martes, 22 de junio de 2010

A Perfecto se lo llevaron preso

Los novelistas, cada vez que leen su obra, le encuentran defectos para corregir.

¿Por qué les pasa esto a los escritores?

Existen dos buenos motivos (y quizá alguno más que yo no veo).

1) Aunque no sea perceptible, estamos cambiando continuamente. El libro publicado siempre es el mismo, pero los que cambian son el autor y los puntos de vista con que lee.

2) El lenguaje también es mutante. Continuamente los vocablos están teniendo pequeñas modificaciones en su significado, especialmente en lo que connotan.

Por ejemplo,

— la palabra «gripe», para algunos significa ‘malestar que se cura con tres días de reposo’ y para otros significa ‘enfermedad grave’;

— un «homosexual» era una persona que debía ser curada pero hoy es una persona con una opción sexual respetable;

— Barack Obama le cambió el significado a la palabra «negro».

Todos conocemos el refrán que dice «Lo perfecto es enemigo de lo bueno».

En nuestra cultura, se gasta mucho dinero publicitando la perfección, lo infalible, lo inmejorable.

¿Por qué hacemos esto?

1) Pedagógicamente, nos piden la perfección con la esperanza de que nos esforcemos al máximo;

2) Quien exalta la perfección, en realidad dice: «Hablo de perfección porque soy perfecto»;

3) Mucha gente deja de competir cuando observa que los demás tienen expectativas demasiado altas. Por lo tanto, la publicidad del perfeccionismo le es útil a quienes procuran desestimular a los competidores.

4) Los que prefieren no hacer, no participar, no exponerse, alegan: «O lo hago perfecto o no lo hago».

En suma: La naturaleza es un buen referente porque tiene millones de años de evolución y sin embargo, luego de nueve meses de gestación, entrega a los seres humanos tan incompletos, que ni en noventa años logramos la perfección.

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