viernes, 1 de marzo de 2013

El placer y el dolor de vivir



 
Los interminables pasajes de la alegría a la tristeza o del placer al dolor son causados por un inevitable funcionamiento corporal.

Parece que en su origen, (etimología), el verbo «penetrar» deriva de entrar, llegar hasta el fondo.  Algunos piensan que la palabra «penetración» es la fusión de dos acciones: pene + tracción, es decir, entrar hasta el fondo y luego salir.

Reconocemos acá una clara referencia al acto de fornicar que consiste precisamente en hacer que el pene entre y salga reiteradas veces de la vagina.

Mediante esta acción mecánica, el pene recibe de las paredes vaginales los estímulos adecuados para que se produzcan en el varón los espasmos pélvicos que den lugar a la eyaculación de semen, (¿imagen?), que eventualmente dará lugar a la gestación de un nuevo ser humano en el cuerpo de la mujer receptora.

Según nuestra mente, inteligencia, psiquis, los esquemas de funcionamiento se repiten de varias formas, con las transformaciones adaptativas necesarias.

Aclaro esto:

Así como la función que permite la fecundación se logra mediante un movimiento mecánico de entrar y salir, otras funciones humanas también dependen de dos acciones opuestas.

Veamos estos fenómenos:

Adentro y afuera, (coito), placer y dolor, comer y evacuar, dinamismo y apatía, felicidad y tristeza, sístole y diástole, (latidos del corazón), y otros.

Estas acciones que se nos presentan en oposición binaria, (porque son dos acciones asociadas), fueron copiadas por la informática. Efectivamente, toda la informática se basa en estas dos acciones, traducidas en «prendido y apagado», las que en lenguaje de programación se representan por el número uno y por el número cero, respectivamente.

El motivo de este artículo es comentar que nuestros interminables pasajes de la alegría a la tristeza, del placer al dolor, no son otra cosa que un inevitable funcionamiento corporal, sin el cual no podríamos vivir.

 

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