Es natural y saludable discutir sobre el matrimonio entre homosexuales.
Discutir es bueno por dos motivos:
1) Para escuchar los diferentes argumentos que cada uno tiene a favor o en contra;
2) Porque discutir es tan aeróbico como correr, nadar o levantar pesas.
Discutir es bueno para la salud física, mental y social.
Habría un tercer beneficio: cuando se puede discutir, se está haciendo uso de la función simbólica (el lenguaje) que, usada eficazmente, tramita un monto de agresividad que ya no tiene por qué ser canalizado a través de la violencia física.
Por lo tanto, es muy bueno que exista una discusión sobre las ventajas y desventajas de que dos personas del mismo sexo se unan en matrimonio, porque siempre es bueno discutir y porque además el tema es interesante.
Creé un blog (La única misión) que reúne mis diferentes aportes sobre lo único que tenemos para hacer realmente los humanos y cualquier otro ser vivo: conservarnos (como individuos y como especie).
A partir de esa premisa, es obvio que cuando dos personas del mismo sexo se unen, sexualmente son estériles.
Por lo tanto la misión de reproducirse queda excluida.
Si alguien se escandaliza porque ese matrimonio no tendrá hijos, basta pensar que hace siglos aceptamos de buen grado el celibato de algunos religiosos (mayoritariamente católicos en el área hispano-parlante).
En otro orden, es aberrante que una mujer no tenga autorización para abortar cuando lo desee.
Por lo tanto, si es humanamente razonable interrumpir un embarazo, es humanamente razonable que dos personas se asocien para compartir la vida aunque no puedan reproducirse.
Como esa única misión que tenemos los seres vivos, incluye conservar la propia vida, es legítima la libertad de procurarlo en soledad o asociándose con quien o quienes se prefiera.
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martes, 22 de junio de 2010
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