miércoles, 19 de mayo de 2010

Ciudadanos con cadena y bozal

En un artículo de reciente publicación con el título Los profesionales no desean decía que la sociedad nos prefiere sumisos, obedientes, previsibles.

Les contaba ahí que la palabra deseo proviene de la astrología, en tanto se pensaba que eran las estrellas (con su influencia gravitacional o con alguna otra energía de constatación menos científica) las que imponían las normas de buen comportamiento.

Un ciudadano es considerado en dos sentidos:

1) Cuando respeta las normas («Fulano es muy considerado porque tiene en cuenta los intereses ajenos»); y también

2) Cuando es respetado por los demás («Fulano es considerado un ciudadano ejemplar»).

Copio y pego un párrafo del artículo mencionado, porque explica todo esto:

«La palabra sidus en latín significa estrella. La palabra con-siderar originariamente significaba «ser guiado por las estrellas» y de-siderare luego se convirtió en desear y significaba «NO ser guiado por la estrellas».»

Como todos deseamos que los demás no nos molesten, preferimos y hacemos lo posible para que todos (excepto uno mismo) cumplan el deseo colectivo (las leyes, normas, costumbres, prejuicios, creencias, reglamentos) en desmedro de su propio deseo.

Dicho de forma más cruda: «Quiero ser el único que satisface sus deseos y que los demás no me molesten cuando satisfacen sus deseos».

La sumatoria de estos deseos personales (individuales, mezquinos, egoístas), conduce a que cada uno quiere que los demás sean considerados, que cumplan (ellos, los demás, la gente) las normas... que ya estaban, que otros pusieron, que las estrellas indican.

En suma: los severos defensores de la ley y el orden (del sistema, del stablishment, de la tradición) desean no ser molestados, quieren a todo el mundo obediente, que renuncien (repriman) a sus desagradables deseos personales, para gozar la libertad de hacer lo que quieran.

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