Las diversas corrientes religiosas occidentales pensaron que el lenguaje fue una obra de Dios.
De alguna manera Él nos castigó creando varios idiomas cuando a unos cuantos ambiciosos se les ocurrió construir un edificio para llegar al Cielo (me refiero a la Torre de Babel).
Con esas creencias, los pueblos se consideraron usuarios del lenguaje y la mentira tuvo el estatus de pecado.
Los mentirosos ofendían a Dios (por ser irresponsables usuarios del instrumento divino) y eso Lo predisponía para castigar al pueblo que albergara al pecador.
Este era el criterio prevaleciente hasta finales de la Edad Media (siglo 15). El Renacimiento (del siglo 15 en adelante) se caracterizó por otra forma de entender la relación con Dios, otra forma de valorar el lenguaje y otra forma de interpretar la mentira.
Si bien siguió considerándose un pecado (de hecho el 8vo. mandamiento dice: No dirás falso testimonio ni mentiras.), la nobleza y los caballeros de ese entonces encontraron en “la palabra de honor” un rasgo que los diferenciaba de las clases populares (plebe).
Por lo tanto, la sinceridad era un rasgo de distinción que atesoraron las clases privilegiadas, mientras que —por el contrario— no era una característica esperable del resto del pueblo.
Para decir la verdad es preciso ser valiente, tener principios morales muy elevados, ser disciplinado.
Las clases menos favorecidas (cultural y económicamente) carecían de esas virtudes y no tenían más remedio que mentir para poder sobrevivir.
En el Renacimiento surgió la creencia en que las clases superiores poseían naturalmente honor, sinceridad, autocontrol emocional y disciplina corporal.
El honor era un atributo que debía ser mostrado y defendido, inclusive arriesgando la vida, batiéndose a duelo en caso de ofensa (infamia o calumnia).
La modernidad le ha quitado dramatismo a la mentira.
Nota: ver también
Hay mentiras de patas largas
Dudo si soy lo que creo ser
El nacimiento de las mentiras
Aspirina con Coca-Cola
Es una verdadera mentira
●●●
martes, 4 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario