viernes, 23 de diciembre de 2011

La ortografía es antidemocrática

Existe una corriente simplificadora para democratizar ciertos beneficios pero la Real Academia Española no hace nada para democratizar el principal patrimonio cultural: el lenguaje.

No es nada sencillo conducir un automóvil en las densas calles de las ciudades más populosas.

Todos los involucrados hacen lo posible para que el acceso a la conducción de automóviles sea lo más popular posible: los fabricantes de vehículos, los ingenieros civiles que diseñan las calles y los expertos en señales de tránsito, parecen trabajar mancomunados para que puedan conducir su automóvil la mayor cantidad de ciudadanos.

Por su parte la industria informática hace algo similar demostrando estar guiada por el mismo espíritu democrático.

Los programas (software) cada vez requieren menos conocimientos especializados de los usuarios.

Hasta no hace mucho, para utilizar una computadora era preciso hacer cursos de varios meses de duración, sin embargo actualmente más personas le han perdido aquel terror de los primeros tiempos en los que los recién llegados temían apretar una tecla equivocada y modificar la dinámica del sistema solar.

El mercantilismo capitalista, con tal de optimizar su rentabilidad, se esfuerza para que exista una sola clase social: la de los consumidores.

Aunque ideológicamente parece ubicado en las antípodas del socialismo, el capitalismo aplica toda su energía en mejorar la calidad de compra de los potenciales clientes.

Más aún, a diferencia del socialismo, que tiende a igualar las posibilidades hacia abajo (tratando de quitarle a quienes más tienen para dárle a quienes menos tienen), el mercantilismo capitalista busca la forma de que todos tengan más: capacidad de compra, deseos, necesidades, deudas, envidia, estrés.

Observe esto: La Real Academia Española no hace nada para simplificar el idioma, generando de esta forma dos clases sociales respecto al dominio de la ortografía: unos pocos pueden con ella y una mayoría solo pueden abandonarla.

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Técnica de autoconocimiento artesanal

El diccionario de sinónimos puede decirnos quiénes somos si encontramos una primera palabra que nos defina adecuadamente.

Para muchas personas es fascinante saber quiénes son. Escuchan con particular interés cuando alguien les señala alguna característica que las diferencia del resto; también prestan particular atención a las indicaciones supersticiosas de la astrología (occidental, china, celta, maya).

Esas descripciones no son muy confiables porque todo indica que existen más de doce formas de ser y si bien estamos totalmente determinados, este determinismo proviene de una realidad muy dinámica, cambiante, que se renueva minuto a minuto.

Es probable que la fecha de nacimiento sea importante, como también lo es el instante de la fecundación, pero estos son datos que se suman a miles de otras influencias variables (genética de los padres, clima, alimentación, embarazo deseado o no deseado, evolución biológica del feto, por mencionar unos pocos).

No es nada nuevo lo que habré de contarles, pero seguramente muchos no lo conocen aún.

Con los recursos de que disponemos los internautas, comenzamos a hacer una encuesta entre quienes más nos conocen preguntándoles con qué vocablo nos definen: divertido, sorprendente, entusiasta, o cualquier otro.

Luego, utilizando algún diccionario de la web o el proveedor de sinónimos de Word (menú contextual con el cursor ubicado sobre la palabra de la que se necesitan sinónimos), vemos qué podemos obtener.

Si utilizamos este último procedimiento y con el cursor sobre la palabra «divertido», vemos que Word 2007 nos da la siguiente lista: distraído, recreado, solazado, entretenido, amenizado, explayado, parrandeado.

Con estas nuevas definiciones sobre cómo somos, podemos armar un pequeño texto que nos defina, como lo haría un novelista con un personaje.

Una vez depurada esta auto descripción primaria, hacemos lo mismo con los sinónimos de los sinónimos, y así sucesivamente.

La astrológica es menos exacta que este procedimiento.

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El fútbol también simboliza el robo

El fútbol simboliza el apoderamiento de un objeto deseado (la pelota) y sólo permite sublimar el deseo de robo entre quienes son capaces de simbolizar.

La «propiedad privada» es una imposición cultural opuesta a nuestros instintos.

Como he sugerido en otros artículos (1), la transgresión a la propiedad privada genera:

— malestar entre las víctimas;

— ambivalencia («Me disgusta pero siempre existió») entre los observadores que aún no fueron perjudicados;

— dolores de cabeza en los jerarcas que prometieron «terminar con el flagelo de la delincuencia»;

— apasionamiento entre quienes luchan por mejorar la distribución de la riqueza al estilo Robin Hood (2);

— fuentes de trabajo entre quienes venden promesas de seguridad en forma de «guardia permanente», enrejados, alarmas.

También he sugerido que un individuo con la función simbólica subdesarrollada (3) (escaso lenguaje, pobre interpretación del entorno, dependencia de los prejuicios), tiene también subdesarrollada la relación causa-efecto. Me explicaré:

— el fútbol es un deporte apasionante para millones de personas;

— el juego representa, teatraliza, simboliza varios sentimientos, fantasías y deseos inconscientes (4);

— los mejores jugadores de fútbol son aquellos capaces de apoderarse y no perder una pelota que representa (simboliza) «el objeto deseado», «la riqueza», «la vida»;

— los fanáticos del juego concurren, se emocionan, aplauden a esos jugadores que con destreza física, fuerza, audacia, creatividad, atrevimiento, desprecio por los contrarios, se apoderan del objeto deseado (la pelota) para introducirla justamente donde esos contrarios no quieren: en su propio arco.

Quienes tienen desarrollada la capacidad simbólica, calman su deseo de apoderamiento tan sólo disfrutando del espectáculo deportivo que lo teatraliza, lo representa, lo simboliza.

Quienes no tienen desarrollada la capacidad simbólica, no calman el deseo de apoderamiento porque no lo subliman con esta metáfora deportiva. Sólo calman el deseo de apoderamiento robando, comprando objetos robados, venerando a Robin Hood, evadiendo impuestos, ignorando los actos vandálicos.

Nota: «Sublimar» significa satisfacer un deseo prohibido con acciones permitidas, por ejemplo, canalizar los impulsos agresivos practicando boxeo.

(1) Envidiamos a los ladrones

Sanciones económicas para delitos económicos

(2) Robin Hood, presidente
El robo y las ideologías de izquierda

(3) Hijos que enriquecen e hijos que empobrecen
La ignorancia impide percibir

(4) Los insultos sexuales alivian frustraciones

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sábado, 3 de diciembre de 2011

La ignorancia impide percibir

No podemos percibir (comprender lo que vemos, oímos, etc.), aquello de cuya existencia carecemos de alguna información mínima.

Aunque parecería ser que estoy en contra de las creencias, fundamentalmente las religiosas, he mencionado pocas veces (lo reconozco), que si no fuera por algunas creencias no podríamos percibir.

Dicho de otro modo, debo creer que existe una pared, construcción rígida que me aísla del exterior, para que cuando me acerque a ella pueda percibirla (verla, tocarla, no querer atravesarla).

Aunque el dicho popular exclama «¡Si no lo veo no lo creo!», previamente ocurrió que «¡Si no lo creo, no lo veo!».

Las percepciones son construcciones psicológicas provocadas por algún estímulo (la pared es un estímulo visual y táctil que construye mi percepción).

Un asunto muy interesante es que para poder aprender necesitamos percibir y si para poder percibir necesitamos creer en la existencia de lo que percibimos, entonces será muy difícil percibir aquello en lo que no creemos.

El sistema educativo tiene un componente religioso en tanto trata de inculcarnos creencias para habilitar nuestra aptitud perceptiva:

— nos hace creer que existen los continentes y los océanos (hablándonos de ellos, mostrándonos imágenes) para que podamos percibir el contexto geográfico donde habitamos o hacia dónde nos gustaría ir;

— nos hace creer que el idioma que hablamos no es un conjunto de sonidos sino que se rige por leyes gramaticales, para que podamos entender lo que escuchamos, lo que leemos y para que a su vez sepamos construir mensajes que otros entiendan.

— nos hace creer en las matemáticas para que podamos percibir que nuestro cerebro razona, deduce, combina.

Somos engañados cuando nos inculcan creencias falsas que nunca podremos constatar con nuestros sentidos o deducir con nuestra inteligencia.

En suma: la ignorancia es una falta de creencias que nos permitan percibir o razonar.

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Metáfora de un tratamiento psicoanalítico

Imaginemos un preso internado en una cárcel de un país donde no conoce ni el idioma ni la cultura.

Alguna vez ocurrió, como en una pesadilla, que él circulaba por la calle cuando repentinamente sintió unas sirenas que se acercaban cada vez más. Pensó que se trataría de un incendio en un edificio cercano, o de ambulancias que concurrían a atender enfermos, o patrulleros que perseguían a delincuentes.

Quedó paralizado cuando esos patrulleros se dirigieron directamente hacia él, lo rodearon decenas de policías gritándole cosas incomprensibles, le juntaron las manos en la espalda, lo esposaron, lo levantaron en el aire y lo introdujeron en uno de los vehículos para llevárselo a esa cárcel que mencioné al principio.

Supuestamente le habrán dicho de qué se lo acusaba, transcurrió toda una escena parecida a un juicio, pero no pudo entender.

Una vez quiso fugarse, pero lo apresaron, lo maltrataron, le gritaron y algo le hizo pensar que su condena ahora sería mayor.

Pasaron diez, quince, veinte años, intentó fugarse nuevamente y volvieron a apresarlo.

La situación fue aún peor al intento de fuga anterior. Se resignó a pensar que así moriría.

Sin embargo, en cierta ocasión, algo estaba cambiando. Los guardianes le sonreían, ya no le pasaron cerrojo a su celda, le traían comida más sabrosa, o por lo menos eso le pareció a él.

Con cierto temor intento salir de la cárcel y nadie se opuso. Llegó a la calle, la gente hacía la vida de cualquier pueblo, comenzó a caminar, logró llegar a su país y allá lo recibieron como si nunca se hubiera ido.

Algunos padecimientos psicológicos (ansiedad, enfermedades psicosomáticas, pánico, impotencia, histeria, fobia, obsesión) nos quitan calidad de vida (encarcelan), cuando queremos eliminarlos con medicamentos (intentos de fuga) la situación empeora, pero un tratamiento psicoanalítico lentamente lo desvanece.

Artículo vinculado:

Las revueltas psicoanalíticas
Lo que otros afirman que me conviene

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Lo que otros afirman que me conviene

Puede ocurrirnos que algo indiferente se convierta en importantísimo por la opinión de terceras personas que influyen sobre nuestra capacidad crítica.

En Uruguay tenemos un conjunto musical que se llama «No te va a gustar» (1).

Según mi encuesta personal, ese nombre provoca una publicidad por la contraria pues apela al espíritu de contradicción que tenemos los latinos en general y los hispanos en particular.

Si ellos mismos dicen «No te va a gustar», algo dentro de nosotros querrá preguntar:

— ¿Y quiénes son ustedes para decir qué habrá de gustarme? Pues para demostrarles que se equivocan, entonces compraré todas las grabaciones y no me perderé un solo concierto.

Eso es lo que aparentemente ocurre porque desde hace años gozan de un éxito fenomenal.

Sin embargo, la incapacidad de cualquier idioma para ser conciso hace que ese mismo nombre del conjunto musical también aluda a otro significado.

Efectivamente, el poder de sugestión que tienen algunas afirmaciones que nos llegan puede ser determinante, y si una madre se alarma porque la hijita es abrazada con especial ternura por un adulto, es probable que esa alarma se constituya en el núcleo de alguna dificultad futura.

Los niños suelen tolerar miles de situaciones que no entienden, les resbalan, las olvidan, hacen como que nunca ocurrieron, pero si una madre le grita a la niña como si la viera jugando al borde de un precipicio:

— ¡Ven para acá inmediatamente!—, aquel abrazo se convierte en algo que la madre decretó como «No te va a gustar» y efectivamente así suele ocurrir.

La niña, que no entiende qué pasó pero que por la reacción de la madre (maestro, sacerdote, médico, o quien fuere) intuye que fue algo gravísimo, podrá quedarse con la idea de que alguna vez quisieron violarla, cosa que muchas adultas afirman con total convicción.

(1) Este conjunto musical se denomina «No te va gustar» (NTVG), porque fonéticamente solemos no pronunciar la doble ‘a’.

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Hijos que enriquecen e hijos que empobrecen

La formación educativa nos desarrolla la función simbólica sin la cual el instinto reproductivo sólo puede satisfacerse teniendo muchos hijos.

Los seres humanos contamos con la función simbólica. Todos disponemos de ella aunque con diferente grado de desarrollo.

Esquemáticamente digo que esta función es la que permite representar un vaso de vidrio por la palabra «vaso».

Cuando nos comunicamos, podemos entendernos tan sólo pronunciando esa palabra y no necesitamos mostrarlo.

La función mental que genera y comprende símbolos está —como dije—, diferentemente desarrollada.

Los niños, los jóvenes y los adultos con escasa formación educativa poseen un capital verbal escaso. A veces los vemos apoyarse en la mímica para poder comunicar algunas ideas y tienen dificultades con la comunicación telefónica y escrita.

Estas dificultades en la comunicación son importantes pero no tanto como otras áreas de la vida cotidiana.

Los humanos estamos instintivamente obligados a conservar la especie (1) y por lo tanto a desarrollar nuestra sexualidad con fines reproductivos.

En los hechos no siempre podemos tener todos los hijos que la naturaleza nos proveería sin usar barreras anticonceptivas. Por eso precisamos gestionar una planificación familiar.

Las personas con escaso desarrollo de la función simbólica suelen tener más hijos que los más intelectuales. En nuestras culturas es casi una constante que los que han estudiado poco son más pobres que los que han estudiado mucho. Esto explica por qué los pobres tienen más hijos que los ricos.

Simbolizar la reproducción equivale a tener una fábrica, cultivar la tierra, crear obras de arte.

Quienes tienen desarrollada la función simbólica pueden sustituir a los hijos reales por otras «creaciones» cuya consecuencia económica es diametralmente la opuesta.

En suma: Un buen desarrollo de la capacidad simbólica permite que el instinto reproductivo pueda expresarse en armonía con otras necesidades económicas de las familias.

(1) Blog destinado a La única misión (conservar la especie)


Artículo vinculado:

La ceguera por convicción

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El deseo es inconsciente y desconocido

Es difícil conocer nuestros deseos. Lo que sí conocemos son los anhelos inspirados por los deseos mientras se conservan inconscientes.

Hay quienes afirman que los deseos son un misterio, imposibles de conocer y que lo único que podemos conocer son los anhelos.

Quienes suponen que esto es así, agregan que cuando hablamos de deseos (tomar un helado, conocer otros países, mirar una película) en realidad estamos refiriéndonos a anhelos.

Esta idea es bastante creíble cuando pensamos en términos de psicosomática y la casi imposibilidad de saber cuál es la causa de que una enfermedad se resista a la curación.

No descartaría la hipótesis de que un deseo jamás puede ser verbalizado, descripto con palabras.

Un deseo es un envión que nos impulsa a hacer ciertas cosas como las mencionadas (tomar helado, etc.), pero que en realidad esta no es más que una representación del verdadero deseo.

Cuando alguien desea tomar un helado (debería haber dicho «anhela» tomar un helado), en realidad está deseando otra cosa.

Por poner un ejemplo, el anhelo de tomar helado puede estar impulsado por un recuerdo olvidado (deseo) referido a la época de la lactancia, o al último beso que le dimos a un ser querido fallecido, o a la impresión que nos provocó ver a una persona que hacía gestos obscenos con la lengua, o a una temida operación de amígdalas que finalmente no se concretó, o al rezongo que recibimos por ensuciarnos la ropa con helado por falta de firmeza en la mano.

Según parece lo más cerca que podemos estar de nuestro deseo se presenta en mínimos detalles de nuestra existencia, como son los lapsus, actos fallidos o sueños.

Conocer el deseo nos permitiría destrabar algunas conductas o padecimientos complejos y eso suele ocurrir por ensayo y error en las terapias analíticas.

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La causa de los caprichos

Los niños y los ancianos no son arbitrariamente caprichosos sino que su vulnerabilidad biológica provoca esas demandas.

Los humanos somos animales muy gregarios, necesitamos vivir en grupos, a tal punto que la ciudad de Tokio (Japón) contiene la friolera de treinta millones de habitantes.

Gran parte de nuestro funcionamiento psíquico está destinada a los vínculos.

Un vínculo es el elemento por el que corren los afectos positivos y negativos. A través de la amistad, vecindad, familiaridad, nos atraemos y repelemos, tensando así los nexos de una red social, que si está comunicada por Internet puede practicarse usando los servidores y software de Facebook, Twitter, MySpace y muchos más.

La evolución biológica hace que en la niñez y en la ancianidad seamos más vulnerables y dependientes de esos vínculos por los que circula el amor, el reconocimiento, la solidaridad.

Las señales de que estamos recibiendo el amor tienen que ver con ese reconocimiento que los demás pueden o no ofrecernos a través de la mirada.

Pero una vez lograda la mirada surgen otras necesidades, siendo una de ellas el tener en cuenta nuestros gustos personales.

En la convivencia colectiva, procuramos atraer ese amor cumpliendo los usos y costumbres (vestimenta, lenguaje, conducta). El afecto del colectivo es tan bajo que nuestro principal esfuerzo está dirigido a no atraer el rechazo de los conocidos, funcionarios, vecinos, proveedores.

En la convivencia privada, somos un poco más exigentes al punto que ese amor más importante debe estar demostrado por la mutua satisfacción de gustos muy personales y que solemos denominar genéricamente «caprichos», «antojos», «pretensiones».

En suma: no es que los niños y los ancianos sean más caprichosos, sino que la inevitable vulnerabilidad de esos extremos obliga a mayores demandas de amor, protección, solidaridad, ayuda, todo lo cual se trasmite mediante exigencias que parecen arbitrarias.

Artículo vinculado:

Los estímulos para la vejez

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sábado, 5 de noviembre de 2011

La sublimación por miedo

Los personajes más admirados, famosos y triunfantes, son personas con un cierto talento pero, sobre todo, un fuerte temor a no recibir el amor que todos necesitamos.

«Sublime» es un adjetivo, un modificador del sustantivo, un calificativo caracterizado por significar algo excelente, insuperable, maravilloso.

Estaremos de acuerdo en que cuando algo o alguien se merece el rótulo de «sublime», está dependiendo de una opinión totalmente subjetiva de quien o quienes la pronuncien.

En nuestra cultura vergonzosa, amante del dolor, los suplicios y los mártires, cazadora de quienes disfrutan de la vida, tienen dinero o parecen felices, suele decirse genéricamente que las pasiones personales o colectivas son sublimaciones del deseo sexual.

Dicho de otro modo, subjetivamente tendemos a pensar que un gran cantante, un admirable deportista o un Premio Nobel de química, son personas que han sublimado sus deseos sexuales, derivándolos hacia las actividades que no son condenadas por nuestra moral contraria al disfrute.

Cuando usamos el refrán «las apariencias engañan» estamos refiriéndonos a este retorcimiento de nuestras pasiones básicas hasta convertirlas en otras que reciban la aprobación colectiva.

Y la satisfacción de las expectativas colectivas es obligatoria porque la sanción social para quienes la frustran es muy difícil de soportar.

Bajo una apariencia de libertad en los hechos condenamos a personas de otras razas, idiomas, vestimenta, creencias, opciones.

Y la amenaza mágica que profieren nuestros vecinos parece infantil: «no te quiero más», lo mismo que suelen decirnos los niños cuando se enojan por haber sido molestados por nuestras normas (comer en hora, bañarse, abandonar el parque de diversiones).

En suma: los sublimes personajes que nos llenan de admiración y de envidia, suelen ser personas dotadas de un talento especial pero sobre todo, son individuos que abandonan sus placeres instintivos por temor a perder lo que todos necesitamos: amor, aprobación, compañía.

Artículos vinculados:

Los insultos sexuales alivian frustraciones

Lo bueno y lo malo de la agresividad

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La frustración como objetivo sexual

Aunque suena paradójico, algunos gozan del placer sexual satisfaciéndolo mientras otros lo gozan frustrándolo después de haberlo estimulado eficazmente.

A pesar de mi indisimulada aversión a los libros y a cualquier otra forma de pensamiento estático, estancado, definitivo y concluyente, hago una excepción con el diccionario, que si bien padece esos vicios de «fijedad», se corresponde bastante bien con el uso del idioma que hacemos para comunicarnos.

En este caso quiero dejarles un comentario sobre el verbo «joder», el que, según la Real Academia Española (*) tiene los siguientes significados:

joder.
(Del lat. futuĕre).
1. intr. malson. Practicar el coito. U. t. c. tr.
2. tr. Molestar, fastidiar. U. t. c. intr. y c. prnl.
3. tr. Destrozar, arruinar, echar a perder. U. t. c. prnl.
joder.
1. interj. U. para expresar enfado, irritación, asombro, etc.

Una expresión campera rioplatense, dice: «Joder es muy lindo, pero mucho más lindo es dejarse de joder [no seguir molestando]».

Si tomamos en cuenta que «joder» significa «fornicar», nos encontramos con que la acción fundamental para cumplir la única misión (1) de cualquier ser vivo (conservar la especie), está asociada lingüísticamente a una molestia.

Las incomparables sensaciones voluptuosas con las que la naturaleza nos paga (2) nuestra tarea de conservar la especie se enfrentan (contradicen) a esta evocación de una molestia.

Aparece aquí una característica humana (quizá no compartida por ningún otro ser viviente), según la cual nuestro menú deseante incluye una atracción y un rechazo por la misma acción (fornicar).

Corresponde entonces tener en cuenta estas evidencias para no olvidar que los humanos gozamos con el placer y con la frustración del placer.

No deberíamos sorprendernos que una actitud seductora, en la que cualquier desprevenido podría suponer que tiene por objetivo gozar sexualmente, en realidad tiene por objetivo gozar frustrando ese desenlace.


(*) Diccionario de la R.A.E.

(1) La única misión

(2) El orgasmo salarial

El grato oficio de fornicar

Las fantasías sexuales y el dinero

Menos orgasmos y menos salario

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La justicia vengativa y la pobreza envidiosa

Del uso del lenguaje depende que los cambios sociales y económicos ocurran o queden bloqueados por décadas.

Alguna vez he comentado sobre los «eufemismos» (1): esos vocablos que comienzan a utilizarse para sustituir otros antiguos y que por algún motivo han generado una connotación desagradable. Así tenemos el caso de «personas grandes» para sustituir a «personas ancianas», «hacer el amor» para sustituir a «copular», «películas condicionadas» para sustituir a «películas pornográficas».

La connotación desagradable de los antiguos vocablos que caen en desuso puede referirse a cuestiones de amor propio, a no querer reconocer que hubo un error.

Un manejo inteligente del lenguaje puede permitir que algo ocurra mientras que un uso torpe del lenguaje puede impedir un hecho.

Estas reflexiones están inspiradas por algunos usos idiomáticos que se hacen en Cuba para poder ir cambiando el modelo revolucionario hacia una economía que mejore el nivel de vida de la población.

Sería contraproducente que los líderes comunicaran un «cambio del modelo revolucionario» porque eso causaría la impresión de que estuvieron equivocados durante medio siglo.

Es más inteligente decir que la nación ingresa en una etapa de actualización del modelo económico.

Algo similar ocurre con el concepto de justicia. Si decimos la cruda realidad, no podemos evitar concluir que se trata lisa y llanamente de una venganza organizada, burocratizada, sistematizada por el Estado.

Para evitar este choque frontal contra la realidad, todos somos educados para creer que la justicia es un valor sublime, excelso, superior. Haciéndolo así, podemos mejorar la convivencia pues efectivamente tramitamos la venganza, aplicamos la Ley del Talión y nadie se siente atacado en su sensibilidad.

Volviendo al caso cubano, es mejor dulcificar paulatinamente la furia que hace medio siglo se desató contra los ricos a reconocer que esa furia no es más que una envidia inconfesada.

(1) Dios es [hacer el] amor

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Correcciones a nuestras percepciones

Reconocer que la naturaleza no es humana nos permite asumir que nuestra enfermedad y muerte son en realidad buenas noticias.

Las poesías y las fábulas son los únicos ámbitos donde podemos decir que los animales hablan, que los pájaros son arquitectos o que el sol está enamorado de la luna, sin que un psiquíatra sienta la inconfundible fragancia de la psicosis.

En otros artículos (1) he comentado que no podemos evitar la humanización de todo lo que observamos. Dicho de otro modo, no solamente en las poesías y en las fábulas atribuimos rasgos de nuestra especie a objetos y seres que no lo son.

Este defecto raramente está compensado racionalmente.

Cuando un deportista de «tiro al blanco» realiza su práctica, tiene en cuenta la distancia del objeto, la temperatura, la cantidad de luz, el viento, la humedad, el peso del proyectil que lanzará, la parábola (curva hacia abajo) que tendrá la trayectoria. El acierto (puntería) dependerá de cuán precisas sean estas correcciones a lo que su ojo ve.

Nuestra cabeza también necesita hacer correcciones a lo que piensa, razona, interpreta. Por ejemplo, debe compensar esa natural tendencia a suponer que el cosmos, es, piensa y actúa como un ser humano.

Si podemos realizar buenas correcciones a estos defectos de razonamiento, aumentará la «puntería» (acierto) de nuestra percepciones, pensamientos, conclusiones.

Esta tarea de «deshumanizar lo no humano» está severamente dificultada porque nuestra forma de hablar (idioma, lenguaje) está diseñada según ese modelo mental.

Con todas estas consideraciones, les comento que «la naturaleza se alegra de nuestra muerte», porque de esa forma se renuevan los ejemplares de una de sus tantas especies (la humana).

Se «alegra» tanto como nos alegramos los humanos cuando convertimos en chatarra las viejas máquinas para instalar otras nuevas, más modernas, eficientes, actualizadas según los nuevos requerimientos.

(1) La naturaleza es una monarquía absolutista

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domingo, 2 de octubre de 2011

Confusión entre «causa» y «culpa»

La confusión conceptual entre «causa» y «culpa» provoca ineficiencias en el desempeño de los agentes económicos.

«No pudimos ir a la feria por culpa de la lluvia» —protesta alguien y todos le entendemos.

La cultura y la educación nos proveen de algunos elementos (idioma, cálculo, geografía, biología, arte) para comunicarnos y entender eficazmente el entorno donde podremos ganar dinero.

La cultura tiene como desventajoso que nos distorsiona nuestra naturaleza, neurotizándonos (1).

Es la cultura la que puede llegar a permitirnos entender que no es lo mismo «causa» que «culpa».

Quien dijo que la lluvia tuvo la culpa de algo, está pensando en términos animistas (2), esto es, atribuyéndole a la naturaleza una intencionalidad (responsabilidad) humana.

Con esta forma de entender el escenario en el que nos movemos, es muy probable que nuestro esfuerzo por ganar dinero sea reiteradas veces un fracaso.

En capas socio-económicas muy bajas, esta forma de pensar no tiene graves consecuencias porque cuando un colectivo «no puede estar peor», tanto da que haga las cosas bien, regulares o mal.

Sin embargo, este blog tiene como objetivo encontrar las «causas» de por qué tantas personas necesitarían vivir mejor y no pueden lograrlo.

Obsérvese que los economistas son personas que dedican toda su vida a comprender el funcionamiento de los mercados y es muy poco lo que saben. Sus mayores logros consisten en explicar qué fue lo que pasó. Si esta explicación fuera correcta, podría tener alguna utilidad sólo en el caso de que los hechos se repitieran.

Cuando alguien piensa que el capitalismo es el «culpable» de su infortunio, está suponiendo que el capitalismo es un señor malintencionado que sólo quiere perjudicarlo.

Cuando alguien piensa que el capitalismo es la «causa» de su infortunio, se predispone a convivir (adaptarse, utilizar, negociar, interactuar, beneficiarse) armónicamente con ese escenario donde habita.

(1) La mayor cultura de los ricos

La neurosis es útil para vivir entre neuróticos

(2) «La naturaleza piensa como yo»

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sábado, 3 de septiembre de 2011

Un prejuicio lingüístico

Apartándonos de la racionalidad positivista, es posible encontrar un cierto condicionamiento lingüístico para sostener la hipótesis (prejuiciosa) de que la pobreza está generada por la pereza de los pobres.


Copio y pego dos definiciones del Diccionario de la Real Academia Española:

Pereza.

1. f. Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados.
2. f. Flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos.

Pobreza.

1. f. Cualidad de pobre.
2. f. Falta, escasez.
3. f. Dejación voluntaria de todo lo que se posee, y de todo lo que el amor propio puede juzgar necesario, de la cual hacen voto público los religiosos el día de su profesión.
4. f. Escaso haber de la gente pobre.
5. f. Falta de magnanimidad, de gallardía, de nobleza del ánimo.

De estas dos definiciones quiero compartir con ustedes unas hipótesis a pesar de que no son ni racionales ni empíricas, es decir, no pueden ser aceptadas por quienes rechazan todo lo que no sean positivismo, o sea, el sistema filosófico que admite únicamente el método experimental.

De las dos definiciones copiadas y pegadas más arriba, comparo solamente las acepciones afines (en letras rojas).

— Una primera idea es que la palabra «pobreza» contiene todas las letras necesarias para formar la palabra «pereza».

— Una segunda idea es que las definiciones de una y otra, si bien no son sinónimas en sentido estricto, sí los son en sentido relativo (negligencia, flojedad, falta de magnanimidad)

— Una tercera idea es que existe el prejuicio según el cual la pobreza es provocada por la pereza. En otras palabras: los pobres son pobres porque son perezosos (haraganes).

En suma: A las miles de causas que quizá provoquen la pobreza, podemos agregarle que el idioma español predispone cierto condicionamiento a ratificar el prejuicio de que los pobres son perezosos.

Artículo vinculado:

La lucha pasiva
La pereza de los perfeccionistas

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Subordinar no deshonra al subordinado

Según la lógica psicoanalítica, el varón debería ser jefe y la mujer subordinada, pero como la cultura sobrevalora la figura del «jefe», la «pareja humana» funciona mal.

En otro artículo (1) mencioné la característica cerebral por la que creamos símbolos (balanza, palomas, hoz y martillo).

También creamos las metáforas, que permiten que alguien diga «cabello rubio como el trigo» o las metonimias que permiten que alguien diga «posee varios Figaris», queriendo significar «posee varios cuadros pintados por Figari».

Hay quienes afirman que el lenguaje hace al cuerpo porque tomamos conciencia del cuerpo cuando en la primera infancia nuestra madre nos toca y enuncia: «esta es la pierna», «este es el ombligo», «¿de quién es esta nariz?»

El psicoanálisis utiliza este supuesto y presta atención cuando alguien alude a su cuerpo y dice «me duele la cabeza», lo cual puede significar que algunas ideas lo perturban, o dice «tengo gastritis» lo cual puede significar que no puede «digerir» una situación, o dice «me duelen las piernas» lo cual puede significar que «un negocio ‘no camina’».

Estas formas de escuchar son especialmente importantes en el tratamiento de enfermedades psicosomáticas.

Si lo más importante es conservar la vida personal y de la especie, la sexualidad es el eje de nuestras preocupaciones, aunque la cultura se encarga de quitarle importancia, con lo cual no hace más que exacerbar la carga emotiva como ocurre con todo lo deseado pero a la vez prohibido.

Lo natural sería que el varón, que endurece su pene para penetrar la vagina lubricada, también tuviera ideas firmes y aceptables por la mujer. Por eso sería natural que él fuera jefe, pero como lamentablemente nuestra cultura pretende que un jefe sea más valioso que un subalterno, el vínculo más lógico (que ellos manden y ellas obedezcan), es muy conflictivo.

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Las mujeres son más pobres que los hombres

Simbólica e inconscientemente, una mujer pobre es más femenina, deseable y apta para ser fecundada y un hombre rico es más masculino, deseable y apto para fecundar.

Sobrevivir como individuos y como especie constituyen la única misión (1) de todo ser vivo. Cualquier otro desempeño es accesorio, innecesario, superfluo.

Por este motivo nuestro cuerpo y sus respectivas funciones son imprescindibles para sobrevivir como individuos mientras que es el aparato genital el verdaderamente importante para la conservación de la especie.

Algunas personas recelan del tratamiento reiterado de los asuntos sexuales sin considerar quizá esta importancia fundamental y sin considerar tampoco la influencia de una cultura notoriamente represora de esta función vital.

Los órganos más protagonistas de esta única misión (reproducirnos) son los genitales de uno y otro sexo.

Las formas de esos genitales permiten la complementariedad (el pene sobresale y la vagina es un hueco).

Esos aspectos más visibles llegan a la conciencia en forma de lenguaje y es así como cada sexo tiene o no tiene lo más visible: el pene.

Esta simplificación con el verbo «tener» surge exclusivamente de los aspectos visuales porque en rigor, hombres y mujeres «tienen» órganos genitales.

El verbo «tener» queda entonces asociado a los rasgos genitales masculinos (tener) y femeninos (no tener), para todo otro uso que se haga de él.

Esta hipótesis que estoy desarrollando en torno a

— la «misión» reproductora,
— la genitalidad de ambos sexos y
— el verbo «tener»,

explicaría por qué la pobreza afecta mayormente a las mujeres.

Ellas, necesitadas de poder complementarse con los hombres para embarazarse, «no tienen» (pene) y sí tienen un hueco que simboliza la carencia (pobreza), lugar apto para poner, para llenar ... de semen.

En suma: De una cultura «machista» deriva que sus mujeres prefieran «no tener» (bienes, patrimonio, riqueza) para sentirse femeninas.

(1) La única misión


Artículos vinculados:

El orgullo de José y la humillación de María

Las jefas de hogar crían hijos pobres

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Contraindicaciones de un segundo idioma

La condición de bilingüe (o políglota) tiene más inconvenientes que beneficios.

Hasta donde he podido entender, estudiar un segundo idioma no es todo lo conveniente que parece.

Nuestras culturas hispanoparlantes están fuertemente influenciadas para que hablemos español e inglés.

Los argumentos más frecuentes para dominar el uso de una segunda lengua tienen como argumento principal la libertad de visitar otros pueblos, así como también la posibilidad de leer directamente a sus poetas y novelistas.

Los inconvenientes de esta moda o tendencia, son:

— El tiempo y esfuerzo dedicado a un segundo idioma, generalmente se le resta al estudio de la lengua materna;

— Los hispanoparlantes poseemos un idioma particularmente complejo cuyo conocimiento básico requiere una fuerte dedicación;

— Conocer un segundo idioma suele ser interpretado como un embellecimiento cultural, como un enriquecimiento intelectual, como un rasgo de erudición, todo lo cual sólo tiene valor narcisístico, superficial, exhibicionista;

— Además del gasto en tiempo y esfuerzo, también es preciso un gasto en dinero porque como inversión generalmente tiene baja rentabilidad por el poco uso que suele dársele en la práctica;

— La mayoría de quienes hacen el intento de ser bilingües, terminan hablando mal el idioma principal y olvidando el alternativo;

— Si viajamos a países con un turismo suficientemente desarrollado, encontraremos expertos en vendernos servicios de traductorado;

— La globalización ha logrado que sean muy escasos los productos que sólo se encuentran en algún lugar geográfico determinado. La mayor variedad de objetos y servicios están o pueden llegar a estar en cualquier punto del mundo civilizado;

— Existen soluciones informáticas que hacen traducciones con mejor nivel que cualquier estudiante avanzado;

— La fonética del segundo idioma suele ser inalcanzable para casi todos.

— Es probable que la universalización del idioma inglés sea parte de la política colonizadora de los angloparlantes, a la cual no tenemos por qué adherir.

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La imaginaria unión biológica con el hijo

Reconocer que solamente lloramos las pérdidas propias permite comprender que cuando amamos nos sentimos propietarios.

Cualquier lágrima derramada demuestra nuestro dolor y nunca el dolor ajeno.

Lo que sí ocurre es que por distintos sentimientos (que genéricamente podemos denominar «fenómenos identificatorios»), algunas vicisitudes ajenas las sentimos como propias.

También ocurre que necesitamos la existencia y presencia de otras personas y por eso su fallecimiento o alejamiento nos causa tanto dolor que lloramos.

En otro artículo (1) mencionaba algo similar cuando me refería a que el amor es un sentimiento que expresa cuánto necesitamos y utilizamos al ser amado.

Las lágrimas que derramamos cuando le ocurre algo penoso a un hijo nos demuestra cuánto lo necesitamos, hasta qué punto funciona imaginariamente como una parte nuestra.

Si por alguna razón tuvieran que amputarnos un brazo o una pierna también lloraríamos.

El lenguaje nos permite la confusión.

Es correcto decir «lloro porque a mi hijo lo dejó la esposa y está desconsolado» con lo cual entendemos dos cosas:

1) que nos ponemos en su lugar solidariamente, por compañerismo, porque lo amamos desinteresadamente; o también

2) porque sentimos que fuimos abandonados por nuestra nuera (hija política), porque él vive llorando y no quiere trabajar, porque tenemos que hacernos cargo de hacerle algunas tareas que hacía ella, porque quizá vuelva a vivir con nosotros, porque tendremos que recibir a nuestro nieto por obligación y no porque queremos jugar con él, etc.

He insistido con los eventuales reclamos (explícitos o sutiles) que hacen los padres a los hijos (2) respecto a una hipotética deuda que estos tendrían con ellos. Vuelvo al tema para decir que si lloramos por las dificultades de nuestros hijos es porque los sentimos equivocadamente como propios y si no nos ayudan (pagan esa deuda) sentimos equivocadamente que una parte nuestra dejó de funcionar (amputación).

(1) «¡Hotal, qué tal! ¿Cómo me va?»

(2) La deuda imposible de pagar 

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viernes, 5 de agosto de 2011

Matrimonio igualitario

Matrimonio igualitario es la denominación que se ha creado no hace muchos años para designar lo que antes era llamado matrimonio gay o matrimonio homosexual y que podría incluir la intención de reconocer oficialmente la fantasía inconsciente de que los hombres y las mujeres somos iguales.

A veces el significado de las palabras parece alterarse con fines ideológicos, proselitistas o de conveniencia.

El matrimonio igualitario es una expresión relativamente nueva que pretende negar hechos tan obvios como que

— hombres y mujeres somos diferentes; y que
— un matrimonio entre homosexuales es diferente a un matrimonio entre heterosexuales.

El hecho central en todas estas reflexiones refiere a la capacidad reproductiva que se espera de un matrimonio.

Lingüísticamente, la palabra oxímoron refiere a una expresión retórica que condensa dos conceptos opuestos, como por ejemplo: «publicidad secreta», «fuego helado», «tolerancia cero».

Si bien parece lógico que dos o más personas puedan unirse para convivir, ayudarse, compartir gastos, divertirse, en forma permanente, también parece lógico que puedan formalizar dicha asociación de tal manera que las instituciones del estado les concedan todos los derechos (beneficios legales, sanitarios, tributarios) cuyo ejercicio pleno no perjudique a terceros.

Me interesa señalar que la expresión matrimonio igualitario de quienes reivindican la aceptación social y pública del matrimonio entre personas del mismo sexo, no buscan solamente disfrutar de todos y cada uno de los derechos que puedan obtener en tanto y en cuanto no perjudiquen a los demás, sino que intentan darle realismo a una fantasías propia de los homosexuales y es que las diferencias entre el hombre y la mujer son meramente culturales, impuestas, ideológicas, prejuiciosas, prepotentes, arbitrarias, tendenciosas y otras adjetivaciones que pretenden descalificar la evidencia orgánica (genital) que fundamenta el reconocimiento de que existen hombres y mujeres, que son diferentes y que se fecundan mutuamente (aislamiento reproductivo).

Lectura complementaria:

Pollera o pantalón

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martes, 12 de julio de 2011

Las metidas de pata (bloopers)

Los bloopers son situaciones que nos causan júbilo más que alegría, pero no porque malignamente disfrutemos de la desgracia ajena.

Les cuento una breve deducción psicoanalítica.

En inglés la palabra blooper significa cometer un error, aunque más precisamente es «meter la pata».

Demás está decir que entre los idiomas no existe una correspondencia exacta entre vocablos. Es decir que blooper podría corresponder a meter la pata en español. Con esta salvedad, digo entonces que la expresión mencionada es la traducción del vocablo inglés.

¿Por qué algunas personas se ríen de los bloopers?

Según una suposición de uno de mis psicoanalistas preferidos (Jacques Lacan 1901-1981), los niños muy pequeños no saben durante los primeros meses de vida que son individuos separados del entorno que los rodea (1) (madre, padre, hermanos, mascota, cama, casa, ...).

En cierto momento de su evolución neurológica (aproximadamente de 18 a 24 meses), el pequeño, al verse en un espejo en compañía de otra persona, se ríe con una risa especial, de gran felicidad, jubilosa.

Esa reacción estaría motivada porque se da cuenta por primera vez que él es él y que el resto de las personas, mascotas, muebles, no son él. Ese momento mágico en su evolución le permite discriminarse, sentirse individuo, ser alguien.

Por lo tanto, cuando veo la filmación de una metida de pata (blooper), de un tropiezo, una caída de otra persona, retomo aquella sensación jubilosa (alegre, divertida, gozosa) porque lo que acabo de ver reafirma que «yo soy yo y no soy todo lo demás (específicamente, no soy quien metió la pata)».

Reírse de la desgracia ajena ya es otra cosa (fallecimientos, enfermedades, ruina económica), y creo que nadie considera a estos hechos como bloopers divertidos.

En suma: Las metidas de pata ajenas nos reafirman placenteramente en nuestra identidad e individualidad.

(1) No soy Bin Laden

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La mediocridad universitaria

El sistema educativo es el área totalitaria de las democracias, donde se fabrican ciudadanos desmotivados para la creatividad.

El último párrafo de un artículo publicado hace un tiempo (1), dice:

« La rigidez mental es afín a los regímenes totalitarios y la creatividad es afín a los regímenes liberales.»

El sistema educativo y la familia tratan de formar al niño cuyos conocimientos, criterios y cultura arrancan prácticamente en cero.

En el mencionado artículo decía que la creatividad surge cuando las conexiones asociativas entre las neuronas (sinapsis) se apartan de la educación, adiestramiento o disciplinamiento que se nos impone en esas instituciones (sistema educativo y familia).

Culturizarnos significa «cortarnos a todos con la misma tijera», es decir, igualar nuestras conductas, puntos de vista, creencias, prejuicios, conocimientos.

Este fenómeno es universal y tiene un aspecto favorable junto a otro desfavorable.

Parece inevitable que los ciudadanos de una misma nación compartan algunas características para poder entenderse, comunicarse, socializarse entre sí (idioma, historia, símbolos patrios).

Esta primera educación convierte a los niños en verdaderos hijos de un régimen totalitario. Los niños casi no tienen ni voz ni voto, sus propuestas son automáticamente descalificadas y su poder es muy restringido.

Ocurre sin embargo que ese niño que aún tiene la inmadurez neurológica normal que lo inhibe para asumir responsabilidad, luego crece y adquiere las condiciones anatómicas suficientes para tomar decisiones, opinar, cuestionar, proponer ideas alternativas, pero resulta ser que el sistema educativo secundario y universitario suele continuar con aquel criterio absolutista, de pensamiento único (con bibliografía obligatoria), totalitario.

Tenemos entonces a personas que si son creativas, deberán conservar sus ideas en la clandestinidad hasta que den por terminada la educación institucionalizada (universitaria, por ejemplo).

Cuando logren salir del totalitarismo educativo ya serán adultos de 25-30 años con escasa energía para alterar el statu quo.

(1) Apuntes sobre la creatividad

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Apuntes sobre la creatividad

La creatividad es una función neuronal que nos caracteriza como el color de la piel o la estatura.

Nuestras neuronas establecen ciertas conexiones entre sí a medida que va desarrollándose el sistema nervioso, especialmente el cerebro.

La educación influye fuertemente en el establecimiento de esas conexiones (sinapsis).

Es similar a la configuración que los usuarios pueden hacer de su computadora, personalizando con qué pantalla de inicio arranca la PC, cómo se mostrarán los archivos, en qué idioma quedarán redactados los mensajes automáticos, etc.

Desde pequeños nos enseñan a controlar los esfínteres, a comer utilizando cubiertos, a usar un pijama para dormir.

La configuración de nuestro cerebro nos instala los usos y costumbres de nuestra cultura y a partir de ahí podremos hacer lo que hacen otros de nuestra familia, ciudad o país.

Algunas personas tienen la característica de formar conexiones por sí solos. Pueden pensar y actuar con estilos que no le fueron enseñados. Pueden apartarse de la educación recibida a la vez que pueden respetarla.

Asimismo, algunas personas tienen la característica de no poder apartarse de la educación recibida porque su cerebro no tiene autonomía para establecer nuevas conexiones. Hacen sólo lo que alguna vez aprendieron a hacer.

A la autonomía para realizar nuevas conexiones neuronales le llamamos creatividad cuando el fenómeno no altera y eventualmente beneficia la convivencia social.

Por el contrario cuando alguna patología neurológica impide el establecimiento de conexiones estables, armónicas, equilibradas, lo primero que se resiente es la aptitud para integrarse socialmente.

Existe un punto intermedio en el cual los creativos entran en conflicto con los no creativos porque estos reaccionan con temor (agresividad defensiva) ante las ideas nuevas que sus neuronas no pueden empatizar, igualar, simpatizar.

La rigidez mental es afín a los regímenes totalitarios y la creatividad es afín a los regímenes liberales.

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Los alcances de una herejía

El vocablo «herejía» tanto se aplica a una discrepancia en materia de religión, ciencia o arte como a un grave daño provocado injustamente.

Todos funcionamos armónicamente aunque nuestras armonías no sean idénticas de una persona a la otra.

Desde un niño recién nacido a un comatoso (que está en estado de coma), todos estamos organizados como para conservar el fenómeno vida, aunque bajo ciertas circunstancias disponemos de más funciones que en otras.

En otras palabras, podría sintetizar la idea diciendo que el sólo hecho de tener signos vitales es suficiente para decir que estamos armonizados, organizados, funcionales. Estar vivos podría considerarse un estado de perfección básico.

Para algunas personas la perfección existe solamente cuando es posible establecer una igualdad con algún modelo preconcebido, imaginario, ideológico, acordado por consenso, impuesto por alguna autoridad reconocida.

Por ejemplo, la psiquiatría supone que su libro maestro (DSM IV) describe exhaustivamente qué es estar mentalmente sano. Por lo tanto, todo lo que difiera de la especificaciones incluidas en ese manual está enfermo.

Algo parecido ocurre con las religiones. En todas existe por lo menos un libro sagrado donde figura qué está bien y qué está mal para toda la humanidad, aclarando luego que aquellos que no cumplan esos preceptos, no solamente están fuera de la mencionada religión sino que transgreden la única verdad que ellos aceptan.

A quienes no opinan según las ideas, creencias, costumbres de una determinada ciencia, filosofía, religión, se los denomina herejes.

La palabra herejía no sólo significa estar en desacuerdo sino que va más allá y califica de desacierto disparatado a la opinión diferente. Más aún, esa discrepancia es insultante (injuriosa) y hasta se reconoce que discrepar es causar grave daño injustamente.

En suma: los intolerantes que reaccionan muy agresivamente con las opiniones diferentes, en algún momento las interpretan como herejía.

Nota: las imágenes de Stalin y Hitler representan sus ideologías (comunismo y nazismo respectivamente). Los seguidores de una y otra aún se persiguen mutuamente interpretando la discrepancia como herejía.

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Prohibido tocar

Los eufemismos son asombrosos inventos lingüísticos que nos permiten darle solución psicológica a ciertos problemas psicológicos. Nos ayudan y mejoran nuestra calidad de vida.

Hace más de tres años hice un comentario respecto a unas piezas maravillosas que tienen los lenguajes. Me refiero a los «eufemismos» (1).

Fíjense que significado tan dulce, mullido y hasta perfumado le dieron los integrantes de la Real Academia:

«Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante».

Podrían haber definido el «eufemismo» como expresión que sustituye a otra que el uso volvió desagradable.

Acá está la explicación de por qué no fui convocado para integrar tan digna Academia.

El lenguaje está al servicio de nuestra psiquis e insisto además que probablemente también ocurra lo contrario, es decir, que nuestra psiquis está diseñada según nos llega el lenguaje materno.

Observemos este interesante, ilustrativo y divertido ejemplo.

En la mayoría de los países hispanoparlantes, es normal que los adultos le digan muchas veces al niño inquieto, curioso, inteligente: «¡No toques!» (el florero, la cocina, el cuchillo).

Nuestro lenguaje vino fuertemente impregnado de la filosofía judeo-cristiana (especialmente con el catolicismo), que se caracteriza por un fuerte horror al placer, la riqueza, los goces mundanos.

Su metodología disuasiva consiste en infundirnos miedo al deseo.

Cuando ingresamos en la preadolescencia (10 años de edad aproximadamente), las hormonas comienzan a estimular sensaciones muy atractivas a nivel genital y los humanos, sin que nadie nos enseñe, por puro instinto, aprendemos a masturbarnos, lo cual vuelve locos a los adultos hispanos, judeo-cristianos y horrorizados con el deseo.

Ahí aparece nuestro amigo el «eufemismo». Muchas personas denominan «tocarse» como eufemismo por «masturbarse», con lo cual inconscientemente evocan aquella reiterada orden recibida desde las alturas (los adultos son más altos), que nos decía con tono autoritario «¡No toques!».

(1) «Me arrastré pero siempre con dignidad»



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La Biblia es cuestionable

Para muchos pobres la escritura es sagrada y creen ingenuamente en la sabiduría incuestionable del texto impreso.

Padezco la paranoica sospecha de que el poder es deseado por todos pero que sólo algunos son capaces de aplicar estrategias efectivas para poseerlo y conservarlo, mientras que los demás sólo aspiramos a que nos caiga del cielo, lo recibamos de regalo o lo obtengamos en un golpe de suerte de la fortuna (ganar en la lotería, por ejemplo).

Esos pocos capaces de desarrollar y aplicar una estrategia efectiva para obtener y conservar el poder, apelan a recursos ingeniosos. Los imagino con dotes para jugar al ajedrez, con talento para conocer las debilidades del ocasional contrincante, descubrir cuáles son sus puntos débiles, inducirlo para que se equivoque y provocarle el fatídico jaque mate, que al salir de esta comparación, equivale a dominarlo, tener más poder que él, subordinarlo.

Existe un refrán que dice: «Somos esclavos de nuestras palabras y amos de nuestros silencios».

Es probable que cualquier dicho popular esté diseñado para favorecer a los más poderosos en perjuicio de los más débiles porque los poderosos actúan globalmente, no descuidan ningún detalle, sólo quieren dar jaque mate sea como sea, aunque para lograrlo tengan que arriesgar y perder peones, alfiles, caballos y torres.

Voy al punto: una mayoría cree que la escritura es sagrada, que sólo está permitida para una élite, que cualquier mensaje recibido en letra de texto impreso es verdadero, que sólo unos pocos tienen el poder divino (sobrenatural) de escribir porque tienen el don de zafar de la esclavitud a la que refiere el refrán.

En suma: Los campeones del poder son dueños de los medios de comunicación, escriben y someten a quienes creen ingenuamente que un libro siempre trasmite verdades y que todo escritor es un sabio incuestionable.

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Los inteligentes eligen

Es inteligente lograr que a una mayoría se nos atrofie la inteligencia. En eso están.

Una tontería dicha por alguien prestigioso se convierte en genialidad, creatividad o extravagancia. Esa gloriosa tontería corre con ventaja para convertirse en noticia, avance filosófico y tonificante del sentido común.

Una tontería dicha por una persona desconocida se convierte en una tontería dicha por una persona desconocida, es decir, no cambia de estado. Conserva sus cualidades originales.

Como pertenezco a esta segunda categoría les propondré una tontería que tiene vinculación con lo que el lenguaje dice sin decir.

La inteligencia es esa habilidad adaptativa que tenemos los seres vivos de prácticamente todas las especie.

El fototropismo es una forma de inteligencia. Consiste en el movimiento que hacen las flores para mirar el sol procurando la máxima exposición. Giran sobre su tallo como nosotros giramos la cabeza para ver quién viene.

La palabra inteligencia tiene incrustada otra palabra que enriquece el significado más visible.

Efectivamente (y aquí va la tontería) inteligencia incluye algo que siempre intentamos hacer: elegir lo mejor, quedarnos con lo más conveniente, optar por lo más beneficioso, ya sea una butaca en el teatro, una manzana en el frutería o un cargo interesante, bien remunerado, ideal para nuestra vocación.

La vida de las plantas es bastante más sencilla que la de los humanos. Las flores que buscan el sol no se pelean, ni se engañan, ni se hacen trampa.

Los humanos usamos como una de las estrategias para que otros no elijan lo que deseamos elegir para nosotros, empobrecer, embrutecer, atontar la inteligencia de nuestros competidores, criticando a los estudiosos, despreciando a los más hábiles, aplaudiendo a los groseros, malhablados, prepotentes.

De todos modos es mejor esto que terminar como adorno en un florero.

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martes, 7 de junio de 2011

La naturaleza sobrecarga a las mujeres

Las mujeres han ganado muchos derechos, especialmente en cuanto a gozar más y mejor de sus cuerpos, pero la palabra «embarazoso» aún significa «molesto, incómodo».

En muchos lugares se habla y se escribe sobre lo que genéricamente se define como «el post-modernismo» en las relaciones de pareja.

El centro de esta definición está fundamentalmente en el cambio de roles, de actitudes y de derechos que tienen las mujeres así como el inevitable ajuste que tenemos que hacer los varones para continuar ocupando algún lugar en la vida de ellas.

Lo que no cambia es que varones y niñas eternamente necesitamos ser reconocidos, mirados, atendidos, y si fuera posible, amados por ellas.

Ahora hay más mujeres que poseen patrimonio, se asocian a un varón para formar una familia pero no necesariamente aspiran a formar un matrimonio, sino que aceptan y hasta exigen uniones más libres, menos condicionadas por las instituciones estatales, eclesiásticas o sociales.

Ellas ahora demandan con más convicción gozar sexualmente de sus cuerpos y del poder.

Le informo a los lectores más jóvenes que hasta no hace mucho, esto no era tan así.

Quizá por influencia de los medios de comunicación (especialmente el cine, la televisión e Internet), más mujeres buscan la paridad de derechos con los hombres y aquel Don Juan que se toleraba con bastante paciencia, hoy tiene que competir con las Doñas Juanas que encontraron en su propio cuerpo recursos hedónicos (proveedores de placer) que valen la pena explotar.

Sin embargo, algo no está funcionando: ellas no pueden librarse del compromiso biológico que les impone el embarazo y —hasta cierto punto también— la lactancia.

En suma: Las mujeres han aumentado sus derechos pero también su esfuerzo, por lo cual el saldo continúa siendo desventajoso.

Sigue habiendo un sexo rico (ventajoso) y un sexo pobre (sobrecargado).

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Lo bueno y lo malo de la agresividad

La agresividad es una condición esencial para la vida aunque bajo ciertas condiciones puede ser letal. Lo comparo con el agua, que es imprescindible aunque puede ahogarnos.

Continúo haciendo comentarios sobre las características indeseables de nuestro lenguaje, convencido de que si no las tenemos en cuenta nuestro pensamiento perderá el rumbo, quedará errático, incapacitado para guiar nuestros pasos como es su función principal.

Hoy me preocupa el vocablo «agresión».

No tengo más remedio que comenzar por el Diccionario de la Real Academia porque es una referencia obligatoria.

— Matar, herir o dañar a otro;
— Desconocer el derecho ajeno;
— Invadir otro país sin avisarle;
— Violación sexual.

A su vez se define la «agresividad» como la tendencia a responder violentamente.

En suma 1: Para nuestro Diccionario oficial, la agresión como hecho y la agresividad como actitud no tienen nada de bueno.

Si nos apartamos de este código que legisla sobre nuestra principal herramienta de comunicación, podemos pensar algo más variado.

— Cuando el ser humano se defiende a sí mismo o a un semejante, tiene que aplicar la agresividad;

— El acercamiento sexual del varón a la hembra requiere un cierto grado de acometividad, impetuosidad, energía, descontrol, fuerza, impulsividad, en beneficio del placer que ella siente luego de haber otorgado su consentimiento;

— Los deportes competitivos aportan placer, diversión, salud, distensión del estrés, sublimación de otros conflictos, fuentes de trabajo, sentimientos de identificación y requieren de mucha agresividad, aunque esta circule bajo el control de reglamentos;

— La adaptación al medio que necesitan hacer todos los animales (incluyéndonos), depende en gran medida de la fuerza agresiva aplicada sobre la tierra, las montañas, los mares (extraer minerales, construir caminos, cazar, arar la tierra).

En suma 2: demonizar genéricamente la «agresividad», tiene un efecto similar a privarnos caprichosa y neciamente del uso de uno de nuestros brazos.

La riqueza y la longevidad

La delincuencia y sus atenuantes

Los autómatas irresponsables

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Preferimos las corruptocracias

Decimos que nuestros gobernantes son corruptos y mentirosos, sin captar que lingüísticamente elegimos a personas que tuvieran por condición no ser los mejores ya que aristocracia significa gobierno de los mejores.

En otro artículo (1) les comentaba que nuestro idioma nos traiciona a la hora de hacer coincidir lo que queremos decir con lo que efectivamente decimos.

Allí decía que el vocablo aristocracia significa realmente «gobierno de los mejores», sin embargo en algún momento, a alguien se le ocurrió acusarlos de superficiales, egoístas, enemigos del pueblo y fue entonces que una mayoría empezó a connotar «el gobierno de los mejores» como «gobierno de los peores».

También agregamos a esta misma subversión (puesta patas arriba) diciendo que los nobles son igualmente superficiales, egoístas y enemigos del pueblo, a pesar de que una persona noble es indiscutiblemente alguien sincero, que dice lo que piensa, que prioriza los intereses colectivos a los particulares, que se esfuerza por cumplir las normas morales con tanta convicción como si fueran normas legales y otras cualidades que serían ideales para ser popularizadas pero que a alguien, alguna vez, le pareció mejor idea volverlas negativas.

En este orden de cosas, aparentemente por un fenómeno prioritariamente lingüístico pero que está dinamizado por intereses políticos, partidarios, mezquinos, manipuladores, desconsiderados, inescrupulosos, nos terminó haciendo creer que en definitivas cuentas deberíamos ser gobernados por todo lo contrario, esto es por los peores mentirosos (es decir, el reverso de lo que significa aristocracia y nobleza).

Algunos afirman que el objetivo que estoy extrayendo por simple deducción de cómo fueron invertidos los significados originales de los vocablos aristocracia y nobleza, el objetivo (repito) fue alcanzado, es todo un éxito y hoy (¿felizmente?) podemos decir que nuestros gobernantes son mayoritariamente corruptos y no tienen nada de aristócratas ni de nobles.

Nota: La imagen corresponde al Primer Ministro Italiano (2011) Silvio Berlusconi, cuya conducta lidera las encuestas en cuanto a inescrupulosidad.

(1) El lenguaje nos confunde

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El lenguaje nos confunde

Si vamos al significado real de los vocablos, queremos ser gobernados por los ciudadanos más antipáticos.

En realidad no es tan grande la importancia del diccionario en nuestras vidas.

Seguramente hay y habrá muchas personas que sean buenos ciudadanos (consigo mismos y con los demás) que jamás han consultado este libro.

Lo que necesitamos es entendernos con los demás, ya sea hablando o por escrito.

Mi insistencia en comentar con ustedes alguna consulta concreta obedece a que, según creo, el idioma no es muy confiable en el fenómeno de la comunicación.

Es posible mantener vínculos muy prolongados en el tiempo, basados en un desentendimiento favorable o, viceversa, podemos ser dos gotas de agua con nuestro principal enemigo pero siempre estuvimos interpretando que su discurso era condenable.

Voy al punto que mereció este prólogo.

Todos decimos que deberían gobernarnos «los mejores» para significar de esta forma que nuestros gobernantes deberían ser gente honesta, inteligente, informada, con poder de decisión, un poco audaces pero no temerarios y varias otras cualidades por el estilo.

Cuando pensamos en ese líder, simplificamos la definición diciendo que lo apoyamos porque «es el mejor».

También decimos que para ser una buena persona, debe tener «nobleza», entendiendo por tal su sinceridad, que no priorice sus intereses personales por sobre los intereses colectivos, que a lo largo del tiempo tenga una conducta y coherencia ejemplares.

Con estos conceptos tan claros, terminantes y nítidos salimos a buscar a nuestro líder para que maneje los destinos de nuestro pueblo y cuando queremos acordar nos encontramos con que nuestro propio idioma nos informa que lo que deseamos realmente es instaurar una aristocracia, queremos ser gobernados por un aristócrata, queremos ser gobernados por la nobleza.

Sin embargo, algo o alguien hicieron que los aristócratas y los nobles merecieran nuestro más profundo desprecio.

Artículo vinculado:

Lo bueno y lo malo de la aristocracia

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El hambre le pone el hombro al hombre

El idioma castellano admite una combinación de palabras con sentido, que podría constituirse en un motivo más de la pobreza patológica.

Cuando queremos referirnos a la realización de un esfuerzo colectivo, solemos utilizar —en los países hispanoparlantes—, la expresión «ponerle el hombro».

Con esa expresión significamos apoyar, patrocinar, impulsar, colaborar, levantar, estimular, afirmar, apuntalar, auxiliar, socorrer, asistir, financiar, proteger, amparar, promover, favorecer, inspirar, avivar, excitar, propulsar, hacer avanzar, intentar que progrese, que avance, que salga adelante, que tenga éxito, que se convierta en un logro, que triunfe, que gane, etc.

Agrego otra idea: el idioma genera efectos en nuestra mente. El lenguaje nos llega en forma sonora (por el oído) o en forma visual (escritura). Ambos estímulos son agentes de cambio.

Cuando oímos o leemos ¡cuidado!, quiero casarme contigo, eres hermosa, estás despedido y cualquier otra expresión, aunque no sea tan dramática, algo cambia en nuestra anatomía y fisiología a pesar de que no siempre registramos ese cambio (rubor, miedo, alarma).

Agrego otra idea: cuando nuestro idioma nos llega con una armonía especial, el efecto mencionado se potencia. Una idea expresada con una buena rima es más conmovedora, eficaz y recordable que un conjunto de palabras discordantes, escasamente conocidas o de baja connotación.

Existe una oración que es sintácticamente posible pero que nunca la oímos. Esta diría: «El hambre le pone el hombro al hombre».

Como se ve, con tres vocablos casi idénticos, podemos formar una idea muy significativa.

Aunque nunca es verbalizada, oída ni publicada, esa oración es potencialmente existente y esto nos permite proponer que, para los hispanoparlantes, el hambre (las ganas de comer, pero también las necesidades, las escaseces, los deseos), es generadora de energía para el ser humano.

En suma: Quizá busquemos tanto el hambre (propiciando la pobreza patológica) como otros estímulos, excitantes o combustibles.

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La impopularidad del psicoanálisis

El psicoanálisis no prospera porque obstaculiza el desempeño fácil, barato y abusador de quienes detentan algún tipo de poder.

¿Por qué tantos viajeros aburren a sus amigos mostrándoles cientos de fotografías que sólo tienen algún valor para quien con ellas puede evocar (revivir) un paisaje completo, un estado de ánimo, sensaciones, comidas, sonidos, aromas?

Los motivos son varios pero al que quiero referirme es uno sólo: una imagen equivale a mil palabras.

Efectivamente, para el viajero que disfruta compartiendo sus experiencias más significativas, es harto difícil describir de forma clara qué fue lo que vivió durante su periplo.

Diría más: no es difícil decirlo sino que es imposible.

Casi nadie domina completamente su lenguaje pero aún así, ningún idioma es tan eficiente herramienta de comunicación como para transmitir sensaciones indescriptibles.

Y acá es donde encontramos una de las principales causa de por qué el psicoanálisis tiene tan poca difusión.

Ninguna publicidad es más eficiente que el «boca a boca».

Cuando un amigo nos pide que le demos una explicación de por qué el tratamiento psicoanalítico nos cambió la vida, no sabremos qué decirle, tampoco tenemos fotos para mostrarle y esa nueva vida que surge del viaje psicoanalítico, se vuelve inefable, impublicitable.

En nuestra economía de mercado, donde lo que no se dice por televisión no existe (o no debería existir porque no participa dándole de ganar a las grandes corporaciones), no es posible publicitar el psicoanálisis porque es inexplicable.

Pero existe un obstáculo aún más grave e insuperable: quienes pasan por un psicoanálisis, integran el grupo de los que piensan por sí mismos, los que estudian antes de opinar, los que no se dejan llevar por eslóganes, discursos demagógicos o consignas partidarias.

Los psicoanalizados suelen ser una piedra en el zapato de los líderes seductores.

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domingo, 8 de mayo de 2011

Los síntomas que funcionan como símbolos

Algunos padecimientos no se curan porque están representando un deseo inconfesable, un sentimiento reprimido, un trauma inenarrable.

Las palabras nos sirven para comunicarnos.

Si le digo a una mujer que pasa por la vereda «¡Qué hermosa eres!», ella escuchó tres significantes, que a su vez, dichos en ese orden, forman una oración significante, que a su vez, según las circunstancias, el tono de voz y los aspectos gestuales, conforman un hecho significante (piropo).

Todos estos son significantes porque generan en la destinataria algún significado.

Si observamos más detenidamente, no solamente los aspectos vocales sino también los gestos son estimuladores de algún significado en el cerebro de quien escucha.

Los significados que se generan en la inteligencia de ella pueden ser variados, aunque dentro de un cierto menú de opciones.

Podrá sentirse halagada, orgullosa, cortejada aunque no podemos descartar que se sienta incómoda, acosada y hasta aterrorizada porque el hecho significante le recuerda algo similar pero que tuvo un desenlace muy perturbador para ella.

Con estos conceptos podemos entrar en otro terreno menos conocido (por quienes no dedican todo el día a estudiar psicoanálisis).

Es posible suponer que un síntoma es un significante de un significado reprimido.

Dicho de otro modo, puede ocurrir que en vez de palabras o gestos (como en el piropo del ejemplo), el estímulo significante sea un síntoma (asma, dolor, vértigo).

Dicho de otro modo más, un significado (reprimido) puede asociarse a un significante (el síntoma).

Por ejemplo: el humo de la ciudad me produce asma (síntoma) porque mi padre (fumador) nos abandonó cuando era pequeño (significado reprimido, odio que no puedo aceptar en mí).

Podría llegar a ocurrir que la única causa del asma sea este odio inconfesable del paciente y que una vez enterado de la verdadera asociación significante-significado, se cure del asma.

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Feliz Día de los Perjudicados

Todo rol que no cuente con su «día de ……» puede estar tranquilo de que su situación social es privilegiada y potencialmente abusadora de aquellos roles que sí son homenajeados.

Hoy es 1º de mayo y en muchos países hispanoparlantes se conmemora el Día de los Trabajadores.

Varias veces he hablado de la metonimia (1) y de sus efectos devastadores en la comprensión de la realidad.

Con metonimia quiero referirme a esa locura por la que generalizamos disparatadamente.

Por ejemplo, gran parte del dolor que siente quien pierde un examen está causado por este defecto, ya que su mente lo llevará a pensar que no es capaz de estudiar, de salvar un examen, de alcanzar algún objetivo.

El ejemplo contrario también existe: si alguien tiene un acierto, es probable —aunque en menor grado y frecuencia— que se considere un genio.

La pobreza seguramente es un fenómeno multicausal sin embargo tendemos a suponer que está causada por la avaricia de los ricos o por la incapacidad y corrupción de los gobernantes o por la indolencia de los mismos pobres.

En suma: la metonimia nos lleva a suponer que los pobres son víctimas de uno o varios culpables, que a su vez sobornan a quienes deberían hacer justicia, y todo termina en una truculenta confabulación contra los pobres pobres (adjetivo + sustantivo).

Si existe un día para conmemorar, exaltar, honrar a los trabajadores, estamos siendo guiados por una actitud metonímica que en los hechos —y como no podía ser de otra manera— perjudica el razonamiento y a los mismos trabajadores.

En los hechos, festejar «el día de ……», nos está imponiendo el abandono, abuso o desprecio de ese homenajeado durante los 364 días restantes.

Por eso no existen «el día del hombre», «el día del millonario», «el día del gobernante», etc.

Referentes de metonimia:

(1) Las opiniones universales son imaginarias

Wikipedia

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