domingo, 9 de mayo de 2010

El lenguaje del Tercer Mundo

Si «la unión hace la fuerza», entonces podemos afirmar que «la desunión hace la debilidad».

Nuestra madre patria es un país enemistado consigo mismo.

Durante siglos ha tenido peleas internas que generaron desconfianza entre los españoles, a diferencia de otros países igualmente imperialistas, pero que lucharon contra extranjeros, reforzando la solidaridad entre los ciudadanos.

Los hispano-parlantes tenemos una mamá muy complicada, que no se entiende con ella misma y aún hoy (año 2010) tiene poblaciones enteras que desearían formar un país independiente —apelando inclusive al terrorismo—, porque no se sienten españoles.

En la eterna duda sobre qué fue primero —si el huevo o la gallina—, no descartaría la hipótesis de que la estructura gramatical de nuestro idioma fuera una causa de esa desconfianza que nos desune.

Somos amistosos, cálidos, divertidos, buenos amantes, pero cuando tenemos que ponernos a trabajar, arriesgar, estudiar, crear, nos cuesta hacerlo en grupos.

Nuestras familias son muy unidas, nuestras madres son protectoras, pero nos cuesta confiar en los que no son de la familia.

Casi todos los hispanos somos del Tercer Mundo y si la misma España no lo es, quizá sea porque está en un continente donde la Unión Europea, cobija a países tan eficientes como son Alemania, Francia y el Reino Unido y a países tan ineficientes como son Portugal, España y Grecia.

En suma: el tercermundismo (escaso desarrollo económico, social, tecnológico) puede ser una condición vinculada a la estructura gramatical (y por lo tanto, psicológica) de los hispanos.

Como simple anécdota, les comento que la histórica residencia de la Familia Real Española, se llama El Escorial (imagen).

Desde principios del siglo 17, fue considerado la octava maravilla del mundo y sin embargo, en nuestro idioma, el vocablo «escorial» significa «basural».


●●●

No hay comentarios: