Decimos que nuestros gobernantes son corruptos y mentirosos, sin captar que lingüísticamente elegimos a personas que tuvieran por condición no ser los mejores ya que aristocracia significa gobierno de los mejores.
En otro artículo (1) les comentaba que nuestro idioma nos traiciona a la hora de hacer coincidir lo que queremos decir con lo que efectivamente decimos.
Allí decía que el vocablo aristocracia significa realmente «gobierno de los mejores», sin embargo en algún momento, a alguien se le ocurrió acusarlos de superficiales, egoístas, enemigos del pueblo y fue entonces que una mayoría empezó a connotar «el gobierno de los mejores» como «gobierno de los peores».
También agregamos a esta misma subversión (puesta patas arriba) diciendo que los nobles son igualmente superficiales, egoístas y enemigos del pueblo, a pesar de que una persona noble es indiscutiblemente alguien sincero, que dice lo que piensa, que prioriza los intereses colectivos a los particulares, que se esfuerza por cumplir las normas morales con tanta convicción como si fueran normas legales y otras cualidades que serían ideales para ser popularizadas pero que a alguien, alguna vez, le pareció mejor idea volverlas negativas.
En este orden de cosas, aparentemente por un fenómeno prioritariamente lingüístico pero que está dinamizado por intereses políticos, partidarios, mezquinos, manipuladores, desconsiderados, inescrupulosos, nos terminó haciendo creer que en definitivas cuentas deberíamos ser gobernados por todo lo contrario, esto es por los peores mentirosos (es decir, el reverso de lo que significa aristocracia y nobleza).
Algunos afirman que el objetivo que estoy extrayendo por simple deducción de cómo fueron invertidos los significados originales de los vocablos aristocracia y nobleza, el objetivo (repito) fue alcanzado, es todo un éxito y hoy (¿felizmente?) podemos decir que nuestros gobernantes son mayoritariamente corruptos y no tienen nada de aristócratas ni de nobles.
Nota: La imagen corresponde al Primer Ministro Italiano (2011) Silvio Berlusconi, cuya conducta lidera las encuestas en cuanto a inescrupulosidad.
(1) El lenguaje nos confunde
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martes, 7 de junio de 2011
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