La diversidad de idiomas quizá tiene su origen en la
ambición regionalista, patriótica, narcisista y paranoica de los distintos
pueblos.
Cuenta una leyenda bíblica que en cierto
momento, algunos habitantes de Babel llevaron adelante el proyecto de hacer una
torre que llegara hasta el cielo.
Supongo que la intención de aquellas personas
era similar a la que tienen los que hoy gastan fortunas en conocer la Luna, Marte,
Venus, Júpiter y otros parajes del cielo.
En un caso la teoría nos llevaba a curiosear
en el Paraíso y en el presente la teoría nos lleva a mitigar la muy humana
angustia de saber si estamos tan solos como parece.
La historia se completa cuando Dios, indignado
por el atrevimiento de aquellos curiosos, les cambió el lenguaje de tal forma
que no pudieran entenderse entre ellos.
Los pobres obreros no le entendían al alemán
que pedía más ladrillos, los italianos avisaban que la comida estaba pronta y nadie
aparecía, los franceses propusieron una idea genial que nadie entendió, y así
llegamos a nuestros días; días en los que seguimos sin saber por qué existen
tantos idiomas y días en los que los traductores se ganan la vida honestamente.
Nuestra imaginación, como siempre ocurre,
propone soluciones humanas (antropomórficas) para todo lo que no tiene una
explicación y así fue que inventamos una historia de transgresión y castigo
divino para explicar algo que aún ignoramos por qué ocurrió (la diversidad de lenguas).
Conociendo (debí decir «imaginando») al ser
humano como lo conocemos hoy, yo diría que la pluralidad de lenguajes no está
causada por ningún castigo, mucho menos divino, sino que fue el exagerado
patriotismo lo que llevó a que cada pueblo construyera su código, para que los
extranjeros (amigos y enemigos), nunca supieran del pensamiento de los
lugareños. ¡Puro narcisismo paranoico!
Otra mención a la «Torre de Babel» y al «narcisismo»:
(Este es el
Artículo Nº 1.534)
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