viernes, 1 de octubre de 2010

El hortelano del perro

«A mi perro le falta hablar» dicen muchos perrotenientes (1).

Cuando alguien habla así, lo que en realidad está diciendo es que el animalito dice muchas cosas pero sin usar el lenguaje humano.

Los perros (y casi todos los animales), tienen una actitud ambigua que los humanos interpretamos como más nos gusta.

Me interesa comprender cómo hacen ellos para vivir de nosotros, para ser nuestros parásitos bienvenidos, para ser nuestros amos haciéndonos creer que son nuestros esclavos.

Seguramente se trata de algo que hasta ahora se ha resuelto negando la verdadera condición del vínculo.

Desde hace miles de años, los perros encontraron la forma de vivir de los humanos a cambio de algunas tareas, pero también a cambio de nada.

Muy pocas personas explotan el trabajo de los perros y muchas personas explotan el trabajo de otros humanos.

Una hipótesis de estilo psicoanalítico diría que la mudez de los perros es un elemento esencial.

Según parece, el idioma somete a los usuarios. Si usted observa con detenimiento, sólo podemos pensar obedeciendo las normas gramaticales del lenguaje.

Pensamos construyendo silenciosamente oraciones que cumplen reglas sintácticas estrictas.

Para escribir «hijo celeste El simpatizo como», tengo que hacer el esfuerzo de concatenar palabras elegidas aleatoriamente.

Aunque los perros sólo quieren a otros perros (observe cómo los prefieren cuando pueden optar entre ellos y usted), tienen la habilidad de hacernos creer que nos prefieren.

Con cuatro o cinco gestos polivalentes (polisémicos) como son mirarnos a los ojos, mover la cola, agachar la cabeza, no evacuar sus desechos digestivos dentro de la vivienda y pocas cosas más, ellos tienen casa, comida, abrigo, servicios veterinarios, caricias y paseos.

Ellos no hablan, pero inspiran en nosotros oraciones gramaticalmente correctas, cuyos contenidos incluyen lo que más deseamos: ser amados tal cual somos, sin juzgarnos, con nuestros olores naturales.

(1) Creo que acabo de inventar esta palabra. Así como terrateniente es quien tiene grandes extensiones de tierra, un perroteniente es quien supone tener «un perro maravilloso».

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