Que el
género masculino sea el género por defecto en nuestro idioma se explica porque
la reclamación reivindicativa de las mujeres es erótica, mientras que si la
reclamación fuera de los varones sería destructiva.
Este artículo retoma, desde
otro punto de vista, un tema que ya fue comentado en un texto y video
anteriores (1).
En este caso intento compartir
una explicación de por qué en nuestro idioma castellano existe un cierto
privilegio del género masculino, con una característica que, técnicamente, se
denomina género no marcado masculino.
Así como en los programas de computación encontramos que
algunas opciones están determinadas por defecto, en nuestro idioma ocurre algo
similar con el género.
En Word, por ejemplo, la fuente por defecto la letra Normal, aunque también existen opciones
de letra cursiva, negrita o ambas combinadas. Cuando no hacemos una
configuración expresa, el programa utiliza la letra Normal.
En nuestro idioma, podemos decir los niños aun cuando nos estemos refiriendo a un grupo integrado
por niños y niñas.
Es habitual que las mujeres se sientan incómodas por esta
discriminación que parece no tenerlas en cuenta. Por esto, algunos políticos
notoriamente demagogos, fuerzan el idioma y, para referirse a un grupo mixto de
niños, dicen los niños y las niñas,
siendo que el castellano nos indica que es correcto decir los niños para indicar la inclusión de ambos sexos.
La causa, el origen, de esta aparente injusticia que pone al
sexo femenino en un segundo lugar, podría ser la siguiente:
Para estimular la fecundación entre los humanos, es positiva
una disconformidad genérica, difusa, constante, de la mujer, que la estimule
para molestar, irritar, quejarse ante el varón que ella haya seleccionado para
padre de sus hijos. Si ella está molesta (por ejemplo, por sentirse desplazada
lingüísticamente), lo molestará, lo excitará sexualmente, él tratará de
calmarla para que deje de molestarlo, y, luego de copular, el vínculo volverá a
sus mejores condiciones, pero con una mujer embarazada que colaborará en la
conservación de la especie.
En suma: la arbitraria elección del sexo
masculino como género no marcado,
permite que ellas exciten sexualmente al varón y la especie asegure su conservación.
Si, por el contrario, el género no
marcado fuera el femenino, la reacción reivindicativa del varón no sería
precisamente erótica, sino violenta, destructiva, aniquiladora de la especie.
(Este es el Artículo Nº 2.167)
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