miércoles, 1 de agosto de 2012

¿Es posible comunicarse?



El fenómeno de la comunicación promete más de lo que logra. ¿Es posible comunicarse? ¿Cuánto podemos saber de los demás?

Cuando decimos «Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato», también estamos diciendo «Los demás difícilmente sepan dónde me aprieta el zapato».

El valor metafórico de este refrán nos informa sobre un tema referido a las dificultades en la comunicación: «Lo que yo sé difícilmente puedas saberlo», o «Lo que yo estoy sintiendo te resultará incomprensible»; o «Las ideas que tengo dentro de mi cabeza no pueden estar también en la tuya».

La intención de todo esfuerzo comunicativo consiste en hacer una transferencia de los contenidos mentales (pensamientos, emociones, sentimientos) de una mente a la otra. Intentamos hacer esta transferencia mediante el lenguaje, los gestos, gritos, llanto, cambios de color (rubor, palidez).

El refrán que alude a las molestias del calzado es un buen ejemplo pero intentaré usar otro que acomode mejor a lo que procuro trasmitir.

Alguien me pregunta: «¿Cómo te va, Fernando?» y yo respondo: «Bien ¿y a ti?»... a lo cual el otro ya no me responde porque tampoco se interesó por conocer la respuesta a su pregunta.

Acá ya tenemos una primera forma de incomunicación. Existen preguntas que no están inspiradas en lo que todos imaginamos que significa una pregunta: la curiosidad por saber algo, el deseo de aclarar una duda, el interés por disponer de cierta información.

Si el interlocutor realmente quiere saber cómo estoy, escucha que mi respuesta es «Bien, ¿y a tí?», pero nota que mi cara demuestra que estoy engripado y con fiebre, de donde el interlocutor deduce: «Está mal pero no quiere reconocerlo», «Está enfermo pero no quiere hablar de eso conmigo», «¡Qué mala cara tiene Fernando cuando está bien!».

En suma: ¿Es posible comunicarse? ¿Cuánto podemos saber de los demás?

(Este es el Artículo Nº 1.638)

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