque no es posible pensar fuera del idioma.

Las normas del lenguaje son bastante severas y no podemos armar una frase como nos plazca sino que debemos apegarnos a la gramática.

Más genéricamente, olvidándonos de las normas que impone el idioma que podamos usar, los humanos sólo podemos pensar como tales. No hay pensamientos inhumanos. Nuestra psiquis tiene su propia estructura y por más esfuerzo que se haga nunca se puede pensar, sentir o actuar de una forma especial. Estamos presos de nuestra condición humana.

Dadas estas consideraciones, yo no estaría tan seguro de que exista el libre albedrío. Más bien parece ser una consigna impuesta para hacernos creer que estamos mejor de lo que estamos y de paso tener un justificativo para que los transgresores a las normas de convivencia puedan ser responsabilizados, culpabilizados y castigados.

Pero hilando un poco más fino, cuando en un sistema democrático se dice que TODOS tienen derecho a expresar sus ideas, tampoco es muy cierto.

Muy pocos tienen acceso a los medios de difusión, muy pocos sabrían qué decir ante una cámara de televisión o un micrófoco, casi ninguno sería escuchado y tenido en cuenta por los eventuales receptores del mensaje. Por lo tanto, es cierto que puede existir una gran libertad de expresión, pero también es cierto que ese derecho no sirve prácticamente para nada.

Mi intención de demoler creencias infantiles y ruinosas (omnipotencia, autogobierno, libre albedrío) para que podamos contruir nuevas ideas personales ahora que somos adultos.

●●●