martes, 4 de mayo de 2010

Los castigos pedagógicos

En el artículo titulado «¡Cállate o te golpeo!» comentaba con usted que la violencia del hombre hacia la mujer puede estar causada porque ellas suelen tener más desarrollada la función simbolizante.

Dicho de otra manera, las mujeres son más diestras en el uso del lenguaje, tienen un talento natural para expresarse en forma oral o escrita.

Esto les permite disponer de una herramienta que contribuye a la convivencia pacífica porque ésta depende de saber negociar, dialogar, debatir.

¿Por qué las mujeres son más idóneas que los hombres en el uso del lenguaje? La explicación podría ser que ellas no disponen de fuerza física para defender sus derechos (como sí la tienen los varones) y además no pueden ser buenas combatientes porque suelen estar acompañadas de sus hijos.

Y esta observación me lleva a lo que es el tema central de este artículo.

A partir de la suposición de que los hombres golpeadores se defienden de un ataque verbal porque son torpes usuarios de la herramienta lingüística, podríamos pensar que la agresividad física contra los niños tiene una causa similar.

Cuando los adultos le hablan al pequeño para que modifique su conducta, éste no responde adecuadamente porque no tiene aún desarrollada la función simbolizante.

Los niños no obedecen porque no entienden. Los adultos nos irritamos porque erróneamente pensamos que entienden y caprichosamente cometen transgresiones que merecen ser castigadas.

En un intento de resumir las ideas de ambos artículos referidos a la violencia familiar, podríamos pensar que:

1) Las personas golpeadoras (generalmente varones) disponen de una destreza verbal inferior a la de su víctima y la respuesta agresiva aparece cuando se sienten atacados;

2) Las personas que castigan a los niños tienen una reacción similar porque, aunque tengan habilidad verbal, se irritan porque ésta no les da resultado.

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