martes, 12 de julio de 2011

Prohibido tocar

Los eufemismos son asombrosos inventos lingüísticos que nos permiten darle solución psicológica a ciertos problemas psicológicos. Nos ayudan y mejoran nuestra calidad de vida.

Hace más de tres años hice un comentario respecto a unas piezas maravillosas que tienen los lenguajes. Me refiero a los «eufemismos» (1).

Fíjense que significado tan dulce, mullido y hasta perfumado le dieron los integrantes de la Real Academia:

«Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante».

Podrían haber definido el «eufemismo» como expresión que sustituye a otra que el uso volvió desagradable.

Acá está la explicación de por qué no fui convocado para integrar tan digna Academia.

El lenguaje está al servicio de nuestra psiquis e insisto además que probablemente también ocurra lo contrario, es decir, que nuestra psiquis está diseñada según nos llega el lenguaje materno.

Observemos este interesante, ilustrativo y divertido ejemplo.

En la mayoría de los países hispanoparlantes, es normal que los adultos le digan muchas veces al niño inquieto, curioso, inteligente: «¡No toques!» (el florero, la cocina, el cuchillo).

Nuestro lenguaje vino fuertemente impregnado de la filosofía judeo-cristiana (especialmente con el catolicismo), que se caracteriza por un fuerte horror al placer, la riqueza, los goces mundanos.

Su metodología disuasiva consiste en infundirnos miedo al deseo.

Cuando ingresamos en la preadolescencia (10 años de edad aproximadamente), las hormonas comienzan a estimular sensaciones muy atractivas a nivel genital y los humanos, sin que nadie nos enseñe, por puro instinto, aprendemos a masturbarnos, lo cual vuelve locos a los adultos hispanos, judeo-cristianos y horrorizados con el deseo.

Ahí aparece nuestro amigo el «eufemismo». Muchas personas denominan «tocarse» como eufemismo por «masturbarse», con lo cual inconscientemente evocan aquella reiterada orden recibida desde las alturas (los adultos son más altos), que nos decía con tono autoritario «¡No toques!».

(1) «Me arrastré pero siempre con dignidad»



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