martes, 22 de junio de 2010

Derogar «matrimonio»

Un hombre y una mujer deciden unirse. Con el primer hijo se inauguran la familia y los roles de «padre» y «madre» respectivamente.

El hombre y la mujer forman un matrimonio y al conjunto de bienes adquiridos, se le llama patrimonio.

Por como empiezan ambos vocablos, podemos pensar lo siguiente:

A la madre, le corresponde encargarse (administrar, gobernar, cuidar), los aspectos institucionales del vínculo, esto es, el matrimonio en cuanto a su integridad, bienestar, duración.

Asimismo, al padre le corresponde encargarse (administrar, regentear, cuidar) de los aspectos económicos de la institución matrimonial, esto es, el patrimonio en cuando a su utilización, conservación, crecimiento.

Dejando de lado los usos, costumbres y modas de cada época, los vocablos que usamos, provocan algunos sobreentendidos que nos influyen.

Así como los vocablos informático, herrero, jefe nos remiten a personas del sexo masculino que se dedican a la computación, a las artesanías con hierro y a dirigir un equipo, los vocablos matrimonio y patrimonio, también remiten a madre y padre respectivamente, y a categorías bien distintas: el matrimonio es una institución y el patrimonio es un conjunto de bienes.

Ahora observemos esto otro. Desde hace unos años a esta parte, han aumentado las uniones libres (concubinato) y los divorcios.

Es posible pensar que, al menos una de las causas de este fenómeno, está en que la madre no puede, no quiere o no desea continuar con aquel rol de administrar, gobernar y cuidar la institución matrimonial.

Si en lugar de matrimonio, usamos (asignamos, creamos) otra denominación que no le imponga a la madre responsabilidades que actualmente se entiende que deben ser compartidas por ambos cónyuges, ganaremos en estabilidad familiar.

Las familias funcionarán mejor, si derogamos palabras como matrimonio y patrimonio, que asignan injustificadamente roles por sexo.

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