Al nacer, sólo percibimos imágenes. Uno o dos años después, podemos representarnos esas imágenes tan sólo con sentir o pensar el sonido de las palabras que las representan.
Me explicaré mejor.
El recién nacido, necesita el contacto visual, auditivo y olfativo (imágenes) de su mamá. Si no tiene ese contacto, se sentirá abandonado.
Cuando el sistema nervioso evoluciona lo suficiente, tolera la soledad evocando palabras que la recuerden (mamá, Sofía, comida, caricias, te quiero, bésame).
Dicho de otra forma: primero dependemos de los estímulos sensoriales (ver, oír, oler, palpar, degustar) y luego podemos independizarnos de esos estímulos, evocando las palabras que representan aquellas imágenes (cabello rubio, voz melodiosa, perfume dulzón, suavidad aterciopelada de la piel, gusto salado del sudor).
El registro imaginario de la realidad, es la percepción lograda por medio de los sentidos. Esta forma de captar lo que nos rodea, es física, tangible, concreta.
El registro simbólico de la realidad, es el mismo proceso anterior pero prescindiendo de los sentidos. Es una forma de vincularnos mentalmente con el entorno físico, tangible y concreto. Es una forma de vincularnos verbal, intangible y abstracta.
Lo importante en esta evolución, es que sólo podemos vincularnos con otras personas usando palabras. Si no desarrollamos el registro simbólico, quedamos aislados de nuestros semejantes.
Los enanos padecen una deficiencia glandular que interrumpe el desarrollo de la estatura y el analfabetismo, es una deficiencia lingüística que interrumpe el desarrollo del registro simbólico.
La calidad de vida depende —casi exclusivamente—, de nuestra habilidad para comunicarnos y esta habilidad depende del desarrollo logrado en nuestro registro simbólico.
La inteligencia es muy poco lo que puede hacer con los datos de los sentidos, si no pueden describirse eficazmente para ser intercambiados con otras personas.
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martes, 4 de mayo de 2010
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