Los interminables pasajes
de la alegría a la tristeza o del placer al dolor son causados por un
inevitable funcionamiento corporal.
Parece que en su origen,
(etimología), el verbo «penetrar» deriva de entrar, llegar hasta el
fondo. Algunos
piensan que la palabra «penetración» es la fusión de dos acciones:
pene + tracción, es decir, entrar hasta el fondo y luego salir.
Reconocemos acá una clara referencia al acto de fornicar que consiste
precisamente en hacer que el pene entre y salga reiteradas veces de la vagina.
Mediante esta acción mecánica, el pene recibe de las paredes vaginales
los estímulos adecuados para que se produzcan en el varón los espasmos pélvicos
que den lugar a la eyaculación de semen, (¿imagen?), que eventualmente dará
lugar a la gestación de un nuevo ser humano en el cuerpo de la mujer receptora.
Según nuestra mente, inteligencia, psiquis, los esquemas de
funcionamiento se repiten de varias formas, con las transformaciones
adaptativas necesarias.
Aclaro esto:
Así como la función que permite la fecundación se logra mediante un
movimiento mecánico de entrar y salir, otras funciones humanas también dependen
de dos acciones opuestas.
Veamos estos fenómenos:
Adentro y afuera, (coito),
placer y dolor, comer y evacuar, dinamismo y apatía, felicidad y tristeza,
sístole y diástole, (latidos del corazón), y otros.
Estas acciones que se nos
presentan en oposición binaria, (porque son dos acciones asociadas), fueron
copiadas por la informática. Efectivamente, toda la informática se basa en
estas dos acciones, traducidas en «prendido y apagado», las que en lenguaje de
programación se representan por el número uno y por el número cero,
respectivamente.
El motivo de este artículo es comentar que nuestros interminables
pasajes de la alegría a la tristeza, del placer al dolor, no son otra cosa que
un inevitable funcionamiento corporal, sin el cual no podríamos vivir.
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