domingo, 8 de mayo de 2011

Los síntomas que funcionan como símbolos

Algunos padecimientos no se curan porque están representando un deseo inconfesable, un sentimiento reprimido, un trauma inenarrable.

Las palabras nos sirven para comunicarnos.

Si le digo a una mujer que pasa por la vereda «¡Qué hermosa eres!», ella escuchó tres significantes, que a su vez, dichos en ese orden, forman una oración significante, que a su vez, según las circunstancias, el tono de voz y los aspectos gestuales, conforman un hecho significante (piropo).

Todos estos son significantes porque generan en la destinataria algún significado.

Si observamos más detenidamente, no solamente los aspectos vocales sino también los gestos son estimuladores de algún significado en el cerebro de quien escucha.

Los significados que se generan en la inteligencia de ella pueden ser variados, aunque dentro de un cierto menú de opciones.

Podrá sentirse halagada, orgullosa, cortejada aunque no podemos descartar que se sienta incómoda, acosada y hasta aterrorizada porque el hecho significante le recuerda algo similar pero que tuvo un desenlace muy perturbador para ella.

Con estos conceptos podemos entrar en otro terreno menos conocido (por quienes no dedican todo el día a estudiar psicoanálisis).

Es posible suponer que un síntoma es un significante de un significado reprimido.

Dicho de otro modo, puede ocurrir que en vez de palabras o gestos (como en el piropo del ejemplo), el estímulo significante sea un síntoma (asma, dolor, vértigo).

Dicho de otro modo más, un significado (reprimido) puede asociarse a un significante (el síntoma).

Por ejemplo: el humo de la ciudad me produce asma (síntoma) porque mi padre (fumador) nos abandonó cuando era pequeño (significado reprimido, odio que no puedo aceptar en mí).

Podría llegar a ocurrir que la única causa del asma sea este odio inconfesable del paciente y que una vez enterado de la verdadera asociación significante-significado, se cure del asma.

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