martes, 12 de julio de 2011

Las metidas de pata (bloopers)

Los bloopers son situaciones que nos causan júbilo más que alegría, pero no porque malignamente disfrutemos de la desgracia ajena.

Les cuento una breve deducción psicoanalítica.

En inglés la palabra blooper significa cometer un error, aunque más precisamente es «meter la pata».

Demás está decir que entre los idiomas no existe una correspondencia exacta entre vocablos. Es decir que blooper podría corresponder a meter la pata en español. Con esta salvedad, digo entonces que la expresión mencionada es la traducción del vocablo inglés.

¿Por qué algunas personas se ríen de los bloopers?

Según una suposición de uno de mis psicoanalistas preferidos (Jacques Lacan 1901-1981), los niños muy pequeños no saben durante los primeros meses de vida que son individuos separados del entorno que los rodea (1) (madre, padre, hermanos, mascota, cama, casa, ...).

En cierto momento de su evolución neurológica (aproximadamente de 18 a 24 meses), el pequeño, al verse en un espejo en compañía de otra persona, se ríe con una risa especial, de gran felicidad, jubilosa.

Esa reacción estaría motivada porque se da cuenta por primera vez que él es él y que el resto de las personas, mascotas, muebles, no son él. Ese momento mágico en su evolución le permite discriminarse, sentirse individuo, ser alguien.

Por lo tanto, cuando veo la filmación de una metida de pata (blooper), de un tropiezo, una caída de otra persona, retomo aquella sensación jubilosa (alegre, divertida, gozosa) porque lo que acabo de ver reafirma que «yo soy yo y no soy todo lo demás (específicamente, no soy quien metió la pata)».

Reírse de la desgracia ajena ya es otra cosa (fallecimientos, enfermedades, ruina económica), y creo que nadie considera a estos hechos como bloopers divertidos.

En suma: Las metidas de pata ajenas nos reafirman placenteramente en nuestra identidad e individualidad.

(1) No soy Bin Laden

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La mediocridad universitaria

El sistema educativo es el área totalitaria de las democracias, donde se fabrican ciudadanos desmotivados para la creatividad.

El último párrafo de un artículo publicado hace un tiempo (1), dice:

« La rigidez mental es afín a los regímenes totalitarios y la creatividad es afín a los regímenes liberales.»

El sistema educativo y la familia tratan de formar al niño cuyos conocimientos, criterios y cultura arrancan prácticamente en cero.

En el mencionado artículo decía que la creatividad surge cuando las conexiones asociativas entre las neuronas (sinapsis) se apartan de la educación, adiestramiento o disciplinamiento que se nos impone en esas instituciones (sistema educativo y familia).

Culturizarnos significa «cortarnos a todos con la misma tijera», es decir, igualar nuestras conductas, puntos de vista, creencias, prejuicios, conocimientos.

Este fenómeno es universal y tiene un aspecto favorable junto a otro desfavorable.

Parece inevitable que los ciudadanos de una misma nación compartan algunas características para poder entenderse, comunicarse, socializarse entre sí (idioma, historia, símbolos patrios).

Esta primera educación convierte a los niños en verdaderos hijos de un régimen totalitario. Los niños casi no tienen ni voz ni voto, sus propuestas son automáticamente descalificadas y su poder es muy restringido.

Ocurre sin embargo que ese niño que aún tiene la inmadurez neurológica normal que lo inhibe para asumir responsabilidad, luego crece y adquiere las condiciones anatómicas suficientes para tomar decisiones, opinar, cuestionar, proponer ideas alternativas, pero resulta ser que el sistema educativo secundario y universitario suele continuar con aquel criterio absolutista, de pensamiento único (con bibliografía obligatoria), totalitario.

Tenemos entonces a personas que si son creativas, deberán conservar sus ideas en la clandestinidad hasta que den por terminada la educación institucionalizada (universitaria, por ejemplo).

Cuando logren salir del totalitarismo educativo ya serán adultos de 25-30 años con escasa energía para alterar el statu quo.

(1) Apuntes sobre la creatividad

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Apuntes sobre la creatividad

La creatividad es una función neuronal que nos caracteriza como el color de la piel o la estatura.

Nuestras neuronas establecen ciertas conexiones entre sí a medida que va desarrollándose el sistema nervioso, especialmente el cerebro.

La educación influye fuertemente en el establecimiento de esas conexiones (sinapsis).

Es similar a la configuración que los usuarios pueden hacer de su computadora, personalizando con qué pantalla de inicio arranca la PC, cómo se mostrarán los archivos, en qué idioma quedarán redactados los mensajes automáticos, etc.

Desde pequeños nos enseñan a controlar los esfínteres, a comer utilizando cubiertos, a usar un pijama para dormir.

La configuración de nuestro cerebro nos instala los usos y costumbres de nuestra cultura y a partir de ahí podremos hacer lo que hacen otros de nuestra familia, ciudad o país.

Algunas personas tienen la característica de formar conexiones por sí solos. Pueden pensar y actuar con estilos que no le fueron enseñados. Pueden apartarse de la educación recibida a la vez que pueden respetarla.

Asimismo, algunas personas tienen la característica de no poder apartarse de la educación recibida porque su cerebro no tiene autonomía para establecer nuevas conexiones. Hacen sólo lo que alguna vez aprendieron a hacer.

A la autonomía para realizar nuevas conexiones neuronales le llamamos creatividad cuando el fenómeno no altera y eventualmente beneficia la convivencia social.

Por el contrario cuando alguna patología neurológica impide el establecimiento de conexiones estables, armónicas, equilibradas, lo primero que se resiente es la aptitud para integrarse socialmente.

Existe un punto intermedio en el cual los creativos entran en conflicto con los no creativos porque estos reaccionan con temor (agresividad defensiva) ante las ideas nuevas que sus neuronas no pueden empatizar, igualar, simpatizar.

La rigidez mental es afín a los regímenes totalitarios y la creatividad es afín a los regímenes liberales.

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Los alcances de una herejía

El vocablo «herejía» tanto se aplica a una discrepancia en materia de religión, ciencia o arte como a un grave daño provocado injustamente.

Todos funcionamos armónicamente aunque nuestras armonías no sean idénticas de una persona a la otra.

Desde un niño recién nacido a un comatoso (que está en estado de coma), todos estamos organizados como para conservar el fenómeno vida, aunque bajo ciertas circunstancias disponemos de más funciones que en otras.

En otras palabras, podría sintetizar la idea diciendo que el sólo hecho de tener signos vitales es suficiente para decir que estamos armonizados, organizados, funcionales. Estar vivos podría considerarse un estado de perfección básico.

Para algunas personas la perfección existe solamente cuando es posible establecer una igualdad con algún modelo preconcebido, imaginario, ideológico, acordado por consenso, impuesto por alguna autoridad reconocida.

Por ejemplo, la psiquiatría supone que su libro maestro (DSM IV) describe exhaustivamente qué es estar mentalmente sano. Por lo tanto, todo lo que difiera de la especificaciones incluidas en ese manual está enfermo.

Algo parecido ocurre con las religiones. En todas existe por lo menos un libro sagrado donde figura qué está bien y qué está mal para toda la humanidad, aclarando luego que aquellos que no cumplan esos preceptos, no solamente están fuera de la mencionada religión sino que transgreden la única verdad que ellos aceptan.

A quienes no opinan según las ideas, creencias, costumbres de una determinada ciencia, filosofía, religión, se los denomina herejes.

La palabra herejía no sólo significa estar en desacuerdo sino que va más allá y califica de desacierto disparatado a la opinión diferente. Más aún, esa discrepancia es insultante (injuriosa) y hasta se reconoce que discrepar es causar grave daño injustamente.

En suma: los intolerantes que reaccionan muy agresivamente con las opiniones diferentes, en algún momento las interpretan como herejía.

Nota: las imágenes de Stalin y Hitler representan sus ideologías (comunismo y nazismo respectivamente). Los seguidores de una y otra aún se persiguen mutuamente interpretando la discrepancia como herejía.

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Prohibido tocar

Los eufemismos son asombrosos inventos lingüísticos que nos permiten darle solución psicológica a ciertos problemas psicológicos. Nos ayudan y mejoran nuestra calidad de vida.

Hace más de tres años hice un comentario respecto a unas piezas maravillosas que tienen los lenguajes. Me refiero a los «eufemismos» (1).

Fíjense que significado tan dulce, mullido y hasta perfumado le dieron los integrantes de la Real Academia:

«Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante».

Podrían haber definido el «eufemismo» como expresión que sustituye a otra que el uso volvió desagradable.

Acá está la explicación de por qué no fui convocado para integrar tan digna Academia.

El lenguaje está al servicio de nuestra psiquis e insisto además que probablemente también ocurra lo contrario, es decir, que nuestra psiquis está diseñada según nos llega el lenguaje materno.

Observemos este interesante, ilustrativo y divertido ejemplo.

En la mayoría de los países hispanoparlantes, es normal que los adultos le digan muchas veces al niño inquieto, curioso, inteligente: «¡No toques!» (el florero, la cocina, el cuchillo).

Nuestro lenguaje vino fuertemente impregnado de la filosofía judeo-cristiana (especialmente con el catolicismo), que se caracteriza por un fuerte horror al placer, la riqueza, los goces mundanos.

Su metodología disuasiva consiste en infundirnos miedo al deseo.

Cuando ingresamos en la preadolescencia (10 años de edad aproximadamente), las hormonas comienzan a estimular sensaciones muy atractivas a nivel genital y los humanos, sin que nadie nos enseñe, por puro instinto, aprendemos a masturbarnos, lo cual vuelve locos a los adultos hispanos, judeo-cristianos y horrorizados con el deseo.

Ahí aparece nuestro amigo el «eufemismo». Muchas personas denominan «tocarse» como eufemismo por «masturbarse», con lo cual inconscientemente evocan aquella reiterada orden recibida desde las alturas (los adultos son más altos), que nos decía con tono autoritario «¡No toques!».

(1) «Me arrastré pero siempre con dignidad»



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La Biblia es cuestionable

Para muchos pobres la escritura es sagrada y creen ingenuamente en la sabiduría incuestionable del texto impreso.

Padezco la paranoica sospecha de que el poder es deseado por todos pero que sólo algunos son capaces de aplicar estrategias efectivas para poseerlo y conservarlo, mientras que los demás sólo aspiramos a que nos caiga del cielo, lo recibamos de regalo o lo obtengamos en un golpe de suerte de la fortuna (ganar en la lotería, por ejemplo).

Esos pocos capaces de desarrollar y aplicar una estrategia efectiva para obtener y conservar el poder, apelan a recursos ingeniosos. Los imagino con dotes para jugar al ajedrez, con talento para conocer las debilidades del ocasional contrincante, descubrir cuáles son sus puntos débiles, inducirlo para que se equivoque y provocarle el fatídico jaque mate, que al salir de esta comparación, equivale a dominarlo, tener más poder que él, subordinarlo.

Existe un refrán que dice: «Somos esclavos de nuestras palabras y amos de nuestros silencios».

Es probable que cualquier dicho popular esté diseñado para favorecer a los más poderosos en perjuicio de los más débiles porque los poderosos actúan globalmente, no descuidan ningún detalle, sólo quieren dar jaque mate sea como sea, aunque para lograrlo tengan que arriesgar y perder peones, alfiles, caballos y torres.

Voy al punto: una mayoría cree que la escritura es sagrada, que sólo está permitida para una élite, que cualquier mensaje recibido en letra de texto impreso es verdadero, que sólo unos pocos tienen el poder divino (sobrenatural) de escribir porque tienen el don de zafar de la esclavitud a la que refiere el refrán.

En suma: Los campeones del poder son dueños de los medios de comunicación, escriben y someten a quienes creen ingenuamente que un libro siempre trasmite verdades y que todo escritor es un sabio incuestionable.

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Los inteligentes eligen

Es inteligente lograr que a una mayoría se nos atrofie la inteligencia. En eso están.

Una tontería dicha por alguien prestigioso se convierte en genialidad, creatividad o extravagancia. Esa gloriosa tontería corre con ventaja para convertirse en noticia, avance filosófico y tonificante del sentido común.

Una tontería dicha por una persona desconocida se convierte en una tontería dicha por una persona desconocida, es decir, no cambia de estado. Conserva sus cualidades originales.

Como pertenezco a esta segunda categoría les propondré una tontería que tiene vinculación con lo que el lenguaje dice sin decir.

La inteligencia es esa habilidad adaptativa que tenemos los seres vivos de prácticamente todas las especie.

El fototropismo es una forma de inteligencia. Consiste en el movimiento que hacen las flores para mirar el sol procurando la máxima exposición. Giran sobre su tallo como nosotros giramos la cabeza para ver quién viene.

La palabra inteligencia tiene incrustada otra palabra que enriquece el significado más visible.

Efectivamente (y aquí va la tontería) inteligencia incluye algo que siempre intentamos hacer: elegir lo mejor, quedarnos con lo más conveniente, optar por lo más beneficioso, ya sea una butaca en el teatro, una manzana en el frutería o un cargo interesante, bien remunerado, ideal para nuestra vocación.

La vida de las plantas es bastante más sencilla que la de los humanos. Las flores que buscan el sol no se pelean, ni se engañan, ni se hacen trampa.

Los humanos usamos como una de las estrategias para que otros no elijan lo que deseamos elegir para nosotros, empobrecer, embrutecer, atontar la inteligencia de nuestros competidores, criticando a los estudiosos, despreciando a los más hábiles, aplaudiendo a los groseros, malhablados, prepotentes.

De todos modos es mejor esto que terminar como adorno en un florero.

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