lunes, 4 de abril de 2011

El pensamiento poético rentable

El lenguaje organiza nuestra forma de pensar de tal forma que una computadora puede quitarnos el trabajo con el que subsistimos.

Quienes vivimos de nuestro trabajo estamos enfrentados a una segunda Revolución Industrial.

En la primera los obreros atacaban de todas las formas las máquinas que competían deslealmente con ellos.

Las odiosas máquinas hacían el trabajo de muchos con la sola intervención de uno solo de ellos que supiera operarlas. El afortunado trabajador elegido conservaba su fuente de ingresos, pero todos los demás iban a la calle, privados del salario que les permitiera seguir viviendo.

No creo que podamos siquiera imaginar cómo vivieron aquellos obreros atacados por los avances tecnológicos.

Esa tragedia nos dejó una enseñanza de dudoso mérito.

Efectivamente, desde hace un par de décadas los adelantos tecnológicos en el sector informático están provocando la misma desocupación que ocurrió en la Revolución Industrial pero la reacción social es más tranquila, económica, silenciosa.

Esto me hace pensar que los (desconocidos) administradores del cambio están aplicando alguna metodología que desactiva la reacción agresiva que caracterizó a la Revolución Industrial.

Como nuestro modesto cerebro se guía por las apariencias, si no presenciamos un estallido social, si no vemos manifestaciones populares que arrasan las calles, si una turba enceguecida e incontrolable no saquea los comercios de comestibles, entonces «todo está en orden».

Este diagnóstico negativo, que yo considero realista, pero que felizmente puede ser equivocado, tiene una explicación, infrecuente pero atendible.

1º) Las computadoras sólo pueden hacer tareas estructuradas y lógicas.

2º) El lenguaje usado en prosa, es estructurado y lógico.

3º) El lenguaje usado en poesía, NO es estructurado ni lógico.

4º) Como solución hipotética, corresponderá poetizar nuestra forma de pensar, de ganarnos la vida, utilizando las computadoras para que hagan el trabajo estructurado y lógico que los humanos ya no haremos.

●●●

La felación lactante

La estimulación oral del pene (felación) es gozosa para quienes de esa forma evocan los placeres de su propia lactancia.

Como he comentado en otros artículos (1), nos sentimos ricos durante los primeros meses de vida pero luego perdimos ese estatus y no paramos de añorarlo (extrañarlo, desearlo).

Este es exactamente el origen de nuestro deseo.

La precaria constitución de nuestro cerebro nos llevó a pensar que nuestra riqueza era mamá. Más precisamente, los senos alimenticios de mamá.

Observemos que mediante un simple tilde, diferenciamos a la persona «mamá» de aquello que realmente nos importó que fueron sus «mamas» (senos, tetas).

Estos hechos son simples pero están en el origen de fenómenos que parecen complejos porque el lenguaje es tan ineficiente que tenemos que utilizar muchas palabras para poder decir algo tan simple como que

— «fuimos realmente felices mientras fuimos lactantes», o que
— «nos sentimos arruinados cuando aquellos senos dejaron de producir leche», o que
— «perdimos la felicidad cuando empezamos a comer otros alimentos».

También he mencionado en otro artículo (2) que en última instancia «heterosexual es cualquiera que desee a las mujeres» (J. Lacan).

Observemos que la felación (chupar el pene) es un placer muy difundido entre las mujeres, sin embargo el diccionario de la Real Academia la define como «estimulación bucal del pene».

El punto de vista de esta Academia es masculino porque si bien es cierto que a los varones nos gusta esa práctica (si es realizada con pericia, porque la estimulación dolorosa molesta), diría que son ellas las que más lo prefieren porque el pene recuerda al seno materno cuando aún segregaba leche (al líquido seminal se le dice popularmente leche).

En suma: la mujer, cuando practica la felación, goza en tanto ese pene que segregará semen, imita al seno materno que la alimentó.

(1) La insatisfacción vitalicia

La vida es placentera gracias a la placenta


(2) Sabemos mucho de gays y poco de lesbianas

●●●

Por qué «correcto» equivale a «débil»

Los ciudadanos hemos acordado respetar las normas, pero el propio lenguaje sugiere lo contrario.

Gracias al enriquecimiento que se genera con la participación de los lectores, obtuve un dato curioso del que pueden ser extraídas algunas conjeturas.

En un artículo de reciente publicación (1) les comentaba que las normas de convivencia que nos rigen están para ser respetadas ... por todos aquellos que no puedan transgredirlas.

Y agregaba capciosamente (con cierta malignidad de mi parte) que esa minoría de irrespetuosos suelen ser personas provistas de un gran poder (personal, político, económico).

Es posible suponer que nuestro lenguaje hace que la comunicación sea imperfecta porque lo que trasmite no siempre es exacto, sino que son admisibles varias interpretaciones.

El vocablo «hético» designa a quien padece tuberculosis pero, por extensión, también significa «Muy flaco, casi en los huesos, muy débil».

El vocablo «ético» (más conocido) refiere a las ideas que giran en torno a los conceptos de «rectitud y apego a la moral».

Es una deducción poco arriesgada de mi parte, aproximar estos vocablos para terminar suponiendo que de la identidad fonética y la oposición conceptual es posible construir una oración que diga: «Una persona ética es una persona hética».

Si llevamos esta oración a términos más coloquiales, podemos traducirla como «Quienes cumplen con las normas, son débiles», de la cual se desprende su contraria: «Los transgresores, son fuertes».

También podríamos deducir que una persona sufre anorexia como una reacción opositora (rebeldía) a normas que la asfixian. En sí, este padecimiento es muy semejante a una huelga de hambre, en tanto medida generadora de poder para presionar contra el orden instituido (normas, gobierno, empresarios).

En suma: el lenguaje nos está informando algo que la cultura se empeña en desmentir, esto es, que la ley está hecha para los débiles (generalmente, pobres).

Nota: La imagen corresponde al actual (marzo 2011) Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, acusado judicialmente de varios actos de corrupción.

(1) Los deseos sexuales están casi-prohibidos

●●●