domingo, 8 de mayo de 2011

Causa lingüística de la pobreza patológica

Algunas personas puede ver inhibida su capacidad de realización económica porque inconscientemente sienten que ser «ejecutivo», significa «ajusticiar», «ejecutar una pena de muerte», «matar», ser «homicida».

Rara vez intentamos matar a alguien y en todo caso, la decisión es de escasa duración.

Son pocas las personas homicidas aunque su actitud resulta tan terrible que cada vez que alguien comete un crimen, nuestra inteligencia registra el hecho con una magnitud enorme.

Es decir, la actitud homicida no es frecuente aunque terrible.

Sin embargo a nivel verbal las cosas son muy diferentes.

El homicidio verbal es altamente frecuente, de larga duración, pero sus consecuencias son prácticamente nulas.

Entre ambos extremos existe una tercera posibilidad que si bien carece de consecuencias inmediatas, no deja de ser digna de tener en cuenta.

Esta tercera posición es el deseo secreto o manifiesto de que otros maten.

Los ciudadanos comunes deseamos y hasta aprobamos

— que los soldados maten a todos los enemigos posibles,
— que algún infortunio termine con la vida de los opositores ideológicos,
— que el gobierno extermine a los inmigrantes que provocan xenofobia o
— que se implante la pena de muerte para los delincuentes más temibles y reincidentes.

Por lo tanto,

1) nuestra moral frente a la pena de muerte es dual, ambivalente, imprecisa; y

2) a nivel verbal, todos somos homicidas virtuales («¡Te voy a matar!»; «¡Ojalá mueras!»; «Tendríamos que acabar con ellos»).

El verbo «ejecutar» significa tanto «realizar» como «ajusticiar».

El sistema capitalista depende de que los agentes económicos «realicen» (produzcan, negocien, exporten, importen, construyan).

Algunas personas no pueden ser «ejecutivas» porque sus mentes sólo asocian la acepción que significa «ajusticiar» (matar), por lo cual su productividad y generación de ingresos se ven moralmente inhibidas.

En suma: el lenguaje puede provocar pobreza patológica.

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