En el siglo 21 necesitamos conocer dos lenguajes: el
castellano y el informático porque sin ellos no podremos ni vincularnos ni
trabajar.
Un dicho popular nos aconseja
diciendo que «la gente hablando se entiende».
Es un refrán que patrocina, publicita y sugiere el diálogo como
procedimiento para resolver conflictos que surjan en la convivencia.
Este tipo de consejos genéricos, similar al saludo de moda que concluye
con un «¡cuídate!», como si el instinto de conservación del otro fuera tan poco
confiable que necesita un refuerzo publicitario, es un consejo genérico y
voluntarista porque sugiere que todos, en cualquier momento y circunstancia
estamos en condiciones de hablar para
entendernos.
¿Qué ocurre cuando la gente necesita resolver sus
diferencias pero no cuenta con la posibilidad de hablar porque casi no ha
desarrollado una competencia lingüística en su propio idioma?
La solución alternativa a dialogar es la fuerza bruta,
aplicada sobre sí mismo para renunciar a un interés legítimo que se pierde porque
no se sabe cómo defenderlo o aplicada sobre el ocasional adversario, para lo
cual existen dos formas de violencia:
a) La amenaza proferida con el escaso lenguaje disponible, o
b) El ataque físico para amedrentar, vencer, asustar, matar.
Desde el comienzo de este siglo 21, los humanos necesitamos
disponer de dos lenguajes: el castellano, utilizable en las relaciones
sociales, (familiares y laborales), y el informático, para saber cómo se usan
los dispositivos más elementales como son las computadoras y los teléfonos
celulares.
Aunque sería lindo pensar lo contrario, los humanos tenemos
ciertas limitaciones para estudiar y acumular conocimientos.
El recurso más escaso no es la mente sino el tiempo que
necesitaríamos para poder aprender el lenguaje materno (el castellano) y el
informático, con el que podamos estar familiarizados con las soluciones
tecnológicas presentes en cualquier trabajo o vínculo social.
(Este es el Artículo Nº 1.810)
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