Cuando vamos a
capacitarnos sentimos fuertes resistencias interiores porque los educadores intentan destruir creencias que
amamos porque son producciones nuestras.
Es posible afirmar que «la ignorancia»,
entendiendo por tal el desconocimiento absoluto de todo, NO EXISTE; lo que sí
existe es la «ignorancia», entendiendo por tal lo que nos dice el diccionario
(1), esto es: el desconocimiento de cuestiones científicas, artísticas, de la
ley, de noticias de intereses colectivo.
Me permito agregar otro desconocimiento esencial: la ignorancia también
suele ser ignorada, como parte de un círculo vicioso que intuitivamente podemos
comprender.
Acá puedo usar una frase en la que se nota cuán importantes son los
tildes que solemos ignorar. La frase dice:
«Si no sé que ignoro, no sé qué ignoro», es decir, si desconozco mi
falta de conocimientos, no puedo saber qué me falta conocer.
En nuestro idioma también existe la expresión «ignorancia supina», que
refiere al desgano de quienes no quieren enterarse de lo que deberían saber.
En el video asociado a este artículo les comento que aprender no es algo
tan sencillo como suele pensarse. Los responsables de nuestra educación toman
muy a la ligera los factores emocionales que se alteran cuando alguien pretende
decirnos algo diferente a lo que ya pensábamos.
Me parece importante estar enterados de que en nuestra mente no existen
lugares vacíos en los que puedan agregarse conocimientos como si se tratara de
un espacio disponible.
La mente humana sufre de vértigo, tiene mucho miedo al vacío y cuando
algo no lo sabe (hueco, curiosidad, ansiedad), antes que averiguarlo, lo
inventa.
Cuando nos dedicamos a estudiar y a capacitarnos en destrezas que puedan
ser contratadas por el mercado laboral, encontramos necesariamente fuertes
resistencias interiores para realizar esas tareas, porque en gran medida los
educadores intentan destruir creencias que amamos porque son producciones
nuestras.
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario