El celoso parece no darse cuenta que le impone a su ser amado un régimen policíaco.
Aunque la ignorancia de la ley
no evita su aplicación, vale la pena hacer un comentario sobre algo que quizá estamos
haciendo mal.
Desde otro punto de vista,
alguien puede estar haciendo algo que no querría hacer simplemente porque no se
da cuenta de qué está haciendo.
Desde otro punto de vista, a
veces actuamos de cierta manera simplemente porque desconocemos las
consecuencias de nuestros actos. En estos casos, si supiéramos qué estamos
haciendo, no demoraríamos un minuto en cambiar nuestra actitud.
Todo podemos observar con cuanta
ligereza algunos dicen que son celosos. Más aún, no faltan quienes se enorgullecen
de ser celosos, muy celosos o enfermizamente celosos.
Esta vanidad quizá no siga
siendo la misma después de enterarse cómo el diccionario define la palabra «celar»: (1)
1. Procurar con particular cuidado el
cumplimiento y observancia de las leyes, estatutos u otras obligaciones o
encargos.
Como vemos, nuestra lengua
considera que si bien «celar» es «atender con esmero al cuidado y
observación de la persona amada, por tener celos de ella» (acepción 4), antes
nos había informado que celar es controlar o vigilar el cumplimiento de las
obligaciones como persona, como ciudadano, como dependiente; también es ver lo
que hace el ser amado porque se desconfía (recela) de él; e inclusive es
patrullar qué hace como subordinado.
El celoso parece no darse cuenta
que le impone a su objeto de amor un régimen policíaco.
(Este es el Artículo Nº 1.866)
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