jueves, 4 de abril de 2013

Mascotas y presidiarios




Existen semejanzas entre los hogares con mascotas y las penitenciarías pues encarcelamos mascotas y delincuentes con el objetivo de humanizarlos.

No pensar respetando el sentido común es divertido para algunos e irritante para otros.

Quienes le prestan atención a mis producciones escritas y filmadas, se divierten. «Somos pocos pero buenos», diría algún conformista incorregible.

Algo en mi cabeza puede ser comparable aunque el sentido común no lo considere así.

Son comparables las cárceles con ciudadanos privados de libertad para ser reeducados con los hogares donde hay una o más mascotas.

Por lo tanto estoy comparando a los presidiarios con las mascotas, y a las cárceles con los hogares compuestos por seres humanos y no humanos.

En ambos lugares, los amos y los carceleros cuidan de que los capturados no se escapen, pero para mantener la ficción de que se diferencian, se dice que las mascotas se pierden o extravían mientras que los presos se fugan.

De hecho unos y otros se fugan o se extravían. Por eso son comparables.

El amo le da a su mascota alimento, atención sanitaria, cobijo, así como las instituciones penitenciarias hacen lo propio con los recluidos.

Las mascotas en los hogares cumplen la tarea de darle al amo la sensación de que él es un ser superior, así como los presos nos dan la sensación a los demás ciudadanos de que somos superiores por ser más honrados y obedientes.

Los dueños de mascotas están orgullosos de ellas y a veces exageran diciendo: «mi animalito es tan inteligente que le falta hablar».

La palabra «animalada» (burrada, barbaridad, salvajada), en idioma español (1), alude a una equivocación propia de «animales». Por esto suponemos que las cárceles son instituciones que procuran «humanizar» a quienes se comportaron como mascotas.

Conclusión: Encarcelamos mascotas y delincuentes para humanizarlos.

 
(Este es el Artículo Nº 1.838)

El nuevo papa suena como el dinero




Desde el psicoanálisis es posible decir que si el nuevo papa es argentino, lingüísticamente significa que «suena como la plata (¿dinero?)».

No puedo evitar suponer que un ser humano en el que predomina el pensamiento mágico tiene severas dificultades para vincularse con la realidad y que, por lo tanto, también tendrá dificultades para ganarse el sustento.

Los niños no pueden encargarse de las tareas que hacen los adultos precisamente porque en su cerebro predomina el pensamiento mágico.

La humanidad parece evolucionar como un ser humano: antiguamente, hace siglos, la mayoría tenía creencias fantásticas,  ilusorias, místicas. Hoy en día eso ha cambiado un poco pero no demasiado.

De esta reflexión resultaría que en nuestra evolución, promedialmente pensamos como niños de nueve o diez años. Entre nosotros los hay que piensan de forma muy concreta y rigurosa pero también los hay quienes siguen pensando que existen fuerzas mágicas, espíritus, milagros.

Cada uno de nosotros creemos que estamos funcionando bien, que ocupamos el grupo de los más evolucionados y que nuestros criterios aumentan el promedio de maduración de toda la especie.

Este blog está destinado a mis artículos que refieren a la pobreza patológica, es decir, aquella escasez indeseada para quien la padece y de la que no puede salir porque su funcionamiento psicológico se lo impide.

En general estoy alentado por la hipótesis de que, lo que no pudo hacer la economía para eliminar este tipo de pobreza, podría hacerlo el psicoanálisis que utilizo como teoría, punto de vista, filosofía.

Corre el año 2013 y hace poco, la religión más populosa de los hispanoparlantes, la Católica, tiene un nuevo jefe y lo novedoso es que ahora «el papa es argentino» porque nació en Argentina.

Algo que un psicoanalista puede opinar es que la palabra «argentino» significa «que suena como la plata (¿dinero?)» (1).

 
(Este es el Artículo Nº 1.836)

Sobre anomia y anonimato



 
Quienes logran buena competencia lingüística tienen más posibilidades de comunicarse, de comprender las normas de convivencia y de ganar dinero.

En idioma español la palabra «anomia» (1) tiene dos significados:

1) Ausencia de normas que regulen la conducta de los ciudadanos; y
2) Dificultad mental para recordar el nombre de las cosas o personas.

En otros artículos (2) he mencionado la importancia que tiene la competencia lingüística para conseguir recursos económicos que nos permitan vivir dignamente.

Ahora les comento algo que quizá alguien pensó antes que yo, pero que para mí es novedoso.

Hay personas que tienen dificultades para respetar las leyes. Son personas que tanto pueden comportarse de forma irrespetuosa, (insultar, desconocer el orden de una fila, burlarse de la policía), como, en casos más graves, delinquir (robar, herir, matar).

Por otro lado, algunas personas no pueden comunicarse con los demás porque, o no disponen de la cantidad de palabras necesarias o alguna vez las supieron pero tienen dificultades para expresarlas. Se los reconoce porque tienen la sensación de que ese vocablo olvidado «está en la punta de la lengua».

Aunque son dificultades de diferente categoría, los resultados terminan siendo los mismos: una persona que no respeta las normas de convivencia tiene tantas dificultades para ganar dinero como otra que tiene dificultades para comunicarse por falta de léxico suficiente.

Podríamos agregar además que la palabra «anomia» no solo tiene una similitud fonética con «anónimo» sino que conceptualmente podemos pensar que una persona con dificultades para respetar las normas de convivencia y con dificultades para comunicarse hablando o escribiendo, difícilmente adquiera una identidad suficientemente reconocida por el resto de la sociedad.

Por el contrario, quienes logran un buen desempeño lingüístico tienen más posibilidades de comprender y respetar las normas de convivencia además de mejorar su capacidad para ganar dinero.

       
(Este es el Artículo Nº 1.826)

Las religiones conservan la pobreza




El cristianismo y las demás religiones necesitan conservar la pobreza de la humanidad para justificar su existencia (supuestamente) benefactora.

La palabra «tercerizar», aún en 2013, no fue aceptada por la Real Academia Española, pero ya está en uso como ocurre con la mayoría de los vocablos nuevos: La Real Academia siempre valida las novedades lingüísticas después de unos cuantos años de uso, cuando se asegura de que el término nuevo no fue simplemente una expresión local, circunstancial y perecedera.

La palabra «tercerizar» significa: delegar en terceras personas, tareas que podrían ser hechas por uno mismo. Una empresa, por ejemplo, aunque podría tener un departamento de seguridad prefiere tercerizar el servicio, pagándole a empresas que solo se dedican a brindar esa tarea. Lo mismo ocurre con la limpieza, el mantenimiento de las máquinas, la administración del personal, y así un abundante «etcétera» de tareas que podrían ser hechas por personas bajo la responsabilidad de la empresa contratante pero que, por economía o comodidad, se delegan en otros responsables, se «tercerizan».

En otro artículo (1) les comentaba sobre un fenómeno inconsciente, seguramente muy difundido pero que por ser inconsciente no lo tenemos en cuenta. Me refiero a la ambivalencia con la que, por un lado tratamos de ser buenos trabajadores para nuestro empleador o clientes, pero que sin querer, al solo efecto de conservar la fuente de ingresos, hacemos las cosas mal, no damos soluciones definitivas, causamos problemas para que el cliente o empleador siempre nos necesiten y podamos conservar esa fuente de ingresos.

En otro artículo (2) también les comentaba que los gobernantes «dicen» que quieren educarnos, pero al abrumarnos con planes de estudio demasiado ambiciosos demuestran querer conservarnos ignorantes y gobernables.

Ahora agrego que el cristianismo y las demás religiones necesitan conservar la pobreza para justificar su existencia (supuestamente) benefactora.

   
(Este es el Artículo Nº 1.825)

Si digo que no soy es porque en realidad soy


Propongo pensar que cuando alguien dice: «Yo NO soy egoísta» está enunciando algo que sugiere interpretar como «Yo SOY egoísta».

En muchas oportunidades he hecho comentarios que incluyen el concepto de la Gestalt (1), es decir, el fenómeno perceptivo por el que una figura es visible solo si se la observa sobre un fondo diferente, contrastante, opuesto. Por ejemplo, negro sobre blanco, ruido en el silencio, amargo en contraposición a lo dulce.

Las percepciones que provienen de los cinco sentidos son relativamente fáciles de entender, pero cuando el fenómeno de la Gestalt se produce entre ideas, pensamientos, sentimientos, opiniones, requiere más esfuerzo, ... aunque no demasiado.

La ironía es definida como «burla fina y disimulada», «tono burlón con que se dice» y también es una «figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice» (2).

Esto de «dar a entender lo contrario de lo que se dice» señala el fenómeno de la Gestalt pero en el plano de las ideas, del pensamiento, del lenguaje.

La «antífrasis» es algo bien parecido según el mismo Diccionario de la Real Academia Española, pues ahí se dice: «Figura que consiste en designar personas o cosas con voces que signifiquen lo contrario de lo que se debiera decir.» (3)

Hay un refrán que nos recuerda: «De tal palo tal astilla», queriendo significar algo tan obvio como que una parte de la madera es de la misma madera.

En el contexto que nos encontramos podríamos decir: «De tal fondo tal figura», queriendo significar que el fondo y la figura son complementarios, se significan mutuamente. Por ejemplo, el dulce (figura) cobra notoriedad ante lo amargo (fondo); lo áspero cobra notoriedad ante lo suave.

Propongo interpretar que cuando alguien dice: «Yo NO soy egoísta» está mostrando el fondo de «Yo SOY egoísta».

         
(Este es el Artículo Nº 1.851)