martes, 4 de mayo de 2010

«¡Cállate o te golpeo!»

Un golpe de puño equivale a un insulto, pero suele ser menos grave un insulto que un golpe.

En términos más académicos, es posible simbolizar muchas acciones mediante el uso del lenguaje.

El aspecto negativo de esta destreza que tienen ciertas personas (normalmente muy educadas) es que a veces sólo hablan y no ejecutan nada.

Por ejemplo, la parte positiva de poseer un buen desarrollo de la función simbolizante es que se pueden resolver muchos conflictos mediante la negociación, el diálogo, el debate, la discusión.

Ese mismo conflicto planteado entre personas con escaso desarrollo de la función simbolizante, se resuelve suponiendo que la razón la tiene quien logró desmayar al otro a golpes.

La parte negativa de poseer un buen desarrollo de la función simbolizante, es que puede quedar inhibida o atrofiada la capacidad de acción, porque la eficacia del discurso es tal que da lo mismo prometer que cumplir.

Muchas personas tienen incorporada la costumbre de prometer sin ton ni son y no se dan cuenta de que el receptor de esas promesas puede creer ingenuamente que serán cumplidas («después seguimos hablando de esto»; «termina tu tarea que te haré un lindo regalo»; «nunca más haré lo que hice»).

En suma: La violencia tiene como una de sus causas el escaso desarrollo de la función simbolizante (conocimiento del lenguaje, aptitud para usarlo con eficacia).

Parece obvio que los hombres somos más golpeadores que las mujeres porque somos más agresivos, sin embargo las mujeres suelen tener mayor destreza en el uso del lenguaje y algunos varones, cuando se ven «acorralados» por la inteligencia verbal femenina, se «defienden» a golpes.

Conclusión: La solución para la violencia doméstica está en la enseñanza del idioma; sobre todo a los varones ... «aunque usted no lo crea».

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