martes, 7 de junio de 2011

Lo bueno y lo malo de la agresividad

La agresividad es una condición esencial para la vida aunque bajo ciertas condiciones puede ser letal. Lo comparo con el agua, que es imprescindible aunque puede ahogarnos.

Continúo haciendo comentarios sobre las características indeseables de nuestro lenguaje, convencido de que si no las tenemos en cuenta nuestro pensamiento perderá el rumbo, quedará errático, incapacitado para guiar nuestros pasos como es su función principal.

Hoy me preocupa el vocablo «agresión».

No tengo más remedio que comenzar por el Diccionario de la Real Academia porque es una referencia obligatoria.

— Matar, herir o dañar a otro;
— Desconocer el derecho ajeno;
— Invadir otro país sin avisarle;
— Violación sexual.

A su vez se define la «agresividad» como la tendencia a responder violentamente.

En suma 1: Para nuestro Diccionario oficial, la agresión como hecho y la agresividad como actitud no tienen nada de bueno.

Si nos apartamos de este código que legisla sobre nuestra principal herramienta de comunicación, podemos pensar algo más variado.

— Cuando el ser humano se defiende a sí mismo o a un semejante, tiene que aplicar la agresividad;

— El acercamiento sexual del varón a la hembra requiere un cierto grado de acometividad, impetuosidad, energía, descontrol, fuerza, impulsividad, en beneficio del placer que ella siente luego de haber otorgado su consentimiento;

— Los deportes competitivos aportan placer, diversión, salud, distensión del estrés, sublimación de otros conflictos, fuentes de trabajo, sentimientos de identificación y requieren de mucha agresividad, aunque esta circule bajo el control de reglamentos;

— La adaptación al medio que necesitan hacer todos los animales (incluyéndonos), depende en gran medida de la fuerza agresiva aplicada sobre la tierra, las montañas, los mares (extraer minerales, construir caminos, cazar, arar la tierra).

En suma 2: demonizar genéricamente la «agresividad», tiene un efecto similar a privarnos caprichosa y neciamente del uso de uno de nuestros brazos.

La riqueza y la longevidad

La delincuencia y sus atenuantes

Los autómatas irresponsables

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