Cuando compramos el equipo de aire acondicionado, llegaron los repartidores de la empresa proveedora y dejaron una cantidad de cajas cerradas en un lugar vacío que había preparado cuando sabía que vendrían.
Había mucho calor, el clima estaba molestándonos igual que siempre, pero ahora estaban esas cajas en un rincón del garaje, que habían sido compradas para disminuir la temperatura y la humedad del aire circulante en nuestra casa.
Los encargados de hacer la instalación nos habían agendado para un cierto día de la semana, a la hora 9:00 de la mañana.
Psicológicamente, creo que nos parecía que estábamos sufriendo el clima más que otras veces, aunque nuestra memoria nos decía que 35º de temperatura con 80% de humedad, era lo normal para esa época del año.
Finalmente llegaron los operarios, desplegaron sus herramientas, pidieron autorizaciones, anticiparon en qué consistirían las modificaciones del edificio, las perforaciones en las paredes, los cambios en la distribución de la corriente eléctrica y la incorporación de algunos desagües.
Pasaron las horas, aumentó el ruido, la cantidad de polvo volátil, las cajas fueron abiertas, salieron piezas envueltas en polietileno, amortiguadas por espuma rígida, estuches desechables y todo empezó a tomar la forma que habíamos pre-visto según lo que ya conocíamos y según las informaciones de los trabajadores.
Terminaron, probaron, aprobaron, pidieron una firma de conformidad, otros limpiaron, quedó nuestra casa con un artefacto que larga aire frío y retira la humedad ambiente.
Almorzamos algo muy simple, pero con una sonrisa de satisfacción.
Las personas poseemos lo que nos hace falta para tener una buena calidad de vida, pero suele ocurrirnos que nos falta saber cómo se ensamblan esas ideas para que funcionen.
Un psicoanálisis consiste en eso: exponemos nuestras ideas (cajas cerradas), para que el analista nos ayude a ordenarlas y funcionen (instalación).
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lunes, 9 de agosto de 2010
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