Joe era un hombre de piel
oscura que hablaba poco.
Mucho tiempo después que dejé
de verlo, supe por Vanessa que él era taxista y músico.
Pasaba gran parte de la noche
manejando y tocando el saxo en un night-club frecuentado por marineros.
Joe tenía una existencia casi
animal hasta que conoció a un hombre al que invitó a cenar. El comensal agachó
la cabeza y devoró lo que le sirvió. Después buscó con la mirada una cama, se
acostó en ella, acomodó el antebrazo debajo de la cabeza y se durmió.
Se despertaron al medio día,
Joe salió a tomar una ducha y cuando volvió encontró al visitante en la misma
posición pero sin ropa y con olor a jabón. Las sábanas parecían recién
compradas.
Joe se le acercó, le acarició
la pierna derecha a contrapelo y al tocarle los genitales observó cómo estos
reaccionaron. Le practicó una fellatio muy breve porque, sin saberlo, esa era
una tercera destreza, además de conducir sin accidentes y de tocar el saxo sin
partitura.
El invitado siempre estaba
postrado, mirando el techo y con perfume de jabón. Le practicaba sexo anal con
repentina energía. A pesar de sentir un intenso dolor inicial, Joe imaginaba
hermosas melodías.
Nunca se hablaban; no solo
porque ambos eran muy lacónicos sino porque poseían idiomas diferentes. Aunque
tenían el mismo sexo anatómico, concebían la realidad con lenguajes distintos.
Un día, el visitante se fue.
Cuando Joe volvió, el amante ya no estaba. El cerebro atormentado buscó alivio
componiendo la melodía que quizá usted ya conoce (1). Vanessa, la muchacha que
mantenía la higiene de aquella gente, inventó una letra en francés bastante
incoherente.
A los pocos días que Joe
también se fue del edificio, Vanessa me contó esta historia. Por pura
curiosidad le pedí que me dejara entrar a la habitación. Me tiré en la cama del
visitante, puse el antebrazo como almohada y comencé a mirar el techo.
Las manchas de humedad
parecían comunes, pero luego me provocaron ideas, asociaciones, recuerdos,
interrogantes, angustia, miedo, deseos sexuales, alegría ...
Según cuentan, algo parecido
le ocurrió a Rorschach cuando inventó el test proyectivo más famoso y que,
merecidamente, lleva su nombre (2).
(1) Video en el que Vanessa
Paradis interpreta Joe le taxi.
(2) Artículo en Wikipedia sobre el Test de Rorschach
(Este es el Artículo Nº 2.142)
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