viernes, 4 de abril de 2014

Los artistas buenos y los mediocres


Los artistas exitosos no son los mejores, son los que nos influyen en beneficio de quienes los patrocinan. Los artistas fracasados no siempre son mediocres: seguramente son personas que no benefician a quienes podrían llevarlos a la fama.

Los artistas son personas que cambian nuestra forma de pensar, nos demos cuenta o no nos demos cuenta.

The Beatles cambiaron nuestra manera de ser a partir de la década de 1960, el arte cinematográfico nos ha impuesto algunas creencias, reafirmado otras y destruido unas cuantas.

La literatura nos entrega narraciones en las que algún personaje protagónico tiene las características suficientes para que nos identifiquemos con él y, sin darnos cuenta, adoptemos algunos de sus rasgos, ideas, formas de reaccionar.

Me atrevería a decir que el máximo poderío de los Estados Unidos no está sostenido por las armas sino que está sostenido por las neuronas de cada uno de nosotros que fueron colonizadas por varias manifestaciones artísticas, especialmente el cine y la literatura.

A su vez, los artistas son personas que poseen el don de utilizar un lenguaje actoral (forma de hablar, facciones, gestos) que se nos cuela en la mente sin que podamos controlarlo. Consumimos lo que nos gusta y eso que nos gusta pasa a formar parte esencial de nuestro entorno: compramos los discos de The Beatles, miramos una y mil veces las películas donde se ensalzan el heroísmo de los cow-boys, el romanticismo de los italianos, la intelectualidad, la fineza y el glamour de los franceses, la severidad de los ingleses y alemanes.

Todo lo que digo para el cine, forzosamente vale también para el teatro, las telenovelas y la literatura.

Pasa muy a menudo: llegan a la fama pintores, cineastas, escritores, escultores, que no nos gustan. La explicación para este fenómeno un poco extraño no es que padecemos ignorancia para hacer una evaluación correcta, sino que dichos artistas son puestos en sitiales de prestigio porque su arte trasmite esos mensajes indescifrables que terminan educándonos, adoctrinándonos, formando nuestras opiniones, apegándonos a ciertas ideologías y despreciando otras, todo lo cual ocurre porque los mensajes de esos artistas nos llegan una y otra vez dado que eso quieren que ocurra los grandes capitalistas, los gobernantes, los religiosos, los políticos, cualquier poderoso que encuentre en los mensajes artísticos de los elegidos eso que a los promotores más les conviene.

De modo similar nos ocurre que algunos artistas que sí nos gustan pero que, extrañamente, no obtienen tanto éxito como los que nunca elegiríamos. Esto les ocurre porque sus creaciones no favorecen los intereses de quienes podrían patrocinarlos. Simplemente por eso.

En suma: no llegan a la fama los artistas que más nos gustan sino los que mejor ayudan a los poderosos (ideologías, religiones, capitalistas).

(Este es el Artículo Nº 2.184)


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