martes, 12 de julio de 2011

Los alcances de una herejía

El vocablo «herejía» tanto se aplica a una discrepancia en materia de religión, ciencia o arte como a un grave daño provocado injustamente.

Todos funcionamos armónicamente aunque nuestras armonías no sean idénticas de una persona a la otra.

Desde un niño recién nacido a un comatoso (que está en estado de coma), todos estamos organizados como para conservar el fenómeno vida, aunque bajo ciertas circunstancias disponemos de más funciones que en otras.

En otras palabras, podría sintetizar la idea diciendo que el sólo hecho de tener signos vitales es suficiente para decir que estamos armonizados, organizados, funcionales. Estar vivos podría considerarse un estado de perfección básico.

Para algunas personas la perfección existe solamente cuando es posible establecer una igualdad con algún modelo preconcebido, imaginario, ideológico, acordado por consenso, impuesto por alguna autoridad reconocida.

Por ejemplo, la psiquiatría supone que su libro maestro (DSM IV) describe exhaustivamente qué es estar mentalmente sano. Por lo tanto, todo lo que difiera de la especificaciones incluidas en ese manual está enfermo.

Algo parecido ocurre con las religiones. En todas existe por lo menos un libro sagrado donde figura qué está bien y qué está mal para toda la humanidad, aclarando luego que aquellos que no cumplan esos preceptos, no solamente están fuera de la mencionada religión sino que transgreden la única verdad que ellos aceptan.

A quienes no opinan según las ideas, creencias, costumbres de una determinada ciencia, filosofía, religión, se los denomina herejes.

La palabra herejía no sólo significa estar en desacuerdo sino que va más allá y califica de desacierto disparatado a la opinión diferente. Más aún, esa discrepancia es insultante (injuriosa) y hasta se reconoce que discrepar es causar grave daño injustamente.

En suma: los intolerantes que reaccionan muy agresivamente con las opiniones diferentes, en algún momento las interpretan como herejía.

Nota: las imágenes de Stalin y Hitler representan sus ideologías (comunismo y nazismo respectivamente). Los seguidores de una y otra aún se persiguen mutuamente interpretando la discrepancia como herejía.

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