Las frases que usamos para comunicarnos se parecen a un rompecabezas porque indirectamente muestran cuál es nuestra edad y madurez mental (de 3 a 5 años, de 5 a 10, etc.).
Llego a reunirme con dos amigos y cuando ingreso a la sala siento que uno le dice a otro «lo más difícil es el cielo».
Por pura curiosidad tuve que preguntar de qué estaban hablando y rápidamente compredí el sentido de una frase tan fácil de comprender pero que suele oírse pocas veces en la vida.
Ambos son fanáticos de los rompecabezas (puzzles) y la frase alude a que la minuciosa construcción de paisajes con piecitas que sólo encajan en un único lugar, se torna más difícil cuando todas tienen el mismo color (azul cielo en este caso).
Asocio esta anécdota mientras recuerdo otro artículo (1) en el que señalaba la llamativa coincidencia que existe entre el nivel económico y el léxico de las personas. Es casi seguro que alguien que sólo cuenta con cien palabras para comunicarse, tenga menos recursos económicos que otra que cuenta con mil.
Claro que el asunto no está en aprenderse de memoria las mil palabras necesarias sino en saber qué significan para el diccionario, cómo se resignifican según de qué palabras estén acompañada, en qué momento sean dichas, con qué entonación (serenidad, enojo, ironía).
La comunicación necesaria para pedir un empleo o para vender un objeto, se parece a resolver un rompecabeza, porque es preciso expresar un pensamiento (dibujo terminado) ubicando en el lugar adecuado las palabras que ya existen (la piecitas que suministra el fabricante del juego).
Cuando le mostramos a nuestro potencial empleador o cliente qué comunicación-rompecabezas hemos armado, le hacemos saber nuestra edad mental (niño de 3 a 5 años, joven de 15 a 20 años, etc.).
(1) La riqueza verbal y la riqueza económica
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domingo, 8 de mayo de 2011
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