jueves, 5 de junio de 2014

Ventajas de la mediocridad



 
Ser como la mayoría no es un defecto excepto para quienes se sienten apenados por no ser raros. En otras palabras, lo que parece equivocado es criticar la vulgaridad, la mediocridad, la imperfección.

En la década de los sesenta, surgió en Estados Unidos un movimiento que denominaron contracultura porque tenía por rasgo principal el rechazo de los valores sociales y de los modos de vida establecidos.

Cada tanto ocurren estos reflujos de la opinión pública. Quizá sea porque los animales con Sistema Nervioso Central tendemos a aburrirnos cuando los estímulos que lo mantienen en estado de alerta son tan reiterados que dejan de hacer efecto.

La cultura tiende a ser aburridora porque siempre exige lo mismo: los ideales se repiten y los modos de vida producen bostezos.

El rechazo a la mediocridad es clásico en casi todas las culturas. Es infaltable una búsqueda permanente de la excelencia y de lo perfecto.

Quienes buscan la magnificencia comienzan por verse formando parte de un rebaño absolutamente homogéneo, esto los exaspera porque no logran tener sensaciones de identidad propia y, para zafar de la masa (que consideran mediocre, vulgar, gris), comienzan a llamar la atención de alguna manera, ya sea corriendo más riesgos que la mayoría, estudiando más, mostrando acciones portentosas, sorprendiendo con sus hazañas, en fin, existen varias formas de llamar la atención como para sentirse apartado del rebaño mediocrizante (esta palabra la pedí prestada al idioma portugués, porque en español no existe y yo también quiero llamar la atención).

En una actitud que catalogo de contracultural, el video asociado a este artículo propone pensar que la mediocridad quizá no sea tan mala.

El núcleo de mi argumento está en que es la mayoría la que tiene la normalidad: las características de la mayoría son, por definición, las características del modelo de salud, de la buena conducta, aunque también sean un modelo de mediocridad.

En suma: ser como la mayoría no es un defecto excepto para quienes se sienten apenados por no ser raros. En otras palabras, lo que parece equivocado es criticar la vulgaridad, la mediocridad, la imperfección.

(Este es el Artículo Nº 2.197)

El software adaptativo



 
Con este razonamiento estoy encontrándole algún mérito a la pobreza instintiva que caracteriza a la especie humana.

Si bien todas las especies van mejorando paulatinamente su genética, adaptándose a los cambios climáticos o ambientales, la velocidad y profundidad de adaptación de los humanos es mucho mayor porque nuestra cultura, actuando como una segunda naturaleza (siendo que la primera nos determina anatómica y fisiológicamente, así como también en la forma de reaccionar típica del animal humano), actuando como una segunda naturaleza (repito), nos determina cómo debemos comportarnos más precisamente en cada lugar y en cada época en que nacemos.

Ese aprendizaje es:

1) Por imitación, pues somos imitadores, aplicamos aquel consejo que dice «A donde fueres, haz lo que vieres»;

2) Por ensayo y error, pues cuando necesitamos algo de la naturaleza (en la que están incluidos los demás seres humanos), hacemos pruebas, intentos, ensayos, que luego, instintivamente, repetimos cuando dieron resultados, o modificamos en los aspectos que requieran mejoría o desechamos cuando el fracaso es total;

3) Por aprendizaje sistemático, tomando lecciones de quienes tienen por oficio enseñar ciencias, artes, técnicas, habilidades. En este caso, la humanidad cuenta con sistemas educativos que tienen por misión perfeccionar la adaptación al medio de los individuos que así lo requieran.

Por lo tanto, con esta metáfora del software adaptativo que propuse en el video asociado a este artículo, comparto con ustedes un punto de vista que intenta explicar cómo funcionamos como especie, en tanto por un lado disponemos de un menú de instintos básicos muy precario, pero que, por otro lado, nos las ingeniamos para complementarlo mediante formaciones culturales que nos permiten adaptarnos mejor que los demás seres vivos a casi cualquier hábitat, época, contexto socio-económico, religioso, político, lingüístico.

Vale la pena señalar también que la utilización de esas tres modalidades de aprendizaje es obligatoria, coercitiva, impuesta por la necesidad de complementar «el menú de instintos básicos» y por la necesidad de integrarnos socialmente a la cultura donde habitemos.

(Este es el Artículo Nº 2.217)

La impunidad de los honestos



 
En los primeros gobiernos de izquierda en los pueblos hispanos, no padecemos corrupción pero sufrimos una administración de los dineros que pagamos los contribuyentes que terminará asegurándoles reelecciones por tiempo indeterminado.

En este video y artículo comparto con usted un cuestionamiento a quienes, en la función pública, se jactan de no ser corruptos.

Lo que en lenguaje eufemístico se denomina «abuso de confianza» consiste en aprovechar en beneficio propio el poder que tienen los gobernantes y funcionarios que trabajan para el estado.

Es una práctica tan generalizada que, a esta altura, los ciudadanos consideramos que el enriquecimiento ilícito de los gobernantes es normal, a sabiendas de que es ilegal y también inmoral, ¡por supuesto!

Sin embargo, la condena a los corruptos es extrañamente suave. Más aún, a veces parece que el robo de los bienes públicos es una especie de picardía, de broma lucrativa, de viveza graciosa.

Todo esto es cierto e intento comentarles una posible explicación:

1) La noción de propiedad privada funciona a pleno cuando nuestros bienes personales están amenazados, pero casi no funciona cuando los bienes amenazados son ajenos (del estado, por ejemplo);

2) Por el motivo anterior, no nos parece tan mal que los gobernadores, administradores y funcionarios, que tienen una gran facilidad para robar o para aprovechar la posición de poder en beneficio propio, hagan lo mismo que haríamos cualquiera de nosotros si estuviéramos en esa situación;

3) Los gobernantes de izquierda, si bien son seres humanos como cualquiera de nosotros, es decir, son tan corruptibles como cualquiera, últimamente están llegando al poder después de muchos años de lucha infructuosa. El principal motivo de este triunfo obedece al abuso de la corrupción de los gobernantes que estuvieron mucho tiempo en el poder. Por este motivo, los políticos de izquierda alegan que ellos son honestos y los votantes, hartos de tanta corrupción, les dan una oportunidad;

4) Como toda escoba nueva barre bien, los gobernantes de izquierda se mantienen sin robar durante el tiempo que necesita cualquier otro humano para corromperse y caer en la vieja tentación de los anteriores gobernantes;

5) Los nuevos gobernantes de izquierda se abstienen de robar y recibir coimas, pero se toman la libertad de hacer una administración de los fondos públicos que reparte dineros extraídos de las clases más pudientes. Sin robar y haciendo beneficencia con los dineros ajenos, los gobernantes de izquierda no roban pero se aseguran una eterna reelección, con el favor de quienes reciben asistencias económicas que les hacen la vida (artificialmente) más fácil.

(Este es el Artículo Nº 2.216)

Idioma para poder comer



 
El lenguaje es para nuestra psiquis una herramienta demasiado importante como para descuidarla por atender a otros idiomas.

¿Usted aceptaría la hipótesis de que solo pensamos en nuestro idioma? ¿Estaría de acuerdo en que no podemos pensar sin lenguaje (escrito, musical, gráfico)? ¿Aceptaría la aseveración «somos lenguaje», en tanto somos lo que pensamos y en tanto no podemos pensar sin lenguaje?

Quizá sus respuestas a las anteriores preguntas justifican que siga leyendo un poco más.

¿Estaría de acuerdo en que la sugestión nos influye? ¿Aceptaría que si usted está seguro de que la comida le caerá mal, seguramente le caerá mal? ¿Podría aceptar que si rechaza la cultura árabe por cómo tratan a las mujeres, difícilmente encuentre algún rasgo positivo en esos pueblos?

Todos estos procesos mentales dependen del idioma, especialmente del lenguaje afectivo con el que mejor funciona su cabeza.

¿Qué es esto del ‘lenguaje afectivo’? Es la forma en que mejor logra pensar, aunque cuando se avoque a expresar estas ideas seguramente adopte otro léxico más adecuado. Por ejemplo, usted puede pensar con abundancia de insultos, pero comunicarse con la suavidad del terciopelo.

Podríamos suponer que cuanto mayor sean las palabras que usted conoce y utiliza con soltura, mayor será la posibilidad de que sepa pensar y explicarse.

Las personas que pueden comunicarse mejor con su entorno tendrán una mayor comodidad e influencia social. Seguramente gana más dinero quien mejor sabe comunicarse con sus clientes, empleadores, colegas, amigos, gobernantes.

En suma: Si usted cree que tiene que conocer otro idioma, considere que al tiempo que le tendría que destinar a su lengua materna lo está dividiendo entre dos. No sería pesimista suponer que terminará no conociendo ningún idioma y que, con esta precariedad en la comunicación los resultados de su esfuerzo serán menos rentables que si conoce una sola lengua, pero la usa bien.

(Este es el Artículo Nº 2.194)