Se dice que entre un hombre y una mujer «hay química» cuando el atractivo sexual es tan especial que
no pueden describirlo con palabras.
Apelando a las comparaciones y metáforas,
podríamos decir que el animal humano se «viste» con la cultura.
La cultura
es el «ropaje» que la sociedad nos calza desde el nacimiento.
Son parte
de la cultura:
— vivir en
casas y no en cuevas o a cielo abierto;
— comer
alimentos cocinados;
— la
prohibición del incesto;
—
comunicarnos mediante el uso de un cierto idioma;
— comer
utilizando cubiertos;
— sentarnos
y acostarnos sobre muebles, tapices o almohadones;
— practicar
ritos de creencias religiosas;
— etc.
Este «ropaje» es permanente y lo sentimos tan
in-corporado (puesto en el cuerpo), que nos cuesta discernir cuáles son
nuestros instintos y cuáles son nuestras costumbres, pues las cumplimos casi de
la misma forma.
En la opción de apelar a las comparaciones y
metáforas, podríamos decir que la neurosis no es más que una inadecuación entre
la vestimenta (cultura) y el cuerpo (conjunto de instintos). La incomodidad que
nos produce equivaldría metafóricamente a zapatos pequeños, a mangas que
obstaculizan los movimientos, talle que comprime el cuerpo.
Por supuesto que yo no sé cómo es vivir sin
cultura (metafóricamente, desnudo), pero haciendo cálculos con la lógica
psicoanalítica, puedo ofrecerles una hipótesis solo para que cada lector vea si
está de acuerdo y qué agregados personales puede aportar.
Cuando decimos que entre dos personas de
distinto sexo «hay
química» o que se sienten atraídos por una «cuestión de piel», queremos decir
que el instinto de ella encuentra en él a un hombre con la dotación genética
adecuada para gestarle hijos sanos (1).
Esta pareja
sentirá deseos de «hacer el amor» con frecuencia desacostumbrada, la intensidad
de cada encuentro los dejará perplejos a ambos y tendrán dificultades para
explicar qué les ocurre.
(Este es el
Artículo Nº 1.570)
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