domingo, 8 de mayo de 2011

La riqueza verbal y la riqueza económica

Hay una llamativa coincidencia entre la escasez de dinero y la escasez de vocabulario; entre la dificultad para ganar dinero y la dificultad para expresarse verbalmente.

Las causas de la pobreza seguramente son muchas. Por lo tanto sería un error hablar o buscar «la causa» de la pobreza, en singular, como si fuera una sola.

A nivel individual es más probable que alguien padezca de escasez por una sola razón, por ejemplo, ha sido su decisión personal, está impedido física o intelectualmente de hacer tareas remuneradas.

Si lo propuesto fuera cierto, podríamos pensar que el conjunto de personas incapaces de producir el equivalente de lo que consumen, admitirían una cierta clasificación. Por ejemplo:

— algunos tienen tan mal carácter que no pueden vincularse con un empleador o cliente;

— otros rechazan visceralmente todo lo que sea ejercicio, esfuerzo, sudor, movimiento;

— unos pocos prefieren gastar todos sus ingresos en juegos de azar, en los que indefectiblemente terminan quedándose sin dinero.

La cantidad de categorías tiende a infinito.

Este blog incluye artículos en los que procuro compartir hipótesis con motivos inconscientes causantes de esa condición económica.

Parece un dato de la realidad que el capital verbal de las personas se correlaciona con su capital económico.

Quizá usted concuerde conmigo en que la mayoría de los económicamente pobres también tienen un bajo nivel cultural, difícilmente sean lectores de libros, les resulta casi imposible comunicar ideas abstractas (belleza, amor, libertad, poder, educación).

— Los niños son naturalmente incapaces de ganar dinero pero no solemos hacer hincapié en que coincidentemente tampoco han desarrollado aún su capacidad para comunicarse;

— Los adolescentes tienen grandes dificultades para encontrar fuentes de ingresos económicos, hablan y escriben mucho pero con poquísimas palabras, entre las cuales predominan las exclamaciones que admiten significados imprecisos;

— Los adultos menos instruidos inevitablemente acceden a tareas mal remuneradas.

Artículo vinculado:

La estupidez y el capital verbal

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