viernes, 19 de noviembre de 2010

Inmersos en el lenguaje que nos determina

Pedro Ocón de Oro (España, 1932 - 1999), ganó un concurso de crucigramas cuando tenía 16 años.

Alentado por este éxito prematuro y desarrollando aún más un talento que el concurso puso en evidencia, inventó varios pasatiempos que hoy pueblan las revistas especializadas e Internet (por supuesto).

Uno de esos pasatiempos, es el llamado Sopa de Letras.

Para quienes no lo conocen, les informo en qué consiste:

Dentro de un cuadrado, se muestran cientos de letras diferentes. El jugador debe encontrar palabras conocidas, formadas por letras juntas, ubicadas en cualquier sentido (hacia la derecha, hacia atrás, etc.).

Lo divertido está en encontrar la mayor cantidad de palabras posible.

Ahora le propongo imaginar una Sopa de Letras más compleja.

En lugar de ser un cuadrado como en el pasatiempo, que sea un cubo (o cualquier otro volumen que usted prefiera).

Ahora tenemos un continente, lleno de letras y nuestro pasatiempo consistirá en encontrar vocablos formados por letras que estén juntas y en cualquier orden.

Sin embargo, esto ya no es un juego. Es algo más serio porque nosotros estamos dentro de ese recipiente pues su tamaño nos permite estar ahí dentro.

Sigo agregando complejidades y resulta que ya no son letras las que están rodeándonos, sino palabras ... con las que podremos formar pensamientos, ideas, oraciones, frases, exclamaciones, descripciones, dichos, poemas, ... y —sobre todo—, cosas que hemos oído y que fueron determinantes para la formación de nuestros afectos, personalidad, creencias, miedos, apego o rechazo al dinero.

En suma: Les presento una comparación que puede ser ilustrativa para entendernos mejor.

Así como dentro del vientre de nuestra madre, flotábamos en el líquido amniótico, desde que tenemos uso de razón y accedimos al lenguaje, cada uno flota en su exclusiva sopa de palabras (significantes), que determinan la psiquis que lo caracteriza.

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