martes, 1 de mayo de 2012

Lo diferente ¿debe ser igual?



El verbo «discriminar» tiene definiciones contradictorias que nos dificultan saber qué está bien y qué está mal.

El diccionario de la Real Academia Española (R.A.E.) (1) define el verbo «discriminar» diciendo que:

1. tr. Seleccionar excluyendo.

2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

Por su parte, Word Reference (2) describe el verbo «discriminar» diciendo que:

1  tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, de sexo, de clase social o casta u otros motivos ideológicos:
discriminar a una persona por cualquier motivo es un acto inconstitucional.

2  Separar, diferenciar una cosa de otra:
discriminar lo verdadero de lo falso.

En la cultura occidental pensamos que la acción de «discriminar» es condenable, a tal punto que en la primera acepción indicada por Word Reference agrega un ejemplo aclaratorio, que R.A.E. no incluye. Dice: «Discriminar a una persona por cualquier motivo es un acto inconstitucional».

El presente artículo tiene por núcleo analizar esta última acepción donde Word Reference dice: «Separar, diferenciar una cosa de otra: discriminar lo verdadero de lo falso».

Esto es gravísimo!!

El idioma nos dice que «discriminar» significa «excluir», «inferiorizar» y que es un acto «inconstitucional». Simultáneamente nos dice que «discriminar» es «diferenciar», por ejemplo, lo verdadero de lo falso.

Conclusión:

Nuestro idioma nos alienta a no diferenciar, a no discriminar, a igualar, a no categorizar, a no distinguir, a que consideremos que las personas, las cosas y las ideas sean todas iguales, inclusive sin diferenciar «lo verdadero de lo falso».

Si basándonos, nada menos que en los diccionarios, llegamos a la conclusión de que no debemos «discriminar», diferenciar, separar, nos dará lo mismo ser ricos que pobres, eficientes que ineficientes, honestos que deshonestos, útiles que inútiles.

Nota importante: sin «discriminación» no hay percepción (3).


 

(Este es el Artículo Nº 1.540)


Nuevos roles femeninos



La capacidad performativa del lenguaje determina cada vez menos la supuesta incompatibilidad del sexo femenino con los roles de poder.

Las mujeres tienen una forma de comportarse determinada por su anatomía y por el rol asignado en cada cultura.

Toda su anatomía es determinante en mayor o menor grado porque así ocurre en cualquier ser vivo.

Por ejemplo, ellas corren como lo hacen porque la arquitectura ósea a la altura de la cadera está diseñada para soportar al niño que gesten; la forma del aparato fonador (boca, cuerdas vocales, laringe), es especial y por eso resulta fácilmente diferenciable una voz femenina de una masculina; los gestos para hablar están determinados 100% por normas culturales, por los usos y costumbres que indican cómo debe comportarse una mujer.

Los rasgos primarios son los anátomo-fisiológicos, tales como los senos, la vagina, la menstruación y los rasgos secundarios son los conductuales: cómo corre, cómo habla, cómo gesticula.

Hace meses mencioné, dentro de un relato de ficción (1), a la filósofa norteamericana Judith Butler (1956 - ), quien en varios libros ha puesto el acento en el fenómeno performativo del lenguaje, es decir, la capacidad del lenguaje para instaurar fenómenos concretos.

El caso al que quiero referirme ocurre cuando el fenómeno performativo se verifica cuando alguien dice de un recién nacido: «es varón» o «es niña».

Ese hecho lingüístico instaura fenómenos concretos, por eso es performativo, pre-formativo, un pre-determinante.

La mencionada filósofa, Judith Butler, trabajó en particular sobre las inadecuaciones observables en quienes parecen tener el cuerpo equivocado (transexuales, homosexuales), pero el presente artículo solo quiere señalar que está perdiendo eficacia el fenómeno performativo que sugería la incapacidad femenina para gobernar (2), para detentar el poder y hasta para ser militar.

Más aún, la mujeres que desempeñan esos roles pueden hacerlo sin perder su femineidad.



Otras menciones al concepto «función performativa»:

 

(Este es el Artículo Nº 1.552)

La información y los cambios corporales


 
La información (datos, consejos, afectos), transforman nuestro cuerpo y su funcionamiento.

Como les he comentado en otras ocasiones, la realidad puede ser interpretada de diferentes maneras, por ejemplo:

— creyendo o no en la existencia de Dios;
— creyendo o no que la medicina clásica (la que hoy ocupa la mayor parte del mercado) es efectiva en todos los casos o solo en algunos;
— creyendo o no que el psicoanálisis mejora la calidad de vida.

Me cuesta creer que alguna de estas opciones sea verdadera o falsa. Por el contrario me parece que nuestra existencia está 100% gobernada por la naturaleza y que todos nuestros pensamientos son producciones orgánicas de nuestro cuerpo.

Sin embargo, es probable (a la luz de algunos hechos) que nuestro pensamiento tenga alguna influencia sobre nuestro organismo.

En este caso, el 100% de influencia que tiene la naturaleza sobre nuestro organismo generará resultados diferentes sobre organismos diferentes.

Por ejemplo: todos los niños que van a la escuela tienen organismos (cuerpos) 100% gobernados por la naturaleza, pero esa influencia generará resultados diferentes según la particularidad de cada cuerpo y algunas de las tantas características singulares de cada cuerpo son:

— si está bien alimentado o no;
— si durmió bien la noche anterior;
— si los padres siempre desearon su nacimiento o estuvieron a punto de abortarlo;
— si la madre le dijo (o no) al salir de la casa «Ten cuidado, Miguelito, evita los vehículos que se te acerquen».

Las circunstancias mencionadas influirán sobre el cuerpo del niño. Sin ir más lejos, esta última recomendación («¡ten cuidado!»), hará que el cuerpo de Miguelito reaccione en forma particular ante las contingencias del tránsito. El consejo materno quizá le aumentó la sensibilidad, la velocidad de respuesta, los reflejos automáticos, disminuyéndole la exposición a los accidentes.

En suma: la información genera cambios anatómicos y fisiológicos.

(Este es el Artículo Nº 1.547)

Los obstáculos para educarnos




Para poder comunicarnos sin violencia tenemos que desarrollar nuestra competencia lingüística.

Todos sabemos que no se puede practicar la cirugía a oscuras.

Reconozco que este tipo de afirmaciones no se están diciendo o leyendo por ahí, pero les pido que lo tomen en consideración por tan solo un par de minutos.

Aunque es mucho menos obvio que «la cirugía a oscuras», tampoco es posible resolver los problemas importantes sin hablar de ellos, sin describirlos, sin ponerlos en palabras, sin iluminarlos intelectualmente.

Mejor dicho, es posible intentar solucionar los problemas graves sin hablarlos pero recurriendo a la violencia, por medio de la fuerza, el miedo, el despotismo.

Por lo tanto el tratamiento civilizado de las dificultades, el procedimiento que excluye la violencia (física o psicológica), requiere el desarrollo de competencias lingüísticas que no traemos al nacer.

Esas habilidades (las de poder expresarnos, pensar, conceptualizar, comunicar verbalmente) tienen que ser aprendidas.

Aprender a caminar consiste en que alguien nos sostenga para no caernos, pero los primeros pasitos nos salen por instinto. Necesitamos una ayuda similar para comer porque nuestra coordinación neuromuscular es demasiado precaria como para llevarnos la comida a la boca.

Me animaría a decir que nacemos con similar aptitud para andar en bicicleta o a caballo, pero necesitamos una gran ayuda para poder comunicarnos verbalmente con una eficacia aceptable.

Y acá se nos presentan dos obstáculos, que si no logramos superarlos, lograrán conservarnos como «cirujanos de las tinieblas» (ineptos para resolver problemas sin violencia).

Para desarrollar nuestra capacidad lingüística y así poder pensar y comunicarnos, necesitamos recibir educación para lo cual tenemos que estar dispuestos a cambiar, es decir, reconocer sinceramente que estamos incompletos y que no somos perfectos.

El segundo obstáculo es que si decidimos cambiar (educarnos, aprender a comunicarnos), podríamos perder a los amigos que no deseen cambiar.

Otras menciones al concepto «competencia lingüística»:

El desPRECIO al trabajo corporal 

«Alcánzame el coso ese» 

Trámite para no ser un idiota 


(Este es el Artículo Nº 1.545)

La diversidad de idiomas



La diversidad de idiomas quizá tiene su origen en la ambición regionalista, patriótica, narcisista y paranoica de los distintos pueblos.

Cuenta una leyenda bíblica que en cierto momento, algunos habitantes de Babel llevaron adelante el proyecto de hacer una torre que llegara hasta el cielo.

Supongo que la intención de aquellas personas era similar a la que tienen los que hoy gastan fortunas en conocer la Luna, Marte, Venus, Júpiter y otros parajes del cielo.

En un caso la teoría nos llevaba a curiosear en el Paraíso y en el presente la teoría nos lleva a mitigar la muy humana angustia de saber si estamos tan solos como parece.

La historia se completa cuando Dios, indignado por el atrevimiento de aquellos curiosos, les cambió el lenguaje de tal forma que no pudieran entenderse entre ellos.

Los pobres obreros no le entendían al alemán que pedía más ladrillos, los italianos avisaban que la comida estaba pronta y nadie aparecía, los franceses propusieron una idea genial que nadie entendió, y así llegamos a nuestros días; días en los que seguimos sin saber por qué existen tantos idiomas y días en los que los traductores se ganan la vida honestamente.

Nuestra imaginación, como siempre ocurre, propone soluciones humanas (antropomórficas) para todo lo que no tiene una explicación y así fue que inventamos una historia de transgresión y castigo divino para explicar algo que aún ignoramos por qué ocurrió (la diversidad de lenguas).

Conociendo (debí decir «imaginando») al ser humano como lo conocemos hoy, yo diría que la pluralidad de lenguajes no está causada por ningún castigo, mucho menos divino, sino que fue el exagerado patriotismo lo que llevó a que cada pueblo construyera su código, para que los extranjeros (amigos y enemigos), nunca supieran del pensamiento de los lugareños. ¡Puro narcisismo paranoico!

Otra mención a la «Torre de Babel» y al «narcisismo»:


(Este es el Artículo Nº 1.534)