El lenguaje genera sentimientos. No es una herramienta neutra. Contiene ideología, tendencias, predilecciones, prejuicios.
Si me permite decirlo: el lenguaje puede ser condenatorio. No lo perciben quienes no lo padecen o quienes padeciéndolo, no han pensado en ello.
Algunos teólogos piensan que en Jesús de Nazaret había una mezcla de pueblos oscuros, como egipcios, etíopes o babilonios, pero que hace unos siglos —y para que fuera aceptado por los pueblos occidentales—, se lo convirtió en un hombre blanco de ojos azules.
Ese lenguaje condenatorio del que les hablaba al principio sugiere que lo negro tiene directa relación con lo oscuro, lo miserable, lo sucio, la muerte, mientras que lo blanco se lo asocia con lo puro, lo bueno, lo limpio, la vida.
Por ejemplo, el vestido de novia es blanco y el de la viuda es negro.
De modo similar, la izquierda se asocia con lo tramposo, corrupto, delictivo, amoral, mientras que la derecha se vincula con la honestidad, legalidad, sinceridad, ética. Por ejemplo, «ir por derecha» significa ser frontal, tener coraje, decir las cosas como son. Un personaje siniestro (donde la palabra «siniestro» significa «lo que está del lado izquierdo») es un personaje malintencionado.
En suma: El lenguaje no es neutro, contiene una ideología, incluye prejuicios, es parcialmente responsable de los malentendidos.
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lunes, 3 de mayo de 2010
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