viernes, 4 de abril de 2014

Erotismo lingüístico


Que el género masculino sea el género por defecto en nuestro idioma se explica porque la reclamación reivindicativa de las mujeres es erótica, mientras que si la reclamación fuera de los varones sería destructiva.

Este artículo retoma, desde otro punto de vista, un tema que ya fue comentado en un texto y video anteriores (1).

En este caso intento compartir una explicación de por qué en nuestro idioma castellano existe un cierto privilegio del género masculino, con una característica que, técnicamente, se denomina género no marcado masculino.

Así como en los programas de computación encontramos que algunas opciones están determinadas por defecto, en nuestro idioma ocurre algo similar con el género.

En Word, por ejemplo, la fuente por defecto la letra Normal, aunque también existen opciones de letra cursiva, negrita o ambas combinadas. Cuando no hacemos una configuración expresa, el programa utiliza la letra Normal.

En nuestro idioma, podemos decir los niños aun cuando nos estemos refiriendo a un grupo integrado por niños y niñas.

Es habitual que las mujeres se sientan incómodas por esta discriminación que parece no tenerlas en cuenta. Por esto, algunos políticos notoriamente demagogos, fuerzan el idioma y, para referirse a un grupo mixto de niños, dicen los niños y las niñas, siendo que el castellano nos indica que es correcto decir los niños para indicar la inclusión de ambos sexos.

La causa, el origen, de esta aparente injusticia que pone al sexo femenino en un segundo lugar, podría ser la siguiente:

Para estimular la fecundación entre los humanos, es positiva una disconformidad genérica, difusa, constante, de la mujer, que la estimule para molestar, irritar, quejarse ante el varón que ella haya seleccionado para padre de sus hijos. Si ella está molesta (por ejemplo, por sentirse desplazada lingüísticamente), lo molestará, lo excitará sexualmente, él tratará de calmarla para que deje de molestarlo, y, luego de copular, el vínculo volverá a sus mejores condiciones, pero con una mujer embarazada que colaborará en la conservación de la especie.

En suma: la arbitraria elección del sexo masculino como género no marcado, permite que ellas exciten sexualmente al varón y la especie asegure su conservación. Si, por el contrario, el género no marcado fuera el femenino, la reacción reivindicativa del varón no sería precisamente erótica, sino violenta, destructiva, aniquiladora de la especie.


(Este es el Artículo Nº 2.167)


 

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