Las madres no castradoras mantienen un vínculo incestuoso con sus hijos, pero disimulado porque evitan tener relaciones sexuales con ellos.
En otro artículo (1) les comentaba que las madres castradoras son las mejores, a diferencia de las no-castradoras que seguramente tienen hijos apáticos, dependientes y quizá poco productivos y/o reproductivos (que no desean alejarla para fundar una familia o que, si la fundan, la incluyen).
Aclaraba —y lo repito porque el vocablo induce a confusión—, que una madre castradora no es la que anula a su hijo cortando o atrofiando su aparato reproductor (acepción literal), sino que es la que corta el cordón umbilical, da un paso al costado, deja de ser invasiva, entrometida, pegajosa.
Las madres no castradoras y sus hijos, difícilmente se dan cuenta de si están pudiendo desarrollarse plenamente o si —por el contrario— están inseparablemente unidos con un vínculo infantil.
La vida familiar parece normal, las cosas ocurren como siempre ocurrieron, el adulto que conserva intacto su cordón umbilical, puede decir «mi mamá es como todas las madres, a veces un poco quejosa pero la quiero porque es mi mamá, no deseo que se muera, me cuida con el mismo amor de siempre».
Si bien es cierto que sienten horror hacia las relaciones sexuales incestuosas, las practican todo el tiempo, evitando los aspectos genitales, pero conservando todo los demás: convivencia, secretos, lenguaje con claves exclusivas, gastos compartidos, mutua vigilancia de la salud, las amistades, las manías, las extravagancias tolerables. Mantienen un pacto de exclusividad (celos), igual que los matrimonios monógamos comunes (exogámicos).
Estas personas (madre con hijo, padre con hija, madre con hija, padre con hijo), probablemente no tienen relaciones carnales ... pero sólo las evitan porque tienen la sexualidad anulada o para imaginar que no conforman una pareja incestuosa.
(1) Una buena madre, molesta
●●●
viernes, 25 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario