miércoles, 1 de agosto de 2012

La pobreza identificatoria



En muchas familias existen normas de conducta tradicionales que reafirman la clase socio-económica a la que pertenecen generación tras generación.

Existen expresiones lingüísticas que tienen especial relevancia en nuestra comprensión.

Los refranes (proverbios) son los más comunes y abundantes. Lo que expresan parecen consejos, recomendaciones, verdades provenientes de algún lugar mágico, confiable, inapelable.

En las familias en las que se vinculan varias generaciones (abuelos, nietos, hijos, padres, primos, cuñados), suele tejerse una trama de certezas, afirmaciones, eslóganes, cuya veracidad no se cuestiona.

Los integrantes de esas familias parten del supuesto que para ser aceptados, deben repetir como propias esas «verdades» y guiar sus actos por ellas.

La riqueza y la pobreza son hereditarias, pero no necesariamente por razones genéticas ni por razones patrimoniales, sino también por razones culturales.

La importancia que tienen esas frases parecen indisolublemente unidas a los apellidos.

Una definición simple, poderosa, incuestionable puede decir, por ejemplo: (Los Pérez Rodríguez somos) «pobres pero honrados».

Si en una familia existe esta definición como identificatoria del linaje, es casi seguro que se sentirán orgullosos de ser pobres porque, al serlo, se sobreentenderá que también son honrados.

¿Qué ocurre en una familia con un «lema» identificatorio de este tipo?

— Seguramente una mayoría de integrantes mantendría sus ingresos controlados para nunca dejar de ser pobres;

— si alguno de ellos tuviera un importante golpe de suerte y recibiera un gran ingreso, algo tendrían que hacer para quitarlo del medio o el afortunado tendría que egresar del grupo familiar;

— si una persona rica quisiera entrar a ese grupo familiar, contaría con una fuerte resistencia de los demás integrantes;

— si, luego de cuidar que nadie deje de ser pobre, alguno de ellos cometiera algún acto que pusiera en duda la «honradez de los Pérez Rodríguez», muy probablemente tendría que ser expulsado por traidor.

(Este es el Artículo Nº 1.622)

1 comentario:

Anónimo dijo...

me resulto sumamente movilizador la manera como expreso esto por su claridad. lo comparto creo porq lo vivi y todavía lo vivo.me refiero a haberlo padecido. cambie de religión (mi familia no le lo perdona y yo page ese precio) a una en la q me era licito el éxito , el dinero , el placer sexual (en el matrimonio solam.) y ahora tengo "otra familia" a la q le debo fidelidad...jajaj. gracias por su articulo